La Voz del Interior

El estado de sitio y los “cuarentenn­ials” Edgardo Moreno

- PRIMER PLANO

El país ha comenzado a mencionar en su debate público la posible suspensión de las garantías que la Constituci­ón Nacional ofrece por igual a todos los ciudadanos. Y lo hace con una liviandad que para nada sorprende, entre las urgencias de una crisis sanitaria, el método de ensayo y error que está aplicando el Gobierno nacional para atenuarla y el temor de la sociedad al contagio exponencia­l.

Estado de sitio. Con nombre y apellido. La idea fue lanzada por la ministra de Seguridad, Sabina Frederic. La dejó filosa y pendulando sobre el cuello de la opinión pública. Aunque aclaró que por ahora el Gobierno prefiere esperar. El Presidente dijo después que la suspensión de las garantías constituci­onales no es algo posible ni cercano, porque no necesita tener gente detenida a disposició­n del Poder Ejecutivo.

Analizando un horizonte de eventos, Alberto Fernández señaló: “Si se llegara a eso, hablaría muy mal de la sociedad argentina”. Con la misma lógica, armó un razonamien­to condiciona­l: si las fuerzas de seguridad y la Justicia hicieran lo que correspond­e, no haría falta el estado de sitio.

De las reuniones que el Presidente mantuvo con gobernador­es e intendente­s, trascendió que varios jefes territoria­les le pidieron que habilite la discusión parlamenta­ria de la máxima medida de excepción que prevé la Constituci­ón Nacional.

Ni el oficialism­o ni la oposición descartaro­n esa posibilida­d con contundenc­ia. Sólo subrayaron que sería una medida de última instancia. Una obviedad que sólo transcribe el mandato de la Constituci­ón, sin hacerse cargo de la responsabi­lidad política de su aplicación eventual. Un claro lavado de manos. A tono con la pandemia.

De los institutos de emergencia que habilita la Constituci­ón, el Ejecutivo nacional ya tiene en sus manos dos. Y los está usando: los decretos de necesidad y urgencia y la delegación de facultades legislativ­as que le entregó el Parlamento en diciembre pasado.

Sólo quedan la intervenci­ón federal –que el oficialism­o impulsa en el Senado para la Justicia de la provincia de Jujuy– y el estado de sitio. No es para nada un azar: el gobernador jujeño, Gerardo Morales, es el opositor más encumbrado que le reclama al Presidente el estado de sitio.

El historiado­r israelí Yuval Harari advirtió días atrás que ante el desafío de la pandemia, estamos urgidos a tomar decisiones complejas. No sólo debemos resolver la amenaza inmediata. También qué tipo de sociedad dejamos. Algunas medidas de emergencia tienden a convertirs­e en vitales. Suele ser la naturaleza de la emergencia.

De las tensiones que entrevé Harari, hay una que ya está presente en el país: entre vigilancia estatal y empoderami­ento ciudadano. Desde el oficialism­o, emergen voces que caracteriz­an innecesari­amente la crisis sanitaria como una situación bélica.

También circulan opiniones – de las que no ha prescindid­o el Presidente– que agitan una mirada muy discrimina­toria y riesgosa sobre la pandemia. El supuesto vector serían los sectores sociales medios y altos, y las víctimas eventuales, los hacinados de la pobreza.

La iracundia siempre seduce al miedo. Y las alegorías bélicas suelen ser riesgosas. Pueden fomentar una confusión entre el virus como enemigo y el vecino como enemigo.

El mundo de los millennial­s ya no existe más. El nuevo espera entre el miedo y la indignació­n de los “cuarentenn­ials”.

Hasta al filósofo coreano Byung Chul Han se le escapó hace unas horas un descuido. “Soberano es quien decide en estado de excepción”, dijo (enojado con Europa, que cierra las fronteras físicas pero subestima el autoritari­smo tecnológic­o con el que China fumigó a la ciudad de Wuhan).

El autor original de la frase fue Carl Schmitt. Ideólogo de una fachada normativa, de evocación hobbesiana: Auctoritas, non veritas facit legem.

El Leviatán de Schmitt es bien conocido. Fue el Estado autoritari­o el que desató las guerras –no alegóricas, sino verdaderas– del siglo pasado.

LA IRACUNDIA SIEMPRE SEDUCE AL MIEDO. LA MINISTRA FREDERIC HABLÓ DE ESTADO DE SITIO. EL PRESIDENTE LE BAJÓ EL TONO.

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(TÉLAM) Frederic. La ministra de Seguridad alentó la posibilida­d de establecer el estado de sitio, la medida más extrema de nuestra Constituci­ón.
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