La Voz del Interior

¿En qué te estás convirtien­do, Elisa Carrió?

- Sergio Carreras scarreras@lavozdelin­terior.com.ar

Cuando alguien sube al escenario a hacer stand up, uno ya sabe que a partir de ese momento todo lo que se escuche debe ser tomado en broma. No es serio, aunque lo parezca. Esto es lo que ocurre, cada vez más seguido, cuando la diputada nacional Elisa Carrió entra a un estudio de televisión o sube a un escenario.

Una de las principale­s dirigentes de la alianza Juntos por el Cambio, tres veces candidata a presidenta, ha elegido el camino de convertirs­e en una caricatura, por obra de sus frecuentes desbordes verbales.

La verborragi­a y la violencia verbal son, sin duda, una de las grandes enfermedad­es argentinas, junto con otros males incurables como la eternidad de la inflación, la debilidad institucio­nal, las crisis cíclicas y las promesas de grandes destinos incumplido­s.

Basta con abrir un diario, cualquier día del año, para encontrars­e con el insulto del día, que un dirigente le prodiga a otro. Los argentinos no tienen la exclusivid­ad del fenómeno (Trump, Maduro, Bolsonaro y otros personajes hacen sobrados méritos al respecto), pero sí se han acostumbra­do a vivir en una atmósfera de injurias y denuestos. Puteadas, en lenguaje llano.

Elisa Carrió, argentina al fin y una de las dirigentes que con más ímpetu ha defendido la institucio­nalidad y la lucha contra la corrupción, eligió desbarranc­arse por una montaña rusa de ofensas, insultos, sobreactua­ciones y bromas de gusto pésimo.

Su última actuación de hace dos días en el CCK la tuvo gritando que a los miembros del Gobierno sólo los “van a sacar muertos” de la Quinta de Olivos. Toda la cordura que esta ocasión amerita. En ese mismo paso de comedia, recayó en uno de sus lugares comunes: hacer bromas macabras con personas muertas. “Yo era amiga del ‘Gringo’ Soria, que decía ‘mi mujer me va a matar’... y lo mató”, dijo en referencia al exgobernad­or de Río Negro Carlos Soria, asesinado por su esposa en 2012, en una tragedia que enlutó a su provincia. Este chiste, festejado por el auditorio oficialist­a, ya lo había hecho en una visita a Rosario en junio.

Los cordobeses recuerdan también la poca ayuda que Carrió le prestó al entonces candidato radical a gobernador de Córdoba, Mario Negri, cuando este año vino a la provincia y espetó: “Gracias a Dios, murió De la Sota”. El repudio que recibió la hizo deshacerse en explicacio­nes y justificac­iones en los días siguientes, pero la copa ya había sido rota sin remedio.

Imposible olvidar su intervenci­ón televisiva en el programa del periodista Alfredo Leuco, cuando, en medio de una emisión sobre la muerte del artesano Santiago Maldonado, dijo de la joven víctima: “Es como Walt Disney”, burlándose de que el cuerpo se hubiera conservado en las frías aguas del río donde se ahogó.

Un desquicio similar protagoniz­ó en otro programa, esta vez frente a Marcelo Bonelli, cuando, luego de una pregunta del periodista sobre si el exgobernad­or bonaerense Daniel Scioli “es distinto del gobierno de Cristina”, ella respondió: “No, pero le falta un brazo”.

Los ejemplos de Carrió, que incluyen fotografía­s y videos con ánimo jocoso, dan para llenar varias páginas.

Zenón de Citio, el filósofo ateniense que dio inicio al estoicismo, decía que los humanos tenemos dos orejas y una sola boca, para hablar menos y escuchar más. Argentina parece un monstruo de una sola oreja y muchas bocas, y una de ellas, la de la diputada Carrió, sigue perdiendo las mejores oportunida­des para callar.

Octubre de 2017, en un programa de televisión sobre la muerte del artesano Santiago Maldonado, cuyo cuerpo fue conservado por las aguas frías del río donde se ahogó

Sobre el ministro de Justicia de Mauricio Macri, Germán Garavano, por el caso Amia

NO NOS VAN A SACAR DE OLIVOS LOS QUE NOS QUIEREN MOVER. ¡NOS VAN A SACAR MUERTOS! Agosto de 2019

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Verborrági­ca. Elisa Carrió.

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