Un gesto valorable
mercados, es un dato positivo que Mauricio Macri y Alberto Fernández hayan logrado un acercamiento en medio de las turbulencias.
El Presidente y candidato a la reelección y su principal adversario y ganador por amplio margen en las urnas el domingo transmitieron un mensaje de cordura cívica. Los efectos de esa breve conversación telefónica tuvieron ayer incidencia en el dólar, que se mantuvo calmo, y también cedió el riesgo país.
Quedan dudas sobre cómo se transitarán los meses que nos separan de las elecciones del 27 de octubre.
Los puntos de contacto entre los dirigentes serán de utilidad en tanto generen espacios de consenso para superar no sólo las complejidades en el terreno económico (donde las especulaciones suelen ser patrimonio de los más poderosos), sino también en dirección a fijar una agenda que atienda a los millones de ciudadanos que padecen la pobreza, la desocupación y los magros ingresos, entre otras emergencias cotidianas.
Es cierto que el Gobierno nacional es el responsable constitucional de enmendar los errores, de encaminar la crisis y de producir los cambios pertinentes.
Pero la oposición no debe permanecer indiferente, y por ello el diálogo es una herramienta útil que, sin embargo, en la Argentina de la grieta suele brillar por su ausencia. La confrontación parece dar mejores réditos.
Se ha dicho que en este entramado de vacilaciones y de incursiones erráticas de parte de exponentes del oficialismo, Macri debe pararse frente a la crisis en su condición de jefe del Estado más que como legítimo aspirante a la reelección.
Pero en una situación de excepción como la que se verifica luego de las primarias del domingo, oficialistas y opositores deben dar ejemplos de tolerancia y de convivencia, sin desmerecer los méritos que se han cosechado en las urnas.
Todo indica que la transición hasta los comicios de octubre será traumática, aun con un resultado que los analistas dan casi sellado a favor del Frente de Todos. Es por ello que el diálogo temprano coadyuvará a que el país no sucumba sin remedio.