La Voz del Interior

Un secuestro exprés a las 7.45 AM

- Claudio Gleser cgleser@lavozdelin­terior.com.ar

El muchacho habla, pero prácticame­nte no mira a los ojos. No puede. Parado en la vereda, en la puerta de su complejo deportivo donde enseña a jugar al fútbol a los niños, el joven cuenta su realidad mientras mira hacia todos lados. Como un radar, escudriña lo que ocurre a su alrededor.

Dialoga y presta atención, pero mira a los niños que llegan y se van con sus shorts y remeras deportivas, saluda a sus madres y padres y les dice dónde dejar estacionad­os los coches y les recuerda que los cierren bien, que no dejen bolsos ni que anden con celulares. Esos consejos irán luego también por celular. El comerciant­e vigila la zona y, sobre todo, a los ladrones que pasan cada tanto, acechando.

“Estoy cansado de los robos. Me la paso afuera de mi propio negocio mirando para que no roben a mis clientes. Estoy harto. Recién, tuve que interceder porque había unos pibes que estaban por romper unas ventanilla­s de un auto parado. No se puede trabajar así”.

Nicolás Canessini tiene 34 años y, desde hace una década, tiene un complejo deportivo donde enseña a los más pequeños a patear la pelota. Está en Alta Córdoba, una de las tantas barriadas que viene siendo asediada por la delincuenc­ia en la Capital provincial.

En ese barrio, como en otros puntos de la ciudad, vecinos y comerciant­es vienen sufriendo robos en viviendas y locales, además de ataques de motochoros.

La semana pasada, a primera hora de la mañana, una banda de delincuent­es se llevó secuestrad­o a un vecino de esa zona. Tras asaltar a su familia, lo liberaron golpeado y atado con alambres –dentro de su auto– en la playa de un híper.

La Córdoba insegura tiene historias de todo tipo. La de Nicolás es una más y también impacta.

El comerciant­e, a riesgo de poder perder clientes por plantearle­s que la zona está asediada por delincuent­es, lleva adelante su propia campaña preventiva de seguridad, al tiempo que hace un llamado a que los vecinos se unan para exigir respuestas por parte de

las autoridade­s.

Canessini no se cansa de darle consejos a los padres sobre cómo cuidarse y qué prevencion­es tener en la calle.

Cuidados

“Hay una ola de robos y arrebatos en la zona del complejo. Les recomendam­os tener precaución a la hora de estacionar y bajarse o caminar por la zona”, reitera el muchacho vía mensaje de WhatsApp a sus clientes.

De hecho, el muchacho brinda una serie de consejos “guasapeado­s” como: no bajarse de los autos usando celular y enviando mensajes, no bajarse con bolsos o carteras o mochilas; no dejar niños dentro del auto (“por más que sean 30 segunditos”, afirma); no dejar que los chicos lleven teléfono; entrar y salir atentos al predio; y, si ven jóvenes sospechoso­s, entrar al complejo hasta que se vayan.

Otra recomendac­ión es la de evitar estacionar el automóvil frente a la entrada de su propio negocio. “Allí se produce la mayor parte de los arrebatos”, señala y los invita a detenerse en un predio lindero, bien vigilado.

Ubicado en el cruce de la calle Rodríguez Peña y las vías, el complejo está en una zona de alto movimiento de Alta Córdoba.

Según vecinos, los robos son constantes, tanto de día como de noche. La Policía está presente, de hecho allí está la comisaría 7ª, pero la insegurida­d no frena.

Además de robos a comercios, arrebatos a vecinos y ataques contra autos estacionad­os, en la zona también hay asaltos contra ciclistas. “Pasan los ciclistas y los atacan ladrones que, como ‘pirañas’, los trompean y les roban las bicis”, cuenta Pablo, un comerciant­e. “Y eso sucede de día, eh...”, agrega.

–¿Dar consejos sobre robos y señalar tanto que la zona donde estás es insegura, no es contraprod­ucente para tu actividad?

–¿Que si espanto clientes? No... Yo digo la verdad. Y la verdad es que acá no paran de robar. Tenemos robos casi todos los días. No nos podemos distraer nunca. Yo cuido a los clientes y eso se valora. Me importa que los chicos estén bien y que los padres también. Y me importa que la Policía haga algo.

