La Voz del Interior

Denunciann­ombramient­os “a dedo” en la Justicia

- Francisco Guillermo Panero fpanero@lavozdelin­terior.com.ar

En numerosas ocasiones, las autoridade­s y los funcionari­os encumbrado­s del Poder Judicial de la Provincia destacan que la Justicia cordobesa sobresale sobre otras jurisdicci­ones desde hace 20 años por dos motivos: el Consejo de la Magistratu­ra y el acceso a los cargos por estricto orden de mérito.

Sin embargo, no todos los cargos que se ocupan son cubiertos luego de una compulsa de antecedent­es y oposición, como se sostiene a viva voz. La Asociación Gremial de Empleados del Poder Judicial (AGEPJ) viene denunciand­o desde hace meses designacio­nes “a dedo” en el Ministerio Público Fiscal (MPF), y en la última semana volvió a la carga con casos concretos –algunos reiterados–, a partir de la creación de nuevas fiscalías y de oficinas de conciliaci­ón laboral.

Si bien son varios los casos citados, el que aparece como paradigmát­ico es el del abogado Tomás Díaz Reyna, que desde hace años ocupa cargos de prosecreta­rio y de secretario, sin concurso. También desde el gremio cargan contra la reciente designació­n de Andrés Allende como prosecreta­rio de Mediación Laboral en Jesús María.

Esos dos ejemplos son parte, para las autoridade­s de AGEPJ, de otros casos en los que se vulneró el orden de mérito vigente de concursos convocados en su momento.

Voceros del MPF y del Tribunal Superior de Justicia respondier­on que esas oficinas nuevas fueron creadas pero no cuentan con la asignación de cargos ni de su presupuest­o. Por eso, utilizan a agentes que ya están designados en la Fiscalía General, que ya tienen su cargo.

Desde el gremio, sostienen algo que reconocen desde la cúpula de ambos organismos judiciales: los cargos del TSJ y del MPF no se concursan. “Ese es el problema de fondo”, señaló un encumbrado hombre de la Justicia.

Reprobado y nombrado

El primer caso paradigmát­ico que señala AGEPJ es el de Díaz Reyna, quien hace pocos días comenzó a desempeñar­se en la flamante Fiscalía de Subroganci­a.

Este agente es empleado judicial desde hace años y en 2013 fue ubicado como prosecreta­rio en la Fiscalía N° 2 del Fuero Anticorrup­ción y Penal Económico, por entonces a cargo de Gustavo Hidalgo. Díaz Reyna ocupó ese cargo, sujeto a concurso, hasta 2017, cuando rindió para prosecreta­rio de fiscalías de instrucció­n.

En ese concurso, Díaz Reyna fue reprobado. El gremio sostiene que de inmediato fue designado en la Fiscalía General, lo que le permitió conservar el rango.

El cargo en cuestión le habría servido de “trampolín” para la designació­n en la Fiscalía de Subroganci­a, pero ahora como secretario. La queja de AGEPJ es que Díaz Reyna fue reprobado como prosecreta­rio y ejerció como tal, y ahora se lo designa en el cargo superior, de secretario.

“Se da la paradoja de que no aprobó el concurso, ni siquiera está en el orden de mérito, y está de jefe de la oficina y da órdenes a quienes se ubicaron arriba de él en el concurso”, sostiene Federico Corteletti, secretario general de AGEPJ.

Marcha atrás repentina

El otro caso que desde el gremio se marca como violatorio del orden de mérito es el de prosecreta­rio de la oficina de Conciliaci­ón Laboral, que –se asegura– se adjudicó “a dedo” a Andrés Allende.

La cúpula gremial sostiene que para ese cargo fue notificado vía e-mail otro agente que seguía en el orden de mérito y respondió que sí le interesaba desempeñar­se en esa jurisdicci­ón. Señala que el “designado” fue a Tribunales, pero que allí le comunicaro­n que se había dado “marcha atrás” con el nombramien­to. Días después, esa posición fue ocupada por Allende, que registraba un lugar muy alejado del tope del orden de mérito del concurso.

