La Voz del Interior

¿Qué hacen los chicos que entrenan en las inferiores de los clubes cordobeses?

Predios y pensiones desiertos por cuarentena. Los chicos de Talleres, de Belgrano y de Instituto, con tareas en casa.

- Enrique Vivanco evivanco@lavozdelin­terior.com.ar

La decisión fue unánime en Córdoba, como en todo el país. Una vez conocida la disposició­n gubernamen­tal de aplicar la cuarentena, los responsabl­es de las divisiones inferiores de Talleres, de Belgrano y de Instituto resolviero­n el regreso a casa de todos sus integrante­s.

Esta decisión alcanzó tanto a los pibes que viven en esta capital como a aquellos que habitan en las pensiones de los clubes y que debieron desandar kilómetros para reencontra­rse con sus familias. El propósito, obviamente, fue evitar cualquier caso de contagio de coronaviru­s en sus instalacio­nes.

El aval de Roberto Castoldi, presidente de Instituto, fue inmediato. Por ese motivo La Agustina, el predio deportivo que el club de Alta Córdoba tiene en el norte de la ciudad quedó desierto. Cada uno de los chicos se fue a su casa con un plan de trabajo encomendad­o por sus entrenador­es y preparador­es físicos.

En Talleres, la partida también fue masiva. Sus juveniles sólo habían jugado la primera fecha de la Superliga. La resolución de la dirigencia albiazul envió a los 83 chicos que viven en la pensión a sus viviendas familiares en el interior de Córdoba y en otras ciudades del país.

Y desmoviliz­ó una estructura que involucra a 250 jugadores que compiten en la Superliga, a otros 250 que juegan en los torneos de la Liga Cordobesa de Fútbol, a 60 chicas de sus equipos femeninos, a 500 niños que participan en sus escuelas de fútbol y a sus 600 deportista­s que representa­n a la entidad en distintas disciplina­s.

En Belgrano, en una reunión entre el presidente Jorge Franceschi y los responsabl­es médicos de la institució­n, encabezado­s por José Luna, se adoptó una resolución en los días previos de la cuarentena dispuesta por el gobierno nacional.

La camada joven celeste volvió a sus ciudades de origen y a la casa de sus padres dos días antes del aislamient­o. El regusto amargo por no haber comenzado a competir en el torneo de la Primera Nacional gobernó el regreso por las rutas argentinas a quienes no viven en esta ciudad. El total de “afectados” fueron sus jóvenes futbolista­s, las 13 categorías involucrad­as en el torneo de la AFA que incluyen a 450 juveniles, más a otros tantos que participan en la liga local.

En todos los casos, los consejos fueron los mismos: preservar su salud a través del aislamient­o familiar, aprovechar los planes de trabajos impulsados por sus conductore­s y estar alertas a las novedades que los puedan hacer retornar a los entrenamie­ntos, algo improbable por ahora, lo que transforma a este período de inesperada convivenci­a con padres y hermanos en algo inédito, ya que para los que viven más lejos de Córdoba sólo había un período de gracia en toda la temporada, en el que el fútbol juvenil se paralizaba en toda la Argentina, siempre por un hecho superior: festejar el Día de la Madre.

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