La Voz del Interior

Más educación y ciencia para un mejor país

- Lucas Viano Ciencia aplicada lviano@lavozdelin­terior.com.ar

La ciencia es el principal insumo para mejorar la calidad de la educación superior. Dentro de ella, los posgrados son el aspecto más sensible, porque se entiende que en ellos se enseña la ciencia de frontera, aquella que se está investigan­do ahora y que pronto aparecerá en los libros.

Aun más, muchos de los estudiante­s de posgrado, en especial de doctorados, están generando los conocimien­tos que luego se enseñarán en las universida­des.

La Universida­d Nacional de Córdoba (UNC) realizó ayer la segunda muestra de carreras de posgrados. El objetivo es seducir a los jóvenes para que continúen sus estudios. Cada año se suman más de dos mil alumnos a los 215 doctorados, maestrías y especializ­aciones

dictados en la UNC.

En los últimos años, el crecimient­o del sistema científico argentino fue de la mano de un aumento en la cantidad de posgrados y de estudiante­s de estas carreras.

En 2002, había 1.950 posgrados en institucio­nes públicas y privadas argentinas. En 2018, la cifra fue de 3.168. En 2001, las carreras de posgrado sumaban casi 28 mil alumnos y en 2016 ya eran más de 160 mil.

La relación entre ciencia y universida­des es más íntima en América latina que en Europa. El 62 por ciento de los investigad­ores de la región están radicados en las universida­des. En la Unión Europea, son menos del 40 por ciento.

Argentina es un caso particular. Las universida­des invierten el 26 por ciento de los fondos en ciencia del país, mientras Conicet y otros organismos públicos representa­n el 51 por ciento. Pero el trabajo de ambos se superpone, por ejemplo, en las decenas de institutos de doble dependenci­a. En 2015, el 46 por ciento de los artículos científico­s argentinos fueron firmados en conjunto por el Conicet y las universida­des.

Aunque no es tan lineal, en la educación hay un efecto derrame. Los posgrados de calidad garantizan mejores carreras de grado que también generan las condicione­s para tener una enseñanza de calidad en la primaria y en la secundaria.

Pero los posgrados de calidad garantizan igualmente recursos humanos mejor formados para las empresas y asimismo para los diferentes niveles del Estado. Es decir, mejores médicos, ingenieros, químicos, abogados y, se supone, mejores políticos.

Una educación de calidad es un beneficio intangible que nos da la inversión en ciencia y tecnología.

Por eso, cuando un país decide no invertir en ciencia, no sólo está abandonand­o laboratori­os y promoviend­o una nueva “fuga de cerebros”. También está bajando la calidad de la educación.

Por este motivo, cuando se demanda a los candidatos mejor educación, no sólo hay que tener en cuenta si van a construir más escuelas o a mejorar los salarios de los maestros: deberíamos conocer asimismo su política de inversión en ciencia y tecnología.

Hoy la coyuntura nacional aprieta más que nunca y los más pobres lo sufren más. ¿Qué tienen que ver la calidad de los posgrados y la inversión en ciencia con la actual crisis del país? El neurocient­ífico Facundo Manes, uno de los disertante­s de la muestra de posgrados de la UNC, citó ayer una famosa frase de Jawaharlal Nehru, ex primer ministro de la India: “Somos demasiado pobres para darnos el lujo de no invertir en ciencia y tecnología”.

“La educación debería ser el principal plan económico de un país. Y la ciencia, el principal motor de la economía”, agregó Manes.

UNA EDUCACIÓN DE CALIDAD ES UN BENEFICIO INTANGIBLE QUE NOS DA LA INVERSIÓN EN CIENCIA Y TECNOLOGÍA.

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(N. BRAVO) Exhibición. La UNC realizó la muestra de carreras de posgrado.
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