Canessini afirma que, por los costos, no puede contratar a guardias privados o a policías.

“Un oficial como adicional te sale mil pesos por cuatro horas. Económicam­ente no da”, dice.

Canessini no es el único comerciant­e que se queja por la seguidilla delictiva en Alta Córdoba.

“Los motochoros son un enorme problema. Realmente, nos tienen hartos”, se queja Rosana García, encargada de un negocio de ropa. “Cuando no te asaltan en la calle, te rompen una ventanilla del auto. Hay arrebatos, asaltos en paradas de colectivos, está fea la cosa”, dice la mujer.

Como en otras barriadas, los robos en edificios también hay.

Varios vecinos señalan que muchos de los ladrones que cometen robos y arrebatos corren a refugiarse a la villa Los Galpones, un histórico asentamien­to de familias trabajador­as que no tuvieron un mejor sitio dónde vivir y que se convirtió en refugio de ladrones. Es una realidad que ocurre en numerosas franjas de la ciudad: villas que son usadas como escondites por parte de algunos ladrones, quienes logran impunidad infringien­do el miedo para que no los denuncien.

La villa Los Galpones fue escenario días atrás de otro serio episodio: allí fue abandonada una joven embarazada y su novio, quienes habían sido raptados por ladrones que los emboscaron cuando guardaban su auto en Alto Alberdi.

Pese a las consultas realizadas por La Voz, no hubo respuestas por parte de la Policía.

De todas formas, fuentes oficiales señalaron, fuera de micrófono, que si bien hay ilícitos en la zona, hay trabajo preventivo pero no alcanza. Los voceros se quejaron de que los ladrones son capturados y, a las pocas horas, quedan libres.

Diversas han sido las reuniones que vecinos y comerciant­es han mantenido con autoridade­s policiales en Alta Córdoba.

“Siempre lo mismo. Vienen los jefes, dicen que no tienen recursos materiales suficiente­s. Aparecen algunos patrullero­s, dan unas vueltas durante unos días, pero se van y vuelven a robar”, se queja el vecino Gustavo Palomeque.

Nicolás pasa horas frente a su cancha de fútbol cuidando a sus clientes. “Me gustaría estar más con los chicos, pero para eso están los otros profes. Yo cuido a los clientes y los alerto... Prefiero que alguno, por los consejos antirrobos, se vaya; pero por lo menos no le mentimos a nadie”, sostiene, sin dejar de mirar hacia la calle. Como en otros puntos de

Alta Córdoba, no dejan de preocupar los robos en inmediacio­nes del Hospital Infantil. Médicos y enfermeras se quejaron la semana pasada de ciertos ilícitos de los que son víctimas. Una médica contó que sufrió el robo de su auto, a plena mañana, por parte de ladrones que estaban armados. También hay robos de celulares y de bolsos en inmediacio­nes del centro médico, pese a que hay policías de custodia.

Uno de los últimos graves capítulos de la insegurida­d en Alta Córdoba se registró la semana pasada cuando una banda de delincuent­es cometió el secuestro exprés de un comerciant­e (dueño de chapas de taxis), al tiempo que, a patadas, se metía en su casa. En el domicilio había tres mujeres, dos de las cuales terminaron maniatadas. La tercera, una abuela de 92 años, se salvó.

Sucedió el jueves pasado a las 7.45, una hora en la que ya hay mucho movimiento en el barrio. Esto no fue impediment­o para que la banda llevara adelante el plan.

La víctima fue Raúl Carnero, quien terminó golpeado y fue liberado atado con alambres y dentro del baúl de su Peugeot 208 en la playa del híper de barrio General Paz. El otro auto que le robaron fue hallado abandonado por la Policía en Alta Córdoba.

Por el momento, y pese a las tareas investigat­ivas, por ahora no hay personas detenidas.

“Fue algo muy feo”, comentó Pía Carnero, hija de la víctima.

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(JAVIER FERREYRA) La pesadilla de una familia que sufrió un secuestro exprés.

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