Ahora sí, el día tiene 48 horas
“Ya sé, papá, que no son vacaciones. Porfa, no lo digas de nuevo”, le dijo Benja (10) a José, que quedó mudo. La suspensión de clases la última semana y ahora, el agregado de la cuarentena total ponen a prueba el palpitar diario de las familias puertas adentro.
¿Cómo sobrevivir las 24 horas siete días a la semana, todos juntos y sin saber con certeza por cuánto tiempo? ¿Cómo llevar un día a día amigable sin que nos ladremos unos a otros? ¿Cómo lograr que los chicos tengan un cierto ritmo escolar, cuando el año lectivo a full no había empezado aún? ¿Cómo no alterarnos con los contenidos escolares, en un formato tan diferente a la clase en el aula? ¿Cómo contener las ansiedades, cómo informarnos sin entrar en pánico, cómo construirnos espacios propios? ¿Cómo hacer todo esto y, además, aprender a trabajar en forma remota porque hemos instalado la oficina en el living?
Todas las familias atraviesan, por estos días, su propio tsunami. No estamos acostumbrados a vivir 24 por siete todos juntos sin tener la certeza de que el 31 termina.
No hay recetas mágicas: hay que acomodarse y ver en esta cuarentena todas las oportunidades.
Lo primero que recomiendan los especialistas es conversar en familia y hacer acuerdos. “Cada familia tiene que juntarse y establecer reglas más o menos explícitas; hay gente que lo hace siempre, otros que lo intentan y otros que ni saben”, recomienda el pediatra Enrique Orschanski. ¿Qué reglas? Las de funcionamiento en general para esta nueva experiencia: horarios, roles, espacios, actividades, límites, precauciones, pantallas. Si el adulto tiene los auriculares puestos, se puede acordar que es porque está trabajando y no hay que molestar, por ejemplo.
“Tenemos que lograr conservar el ánimo y el humor de todos, eso implica no sobrecargarnos; es importante armar equipo con todos los integrantes de la familia. A los chicos los hace sentir útiles e importantes ser parte de la organización y sostén de la casa. Tenemos que lograrlo sin órdenes, retos ni reclamos: podemos hacer una asamblea familiar para que hacer acuerdos y organizar turnos o repartir tareas”, sugiere Maritchú Seitún, psicóloga especializada en crianza.
Lo segundo que aconsejan es el mantener una rutina. “El horario para los chicos y para los adultos hay que tenerlo a salvo”, dice el psicólogo Alejandro Di Barbieri, autor del libro Educar sin culpa, entre otros. A la mañana hay que levantarse a un horario no muy diferente del de todos los días, vestirse y desayunar. Hay que establecer
“Siempre decimos que necesitábamos días de 48 horas... bueno, ahora las tenemos”, acota Di Barbieri.
Si hay niños pequeños, se puede estar muy presentes para que aprendan a ir solos al baño o a tomarse una ducha o a que hagan solos las tareas. Para los más grandes puede ser una oportunidad para aprender a cocinar y a hacer algunas tareas domésticas más complejas que levantar o poner la mesa. Seguro que hay tareas domésticas pendientes que resolver: archivar fotos, ordenar placares, seleccionar juguetes, armar la huerta que todos siempre quisimos, aunque sea en una maceta.
Es clave organizar los espacios: dónde se va a hacer la tarea, dónde los adultos armarán su oficina –si es que tienen que continuar con sus trabajos en casa– y dónde estará el lugar para el juego. Si se tiene un patio, ese auxilio es vital. “En una misma sala no pueden convivir chicos haciendo la tarea, padres trabajando y alguno pelando papas”, acota el pediatra
Orschanski. “El espacio físico condiciona mucho, cada uno se va a sus tareas, volvemos y la noche no nos matamos”, agrega con humor.
“Nosotros ahora tenemos una casa con espacio, gracias a Dios. Hasta hace unos años vivíamos en un departamento chiquito; Briana es la única que lo recuerda. Así que le digo, cuando se pone de mal humor: ‘imagínate si estuviéramos los cinco en el departamento ahora’, como para que pueda dimensionar y valorar”, dice Gabriela, mamá de tres. Si no hay espacios, porque se está en un departamento, hay que organizar turnos para hacer las cosas en el mismo ambiente.
Tantas horas libres, casi que de repente, pueden ser la oportunidad de redescubrir los vínculos. “En estas situaciones de emergencia se ponen a prueba los vínculos, si se venía honrando o se estaban descuidando”, aporta Sergio Sinay, psicólogo especialista en vínculos. “Es una caja de ahorros afectiva, donde en lugar de efectivo, están los afectos; que se usan para un proyecto o para una emergencia. En este caso, hay una emergencia”, dice.
Hay que aflojar la presión de lo deseable e ir construyendo lo posible. Nadie imaginaba 10 días atrás que de nuestras agendas iban a desaparecer los horarios, las corridas por llevar a fútbol o danza, las salidas, las demandas. Todo eso se esfumó y es tiempo de movernos sin tanto gasto, salidas ni horarios. Es el tiempo de vincularnos con la familia pequeña y que, para cuando pase la cuarentena, este más fuertes.
Para los especialistas, hay que ser claros con los más chicos. “Una de las recomendaciones es explicarles que esto es para ayudarnos entre todos”, dice Claudia Amburgo de Rabinovich, medica psicoanalista.
CADA FAMILIA TIENE QUE JUNTARSE Y ESTABLECER REGLAS MÁS O MENOS EXPLÍCITAS. HAY GENTE QUE LO HACE SIEMPRE. Enrique Orschanski, pediatra