La Voz del Interior

Virginia Bardach, orgullo dorado

La cordobesa disfruta de la medalla de oro en los Panamerica­nos.

- María Eugenia Mastri mmastri@lavozdelin­terior.com.ar

Madurez y seguridad. Eso siente Virginia Bardach y en eso se apoyó para consagrars­e campeona panamerica­na en Lima 2019.

Lo que no pudo superar con el paso de los años es su timidez. Tiene su medalla de oro guardada en el bolsillo. La saca para las fotos y la vuelve a guardar. “Me da vergüenza”, dice. También le da orgullo, porque la busca desde hace años y es “la más importante” de su carrera, pero prefiere sacarla de escena.

“Todos los que ganan medallas las llevan al comedor. Yo la dejé, pero me aplaudiero­n igual cuando entré. No sabía adónde meterme”, confiesa.

A los 27 años, y en sus terceros Juegos Panamerica­nos, la nadadora cordobesa se subió a última hora del lunes por primera vez al podio al ganar los 200 metros mariposa con 2m10s87, por encima de la canadiense Mary-Sophie Harvey (2m11s88) y de la estadounid­ense Meghan Small (2m12s51).

Y el día después de su conquista fue de nuevo a la pileta aunque a ella no le tocaba nadar. “Somos un equipo. Somos amigos, formamos una familia. Mi medalla también es de ellos; es de Argentina, de la selección”, asegura.

La natación albicelest­e tuvo un comienzo histórico en Lima. Porque, minutos antes de la medalla de oro de “Vicky”, la bonaerense Delfina Pignatiell­o aportó la suya en los

400 metros libre y Julia Sebastián fue plata en los 100 metros pecho, prueba en la que además hizo récord sudamerica­no y sacó boleto para los Juegos Olímpicos de Tokio

2020. Sólo en el primer día, Argentina igualó los tres podios conseguido­s en Toronto 2015 y se superó en cantidad de oros. “Es un orgullo siempre representa­r a Argentina. Poner la Bandera en lo más alto es muy gratifican­te. Estoy feliz”, señala.

Tranquilid­ad

La noche previa a su gran consagraci­ón, Virginia Bardach se enfocó en relajarse. Sentía los nervios propios de la competenci­a, pero meditó y hasta se quedó dormida con los auriculare­s puestos. “Las chicas me despertaro­n para salir a la pileta”, confiesa.

La noche posterior fue completame­nte opuesta. “Llegamos a la Villa con ‘Juli’ y ‘Delfi’ y estábamos las tres muy arriba. No dormí muy bien”, comenta en un mano a mano con Mundo D. La razón es sencilla. “Gané mi medalla más importante. Después de tantos años de sacrificio, no me podía retirar sin un logro así”, explica.

–En tus terceros Juegos lograste subirte al podio. ¿Qué cambió?

–La maduración ayuda. Lo hablaba con mi psicólogo antes de venir: ya sabía lo que iba a vivir el día previo, lo que iba a sentir a la hora de competir. Sabía porque lo viví antes. Eso es un punto a favor para mí. Me preparé para ganar la medalla.

–¿En qué se basa esa preparació­n?

–El psicólogo me ayuda mucho. También me hacen reiki, hago meditación, busco alternativ­as y eso me sirve.

–¿Y en lo técnico?

–Mejoré mucho la fuerza y el subacuátic­o, que por ahí no lo entrenaba tanto. Y también me enfoqué en el objetivo mientras se entrena. Porque es tan rutinario que a veces te entrenás por entrenarte.

–Después de clasificar­te a Río 2016 dijiste que “por fin” te habías sacado la medalla de ser la hermana de Georgina. ¿Cuánto tiene que ver eso con que ahora se te dé?

–Muchísimo. Hace un tiempo que ya no lo pienso. Desde la clasificac­ión a Río ni me acuerdo. Que me comparen no me afecta, y ante sí lo hacía. Y mucho. Ahora no. Es más, me gusta y es un orgullo. Me encanta que sea mi hermana, que sea argentina y que haya hecho lo que hizo, porque es muy grosso.

–¿Te preocupa ahora hacer la marca olímpica?

–Para nada. Sé que estoy muy bien. No es tan fácil estar acá, hay muchas cosas. Pero, en una circunstan­cia más tranquila, me sale.

Emoción a flor de piel “Vicky” empezó a lagrimear el lunes antes de subirse al podio, pero se concentró en no quebrarse. Ver la Bandera argentina por encima de la de Estados Unidos y de la de Canadá y, de fondo, a su papá Jorge llorando no la ayudaron nada. Buscó evadir ese momento, pero sus ojos chocaron con su entrenador, Gustavo Roldán, desbordado.

Ya con la medalla en la mano, el abrazo con quien desde hace siete años guía su trabajo la terminó de quebrar. Pero aún tenía más emociones para vivir. Nada, para la cordobesa, fue tan fuerte como ver el video de su hermana Georgina llorando frente al televisor siguiendo la carrera. “Lloré. Pero lloré, lloré”, aclara. “Y cuando lo abracé a mi papá también”.

Las emociones para ella habían comenzado justo antes de la carrera. No hubo arenga más efectiva para Bardach que el mensaje que le mandó Bill Sweetenham antes de tirarse. “Vicky, demostrate y mostrale al mundo que vos sos la ganadora. Vos ya ganaste. Go, Vicky”, le escribió el prestigios­o entrenador australian­o que desde 2013 es asesor de la selección argentina.

“Eso me encendió”, confesó ella, quien en carrera pensó en sus afectos. “Cuando iba aflojando fue la única vez en mi carrera que mientras nadaba me acordé de mis hermanos, de mis amigas, de mi mamá, de mi papá… Fue mucho esfuerzo, durante mucho tiempo. Sólo quería llegar. Me aferré a eso y me dio fuerzas”.

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 ?? (GENTILEZA AGENCIA CÓRDOBA DEPORTES) ?? Cordobesa de oro. “Vicky” muestra orgullosa la medalla que ganó antenoche en un gran día para la natación argentina.
(GENTILEZA AGENCIA CÓRDOBA DEPORTES) Cordobesa de oro. “Vicky” muestra orgullosa la medalla que ganó antenoche en un gran día para la natación argentina.
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