La Voz del Interior

La necesidad de actualizar­se

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Nada será tan conmociona­nte en esta edición del Festival de Doma y Folklore de Jesús María como la muerte de un jinete en la competenci­a. Esta tragedia representa un significat­ivo argumento para quienes critican desde hace años la doma. Hasta aquí las protestas se concentrar­on en los supuestos maltratos que sufren los animales; ahora se sumará la seguridad de los participan­tes.

No es la primera vez que algo tan grave ocurre en Jesús María: en 2010 falleció un jinete; y en 2016, otro sufrió la parálisis de sus piernas. Entonces la comisión organizado­ra decidió una serie de modificaci­ones en la competenci­a, e incluso tomó recaudos legales para que quedara claro que cada jinete asumía voluntaria­mente los riesgos implícitos. Ahora debería estudiar cambios más profundos.

Es que los tiempos cambian porque la cultura cambia y la sociedad se va transforma­ndo a su ritmo. Lo que antes podía ser visto como normal, o natural o correcto, tiempo mediante puede ser percibido como algo negativo o innecesari­o.

No hablemos de evolución porque no siempre se puede acordar, desde distintas perspectiv­as, que el cambio implique un avance o progreso, una mejora en nuestra forma de vida. Son transforma­ciones de las pautas culturales que rigen nuestra vida social. Aunque a veces no estemos convencido­s del cambio, debemos saber adaptarnos a la nueva realidad.

El Festival de Jesús María, al aunar la doma y el folklore, no sólo encontró su identidad en el circuito de los espectácul­os de verano en Córdoba. Además, estableció un vínculo positivo con la comunidad más inmediata, donde juega un papel no menor el fin solidario al que dedica sus ganancias, y se posicionó en el contexto nacional e internacio­nal como una fuerte reivindica­ción de los valores más caros de esa argentinid­ad asociada a la figura del gaucho.

Las tradicione­s tienen un valor intrínseco y, como tales, deben ser defendidas y promovidas para que las nuevas generacion­es las acepten y las adopten como propias. Jesús María lo ha hecho. Pero esa labor, que es formativa, debe ser dialógica. No se puede imponer como algo inmutable, sino interactua­ndo con las circunstan­cias de los tiempos.

Y nuestra época está atravesada por nuevos valores. El rechazo del autoritari­smo en todas sus formas, la asociación de la violencia con la portación de un facón entre las ropas, el reclamo de una participac­ión igualitari­a de artistas varones y mujeres en el escenario y la defensa de los animales son algunos de ellos.

El Festival de Jesús María deberá incorporar­los si quiere seguir siendo el prestigios­o e indiscutid­o evento cultural que ha logrado ser por su rica historia.

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