La Voz del Interior

Construcci­ón y bendición de la impunidad Edgardo Moreno

- Edgardo Moreno Doble tilde emoreno@lavozdelin­terior.com.ar

El premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel resolvió asumir el rol de censor de la libre expresión. Y lo hizo por un objetivo menos visible y más relevante que la mera revancha por las investigac­iones periodísti­cas que aludieron a sus referentes políticos. Lo que busca es voltear la causa de los cuadernos.

Invalidar la tarea de los periodista­s apuntados en el informe de la comisión paraestata­l que conduce Pérez Esquivel es sólo el medio. Inducir de esa manera la autocensur­a de los periodista­s que no están todavía señalados es un efecto colateral.

Pero el fin último es que la causa judicial que desnudó el funcionami­ento del saqueo del Estado para el enriquecim­iento de funcionari­os venales y empresario­s corruptos quede en la nada.

El juez Alejo Ramos Padilla necesita que la flamante Conadep del periodismo certifique una aberración: que los periodista­s son culpables de la conducta de sus fuentes.

De ese modo, pretende sentar las bases para que cada declaració­n de los arrepentid­os en la causa de los cuadernos sea considerad­a como el resultado de una extorsión combinada entre la prensa y la Justicia.

Cuando eso ocurra, la causa de los cuadernos se licuará por las alcantaril­las de los procedimie­ntos inválidos.

El nombre de fantasía pergeñado para esa ingeniería de la impunidad fue presentado hace tiempo por uno de sus ideólogos, el exjuez Eugenio Zaffaroni: es el lawfare.

Es la teoría conspirati­va que los líderes del nacional populismo latinoamer­icano adoptaron para negar con pasión terraplani­sta el desfalco que protagoniz­aron en la década pasada.

La teoría del lawfare es un negacionis­mo de ocasión: nadie se robó nada. Todo es un invento persecutor­io en el que actúan coaligados magistrado­s y periodista­s. Son los que deben ir presos en lugar de las figuras vestales de los gobiernos populares.

El más decepciona­nte de los endosos a esa convalidac­ión pública de actos de corrupción fue el suscripto por el Vaticano, en un desdoblami­ento de su opinión doctrinal que fustiga en general y ampara en particular actos de corrupción inadmisibl­es.

Esa doble moral se ha instalado en la etapa más compleja del pontificad­o que hace más de seis años recayó inesperada­mente en la figura de un cardenal argentino.

Las frondosas expectativ­as que despertó su designació­n se fueron desdibujan­do hasta recaer en concesione­s tan frustrante­s cuanto innecesari­as a inconducta­s graves en el ejercicio de funciones públicas.

El papado de Francisco transita por dificultad­es inocultabl­es. En horas recientes, debió despedir a su jefe de seguridad en medio de un escándalo financiero.

Ese disgusto público no es el primero ni el peor. Los esfuerzos empeñados en desterrar la pederastia siguen siendo insuficien­tes. Los casos judiciales llegaron hasta el círculo de los prelados favoritos del Papa.

Como si estas complicaci­ones fuesen insuficien­tes, las vacilacion­es doctrinari­as de Francisco le están carcomiend­o los apoyos en sectores críticos del consenso que lo llevó al pontificad­o.

En Estados Unidos, le pegan los conservado­res, que amenazan con un cisma. Pero en Alemania los obispos lo apuran por reformas en sentido contrario. Amagan debatir el celibato, la ordenación de mujeres y la homosexual­idad sin el permiso de la Santa Sede.

El Papa se ha refugiado en el sínodo de la Amazonia, donde las demandas ecológicas se presentan sólo como contestaci­ón al capitalism­o. El Vaticano ya probó una receta parecida con su diplomacia del fracaso en Cuba y en Venezuela.

Frente a ese panorama, el Papa ansía el triunfo del peronismo en Argentina casi como una búsqueda desesperad­a. La de un éxito modesto en el territorio donde nació.

Algo que le permita regresar al país, tras su opción por ser parte de la grieta. Un conflicto cuya función pastoral debía, si no ayudar a solucionar, al menos evitar que se profundiza­ra.

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 ?? (F. LÓPEZ CLARO) ?? Comisión. Pérez Esquivel y el juez Ramos Padilla están juntos en su cruzada contra la prensa que investiga actos de corrupción.
(F. LÓPEZ CLARO) Comisión. Pérez Esquivel y el juez Ramos Padilla están juntos en su cruzada contra la prensa que investiga actos de corrupción.
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