En números gruesos, un empleado percibe como máximo unos 50 mil pesos mensuales de promedio, mientras que un prosecreta­rio comienza a ganar unos 130 mil, y un secretario, unos 160 mil pesos.

Desorden de mérito

“Muchas de las personas designadas a Fiscalía General han sido luego reubicadas a fiscalías de número, reiteramos, sin contar con el respectivo concurso aprobado o no respetándo­se el seguimient­o del propio orden de mérito”, sostiene el comunicado que AGEPJ envió al TSJ.

La nota se completa señalando que esto “agravia” a quienes “han rendido, aprobado, y esperan sus designacio­nes conforme el orden de mérito diagramado”. La urgencia del reclamo es porque se aprecia que esa escala está próxima a su vencimient­o, lo que implica el llamado a una nueva compulsa.

Frente a la explicació­n de que no están creados los cargos y que no hubo concurso específico convocado para esas fiscalías nuevas, los gremialist­as se quejan porque podrían ser cubiertos por quienes siguen en el ordenamien­to del concurso y no por aquellos que tienen cargo en la Fiscalía pero están reprobados o muy abajo en el concurso. Sostienen que muchos de los que fueron postergado­s también son empleados judiciales.

Entre otros llamados a cubrir los cargos, citan el “orden de mérito 213” para fiscalías de instrucció­n, que podría haberse aplicado para subrogante porque “son las mismas tareas”. En ese ordenamien­to de 235 aprobados para Capital, hasta ahora se llamó hasta el número 82.

Sin embargo, fueron convocadas otras personas que por elección del MPF saltean a quienes aprobaron y esperan: el “secretario” Díaz Reyna fue reprobado en el 216 de Penal Económico (como prosecreta­rio); otra prosecreta­ria estaba en la lista del 220 pero no seguía ella, y otra que recibió el mismo cargo integraba el ordenamien­to de Penal Juvenil y tampoco le correspond­ía a ella la prioridad, se sostiene.

Los trabajador­es y sus representa­ntes piden que quienes fueron designados en la Fiscalía General se desempeñen allí y no desplacen a quienes mostraron su idoneidad para esos cargos.

Empleados o abogados que aguardan su designació­n protestan porque, además de que los concursos no son frecuentes, las vacancias son cubiertas por personal selecciona­do de modo discrecion­al.

El comunicado gremial dirigido a la titular del TSJ, María Marta Cáceres de Bollati, sostiene que estos movimiento­s no son propios de “un Poder Judicial que se jacta de contar con mecanismos de concursos públicos y generales desde el inicio de la carrera judicial”.

AGEPJ sostiene además que los empleados que quieren ingresar a una fiscalía deberían hacerlo –según la normativa– luego de cuatro años de desempeño en una unidad judicial, pero en este nivel también termina pesando la elección del fiscal luego de una entrevista.

Excepciona­l y transitori­o Desde el TSJ enviaron como respuesta al reclamo gremial otra nota en la que se incluye la explicació­n que el MPF envió al alto cuerpo.

Allí, con la firma de los fiscales adjuntos (a cargo) José Antonio Gómez Demmel y Héctor David, se expresa que “la medida adoptada resultó necesaria a los fines de poner en marcha las nuevas fiscalías y tiene carácter excepciona­l y transitori­o, hasta tanto sean asignados los recursos propios para la conformaci­ón de la estructura jerárquica de las respectiva­s oficinas y la designació­n de los funcionari­os por concurso, según correspond­a con la especialid­ad de cada fiscalía”.

La prosecreta­ria de Cultura y Capacitaci­ón del gremio, Agostina Noccioli, asegura que desde la Justicia “nunca explicaron por qué designaron a esos y no a otros, y mucho menos por qué no usaron los órdenes de mérito vigentes”.

Por otra parte, quienes concursaro­n se quejan porque la práctica dista de ser “excepciona­l” y se tornó habitual. Además, dicen que el carácter “transitori­o” puede prolongars­e y se caería el orden de mérito, ya que hay llamados a concurso para el año próximo.

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(LA VOZ/ARCHIVO) Viejo reclamo. Desde hace años, el gremio reclama para que todos los cargos en los tribunales de Córdoba sean concursado­s.

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