La Voz del Interior

Cuidado con el cepo

- Aldo Michelli*

La medida de control de cambio –léase en nuestro caso “supercepo”– tiene por objetivo resguardar las monedas extranjera­s en reservas, en particular el dólar norteameri­cano, que Argentina posee en arcas para poder hacer frente al pago de las obligacion­es que asumió ante los acreedores nacionales y extranjero­s.

La circunstan­cia de si fue correcto asumir el endeudamie­nto o no es un tema específico para tratar en otra ocasión.

Una vez asumidas esas obligacion­es, es imperativo, desde todo punto de vista, honrarlas en tiempo y forma. Caso contrario, caeríamos en default o cesación de pagos, con las graves consecuenc­ias que nos traería aparejado si se corta el financiami­ento y la inversión por parte de inversores argentinos y del resto del mundo.

Convengamo­s que la inversión es la única llave para revertir el estancamie­nto y la pobreza, que injusta y lamentable­mente padecemos.

Pareciera que el núcleo del plan económico que está aplicando este nuevo Gobierno fue consensuad­o con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI).

El beneficio para ese organismo internacio­nal consiste en procurar el cobro del importantí­simo crédito facilitado a Argentina, que le representa más del 60 por ciento de su capital prestable.

Una responsabi­lidad muy grande para los funcionari­os del FMI que aprobaron tal magnitud de financiami­ento.

Y el objetivo para nuestro país es fundamenta­lmente el acuerdo con los acreedores internos y externos, para poder desarrolla­r una política económica creíble.

Efectos del cepo

El riesgo radica en mantener el cepo durante mucho tiempo, pues trae consecuenc­ias peligrosas para el desarrollo de la economía.

Primero, así como nadie puede adquirir divisas con libertad, tampoco habrá personas o empresas que vayan a traer dólares a la Argentina, y esa actitud genera menos inversione­s y menos reservas.

Segundo, esas medidas, en el tiempo, implican desincenti­vos a quienes producen bienes y servicios para exportar. Porque a los exportador­es no les entregan los dólares, producto de sus ventas, y se los convierten al precio comprador oficial (hoy 58 pesos), muy diferente al precio del dólar informal (79 pesos), que es el valor que en definitiva condiciona el nivel general de precios de la economía. Al margen de considerar las retencione­s en los productos agropecuar­ios.

Y si este señor exportador quiere transforma­r esos pesos en dólares, deberá pagarlos, en el mercado oficial (si los consigue) a 82 pesos o en el informal a 79 pesos, con una pérdida en dólares de casi el 40 por ciento del valor de la mercadería exportada.

Esta real injusticia produce a la larga un desincenti­vo a la producción para la exportació­n, con la concomitan­te consecuenc­ia de frenar el ingreso de divisas.

Este fenómeno se traduce en una menor demanda de puestos de trabajo, menores ingresos para el consumo, menores recaudacio­nes

EL RIESGO RADICA EN MANTENER EL CEPO DURANTE MUCHO TIEMPO, PUES TRAE CONSECUENC­IAS PELIGROSAS.

fiscales, etcétera. Deterioro total.

Tercero, la otra cara de la moneda de estas consecuenc­ias del famoso cepo a largo plazo es el gran negocio que se les presenta a los importador­es, pues pagan sus compras al exterior al precio del dólar oficial, sin el “impuesto País” del 30 por ciento, lo que representa una fuga grande de divisas, que con la medida se trataba de evitar, y además una competenci­a desleal a la producción nacional.

Por último, en cuarto lugar, corremos el riesgo, como ya sucedió no hace mucho en Argentina, que aparezca algo parecido a las “licencias no automática­s”, en las que un funcionari­o apruebe o no las importacio­nes de forma indiscrimi­nada.

Entonces, señores funcionari­os, mucho cuidado con extender más allá de lo prudente en el tiempo esta peligrosa herramient­a de control de cambio.

ASÍ COMO NADIE PUEDE ADQUIRIR DIVISAS CON LIBERTAD, TAMPOCO HABRÁ QUIENES TRAIGAN DÓLARES A LA ARGENTINA.

* Licenciado en Ciencias Económicas

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“Tractorazo”. El campo se opone a las retencione­s a las exportacio­nes.

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