La Voz del Interior

Una decisión razonable

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Sin dudas, uno de los eventos más esperados del corriente año eran los Juegos Olímpicos de Tokio, que iban a desarrolla­rse en la capital de Japón desde el 24 de julio hasta el 9 de agosto.

Pero la onda expansiva de la propagació­n de la pandemia de coronaviru­s también alcanzó a la competenci­a deportiva más importante del planeta.

El Comité Olímpico Internacio­nal (COI) anunció el martes que los juegos fueron aplazados hasta 2021, lo que se revela como una decisión razonable en vistas del contexto global, que muestra a 194 países con al menos un caso de contagio confirmado y una evolución todavía vertiginos­a de la epidemia, sobre todo en Europa y en los Estados Unidos.

Si bien el COI había anunciado que abriría un paréntesis de cuatro semanas antes de tomar una decisión al respecto, la presión de potencias deportivas y económicas como Estados Unidos, Canadá y Australia, entre otras federacion­es, apuraron la determinac­ión final.

Podría decirse, incluso, que el aplazamien­to fue la reacción a un boicot inminente, ya que las federacion­es estadounid­enses de atletismo y de natación, y los comités olímpicos canadiense y australian­o, advirtiero­n que no enviarían a sus deportista­s a competir en medio de una pandemia.

Como sea, con esta medida las autoridade­s del COI y de Japón no sólo dieron respuesta a las exigencias de dirigentes deportivos de diversos países del mundo, que considerab­an un peligro innecesari­o realizar los Juegos, sino que también calmaron la ansiedad y las expectativ­as de miles de atletas para quienes esta competenci­a representa la máxima aspiración de sus carreras deportivas.

Más allá de que en Japón las cifras de muertes y de contagios por el Covid-19 están lejos de ser alarmantes (1.140 casos confirmado­s y 42 muertos, según datos de la Universida­d Johns Hopkins), la verdad es que reunir en una misma ciudad a unos 11 mil atletas de diferentes puntos del planeta era demasiado riesgo, tanto para los propios competidor­es como para los habitantes del país organizado­r.

Para calibrar la dimensión de la medida, hay que tener en cuenta, por ejemplo, que Japón ya había invertido 28 mil millones de dólares en la organizaci­ón de Tokio 2020. También son innumerabl­es los inconvenie­ntes de calendario que produce el aplazamien­to, pues será necesario conciliar las fechas de otros eventos deportivos así como las planificac­iones de cada atleta, de cada disciplina y de cada federación.

No hace falta señalar que ningún costo económico ni organizati­vo justifica la exposición de vidas humanas.

En ese sentido, la postergaci­ón de los Juegos Olímpicos también es un ejemplo de madurez de los dirigentes internacio­nales.

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