Se inició el juicio por abusos en el Próvolo
Minutos después de las 8.30, la puerta de la guardia policial del subsuelo del Palacio Judicial de Mendoza se abrió para dar paso a quienes se disponían a entrar. Antes de que asomara la primera persona, desde el rincón donde aguardaban periodistas y fotógrafos de todo el mundo se disparó una catarata de flashes.
Con un agente penitenciario a cada costado y un tercero que guiaba la silla de ruedas, el primero en ingresar fue el sacerdote Nicola Corradi (83). Con el ceño fruncido y los brazos cruzados, el octogenario abría la comitiva de imputados. Detrás suyo caminaba por sus medios el también cura Horacio Corbacho (59). Con su cabello rubio peinado hacia la izquierda, el religioso completó el tramo que separaba la puerta de la sala 4 del Fuero Penal Colegiado también escoltado por un uniformado. La comitiva la cerraba el exjardinero Armando “Pilo” Gómez, también esposado.
Desde ayer los ojos del mundo están posados sobre Mendoza, con el comienzo del primero de los juicios por abusos sexuales y corrupción de menores denunciados en el instituto Antonio Próvolo cometidos contra más de 20 exalumnos.
La primera de las causas tiene a Corbacho, a Corradi y a Gómez como acusados con 28 imputaciones, quienes podrían recibir penas de entre 10 y 50 años de prisión en caso de ser hallados culpables. Durante la jornada inaugural del debate se leyeron los hechos por los que están acusados y hubo tres pedidos por parte de la defensa de los curas y del exadministrativo.
Por recomendación de su abogada, los acusados se abstuvieron de declarar. Además, la defensora solicitó que se transcriban cada uno de los testimonios, teniendo en cuenta que Corradi tiene una reducida capacidad auditiva; mientras que Gómez es sordo y es analfabeto.
Si bien todo el debate se está interpretando en Lengua de Señas Argentina (teniendo en cuenta a las víctimas y a Gómez), la situación se torna más compleja para este último, ya que el propio jardinero hizo saber que tampoco comprende ese lenguaje.
Asimismo, la defensora pidió también que todos los testigos se presenten a declarar durante el juicio (incluyendo a las 11 víctimas). Tanto la querella como la fiscalía se opusieron al considerar que los denunciantes quedarían expuestos a la revictimización si tienen que relatar una vez más los hechos que padecieron.
En la puerta de los tribunales, exalumnos y víctimas de los abusos –junto a sus familiares– mantuvieron desde temprano una vigilia para reclamar justicia. “Hoy es el inicio de muchas cosas. Y tenemos la posibilidad de encontrar algo de paz”, destacó Cecilia, mamá de dos chicos que estudiaban y dormían en el Próvolo.