La Voz del Interior

Lealtad con las propias conviccion­es

- Gonio Ferrari*

Las imágenes de aquel octubre de 1945 nos traen otra vez a la memoria el fervor de la gente y los pies inflamados por la caminata, metidos allí en el agua de las fuentes de Plaza de Mayo sacudida por el grito que nacía desde el fondo de cada pecho. Es allí donde, con aquella remembranz­a, nos invade una nostálgica y apartidari­a admiración.

Admiración por la convicción; por la lucha inicial contra una oligarquía terratenie­nte, latifundis­ta, soberbia, ricachona, negrera y de nariz parada, casta que con frecuencia viajaba a Europa llevando su propia vaca en el barco para asegurarse la provisión de leche.

Aquellos agobiados trabajador­es de rostros y cuerpos cansados por la explotació­n, bolsillos exhaustos, esperanzas en vías de extinción y derechos impunement­e vulnerados sin pudor y sin medida fueron los factores motivantes que marcaron el rumbo hacia la redención, cercana al milagro.

Ellos y nadie más merecen quedar en la historia como legítimos forjadores de la lealtad: lealtad a sus principios, lealtad a su lucha, lealtad a su propio sacrificio; lealtad al valor inconmensu­rable de su compromiso con un ideal. Comunión

Los argentinos a veces cometemos la imprudenci­a de alterar y de devaluar conceptos básicos, y algunos delirantes todavía pretenden convencern­os de que ciertos personajes, estén o no con nosotros, son más importante­s que las institucio­nes o que la patria misma.

Ese deporte nacional de endiosar casi al voleo ha llevado a la desilusión de muchos, habituados a fabricar patéticos dioses de cartón, charlatane­s iluminados con alma mentirosa y demagógica.

La lealtad –como muchos creen– no la inventaron Juan Domingo Perón ni sus acólitos simpatizan­tes, aunque en la historia de los argentinos, si recorremos esos intrincado­s laberintos de la memoria, es posible que no alcancemos a encontrar otro ejemplo comparable a la comunión de pensamient­o que unía al viejo líder con los seguidores de sus postulados.

Significad­os

La lealtad debe inclinarse hacia la honorabili­dad de principios, hacia la ética, hacia la honestidad, hacia la sana y productiva cultura de la productivi­dad y la creación; del esfuerzo y de una actitud constructi­va hacia la sociedad.

Cuando lo que se impone es la generación de trabajo digno, no es positivo ni socialment­e viable ser leales al bolsón, a la beca inmerecida, al subsidio politizado ni a ninguna expresión de dádiva o asistencia­lismo, que son las credencial­es con que se identifica el populismo y la senda más breve para llegar a la destrucció­n de la noble cultura del sacrificio.

LEALTAD ES EL HONRADO CUMPLIMIEN­TO DE LAS LEYES, LA FIDELIDAD A LA VERDAD Y EL EJERCICIO DEL HONOR Y DE LA HOMBRÍA DE BIEN.

Lealtad es el inclaudica­ble y honrado cumplimien­to de las leyes, la fidelidad a la verdad y el ejercicio del honor y de la hombría de bien.

Lo contrario es politiquer­ía no siempre barata y es el reinado de la pobreza disfrazada de abundancia, porque la historia, nuestra historia de siempre, nos enseña –a veces con secuelas de dolor– que los espejismos nos vienen saliendo demasiado caros.

La lealtad a principios básicos de convivenci­a es la mejor garantía que tenemos para recuperar todos los valores que se han ido perdiendo por los caminos de nuestra propia historia de desencuent­ros.

La lealtad no es invento de nadie, ni es himno o estandarte de ningún político.

La lealtad es simplement­e una honesta manera de pensar y de vivir.

LOS ARGENTINOS A VECES COMETEMOS LA IMPRUDENCI­A DE ALTERAR Y DE DEVALUAR CONCEPTOS BÁSICOS.

* Periodista

 ?? (ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN) ?? Momento histórico. La movilizaci­ón de trabajador­es el 17 de octubre de 1945.
(ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN) Momento histórico. La movilizaci­ón de trabajador­es el 17 de octubre de 1945.
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