El desafío de abrir y la utopía de cobrar son regla y no excepción
Paulo Dybala y Renzo Saravia, y antes Matías Suárez, Franco Vázquez y Cristian Pavón, en la selección mayor; Nahuel Bustos en las juveniles, como un tiempo atrás Joaquín Novillo, Cristian Romero y Bruno Amione, demuestran que la usina generadora de la Liga Cordobesa sigue prendida y más vigente que nunca.
A esa lista podrían sumarse nombres como los de Javier Pastore, Ramón Ábila, Emanuel Reynoso, Julio Buffarini, Gonzalo Maroni, Franco Vezzoni (Inter), quienes prueban que la calidad del jugador que sale del fútbol de los barrios es importante.
Y algo parecido sucede con el fútbol femenino para los casos de Paulina Gramaglia, Magalí Chavero, Jazmín Allende, Jazmín Díaz, Catalina Ongaro, Juliana Berardo y Catalina Primo, quienes también salieron de la liga y ya han tenido convocatorias a las juveniles en un medio que ya empezó a profesionalizarse.
Las indemnizaciones por la formación de futbolistas y los montos que les corresponden a los clubes cordobeses por venta parcial o total de sus pases deberían ser recursos suficientes como para cambiarles la vida a estos clubes y permitir cubrirse mejor en materia de seguridad.
Sin embargo, no siempre resulta tan fácil juntarse con los recursos. Los montos por formación tardan años en llegar y en otros casos ni siquiera hay acuerdo por la forma de pago (caso “Bebelo” Reynoso por el que Cibi no percibió pagos de Boca ni de Talleres por el 20 por ciento del pase que tenía). En Instituto, por caso, están esperando aún pagos por Ramón Ábila desde el Cruzeiro. Unión Florida es uno de sus formadores, y también espera percibir por el mecanismo de solidaridad.
Finalmente, la ley de formación deportiva (establece el pago de los derechos de formación entre instituciones y los obliga a abonar el 5 por ciento de los contratos brutos cada vez que firman un contrato con futbolistas que hicieron inferiores en otra institución) es una herramienta que beneficiará a varios clubes de la liga.
Hasta que sea un ingreso cierto, la realidad les seguirá marcando a los dirigentes de los clubes que deberán seguir sacando dinero de donde no tienen para abrir las puertas de las instituciones a sus deportistas, con los elementos e indumentarias del caso, darles una colación y una eventual asistencia psicológica y psicopedagógica, psiquiátrica, sociológica, nutricional y demás.
Y deberán rezar para que Epec y Aguas Cordobesas no les corten los servicios y les ofrezcan un pago diferenciado y más accesible. Encomendarse a Dios también será el recurso para evitar el daño y robo de sus instalaciones.