El aislamiento, un compromiso crucial
El aislamiento social preventivo obligatorio es por ahora la principal herramienta para prevenir el avance del coronavirus y evitar una catástrofe sanitaria en Argentina similar a la que afecta a países de Europa. Pero los más de mil detenidos en la provincia de Córdoba por violar la cuarentena nos muestran que somos renuentes a acatar las disposiciones, aun frente a situaciones de extrema vulnerabilidad.
Entre las medidas recomendadas para no ser víctimas de este enemigo epidemiológico invisible que azota a gran parte del mundo, el aislamiento social es, sin dudas, el más difundido por todos los canales de comunicación.
Es por ello impertinente y hasta temerario que muchos ciudadanos desatiendan las advertencias y pongan en peligro la salud propia y la de terceros.
Es cierto que durante los últimos días se han notado progresos respecto de respetar lo decretado el pasado jueves por el presidente de la Nación, Alberto Fernández. Pero el aislamiento social preventivo es propalado no sólo por las autoridades políticas sino también, y de manera especial, por numerosos médicos expertos en epidemiología.
Se trata de un ejercicio de conciencia en un tiempo de excepciones que jamás imaginamos vivir. También, un gesto de dignidad hacia los millones de compatriotas que han mensurado la gravedad de la situación y cumplen con la obligación trasformada en eslogan: “Quedate en casa”.
“Nadie puede moverse de su residencia, todos tienen que quedarse en sus casas; es hora de que comprendamos que estamos cuidando la salud de los argentinos”, afirmó con énfasis el Presidente al comunicar la medida. Sin embargo, horas después fuimos testigos de aglomeraciones inadmisibles de personas adultas que pugnaban por cobrar sus haberes previsionales en los bancos oficiales. O de vecinos que se volcaron sin los más mínimos recaudos sanitarios a los grandes centros de compras que, si bien están habilitados para funcionar en la contingencia, tienen horarios y ordenamientos internos que no justifican los desbordes y la falta de cuidados.
Quién puede negar que transitamos un problema complejo y en no pocos casos traumático en los hogares por un aislamiento al que no estamos acostumbrados. Pero, vale la reiteración, es la principal receta que tenemos por ahora a mano para enfrentar la fase más crítica que se espera de una pandemia que seguramente modificará los usos y las costumbres de la población y tendrá secuelas económicas.
“Al coronavirus lo frenamos entre todos. Quedate en casa”. Una reflexión madura dirigida al compromiso comunitario, incluidos los organismos pertinentes asignados a la decisiva tarea de ajustar los controles.