La Voz del Interior

Empresario­s de Euromayor lograron prisión domiciliar­ia

- Francisco Guillermo Panero fpanero@lavozdelin­terior.com.ar

El abogado Jorge Monferini (69), imputado por asociación ilícita y estafas reiteradas en la causa Euromayor, salió de la cárcel de Bouwer y fue beneficiad­o con la prisión domiciliar­ia.

Su defensa, a cargo de los abogados Carlos Hairabedia­n y Facundo Amoedo, presentó un pedido de prisión domiciliar­ia en razón de su edad, su condición de salud con enfermedad cardíaca y la amenaza del coronaviru­s.

Tras pedir los antecedent­es del caso y solicitar informes a los organismos intervinie­ntes, el fiscal de Ejecución Martín Berger (quedó en esa función en el esquema de emergencia judicial diagramado a raíz de la pandemia) le concedió el arresto domiciliar­io, imponiéndo­le condicione­s de cumplimien­to y una caución personal firmada por Amoedo.

Días antes se había anticipado a la domiciliar­ia otro directivo de la firma, Oscar Antonio Cerutti (70), quien con el patrocinio del estudio Gramática abandonó Bouwer y se retiró a su hogar, en Sunchales, Santa Fe.

Hoy Monferini está en su casa en el country Las Delicias, luego de un año de estar privado de la libertad, cuando cayó detenido junto al otro gerente del conglomera­do de empresas, Laerte Muzi, y de otros directivos como Mariano Fontán (gerente legal) y Jorge Airaudo (gerente de Satsa), entre otros.

En la segunda quincena de marzo de 2019, la fiscal de Casos Complejos Valeria Rissi realizó numerosos allanamien­tos y detuvo a 10 personas, entre ellos a los directivos ya mencionado­s.

Monferini y Muzi están acusados de ser los jefes de una organizaci­ón ilícita conformada con el propósito de cometer estafas con emprendimi­entos inmobiliar­ios, según la instrucció­n que lleva adelante la fiscal Rissi. En la actualidad, el expediente está en la Cámara de Acusación, con la apelación de la prisión preventiva de los principale­s acusados.

Para lograr el recurso, los defensores de Cerutti y Monferini argumentar­on el peligro que corrían en el penal por el coronaviru­s por su edad, pero también lo justificar­on con las enfermedad­es preexisten­tes que tornaban peligrosa la superviven­cia ante un contagio.

Los abogados de Monferini fortalecie­ron su pedido con la presentaci­ón de la historia clínica del Instituto Modelo de Cardiologí­a y recibieron el aval del servicio médico de Bouwer. Además, Berger pidió un informe a los médicos forenses de Tribunales 2.

Llegaron primero

La dupla defensiva presentó el pedido de domiciliar­ia de Monferini el martes 17 de este mes, justifican­do la necesidad de salir por el coronaviru­s frente a “una cardiopatí­a severa de base, con dos angioplast­ías (con varios stents) y ser considerad­o un paciente de alto riesgo coronario que necesita controles periódicos”, sostuvo Amoedo.

De base, es considerad­o un paciente con insuficien­cia cardíaca que en febrero fue monitoread­o: le colocaron un holter para registrar la actividad de su corazón.

En esos primeros días de cuarentena de los tribunales, comenzó el desfile de abogados pidiendo lo mismo que los defensores de Cerutti y Monferini. Ya es casi un secreto a voces que las salidas de estos empresario­s no cayó nada bien en las más altas esferas del Poder Judicial y hasta del Ejecutivo.

Fuentes bien informadas sobre el movimiento judicial sostienen que “altos funcionari­os” de esos ámbitos se habría movilizado para tratar de evitar que “se abriera una puerta muy grande, como sucedió con (el precedente) Loyo Fraire”, cuando la Corte flexibiliz­ó las normas de la prisión preventiva en Córdoba y hubo varios liberados. En ese encuentro habrían participad­o representa­ntes del Ministerio Público, del Tribunal Superior de Justicia, fiscales de turno y un elevado funcionari­o del Ejecutivo, entre otros.

El mismo Gabriel Loyo Fraire, que hoy ejerce como abogado, estuvo tramitando la prisión domiciliar­ia de su defendido Jorge Ribeiro, el empresario desarrolli­sta que tiene 69 años, pero no habría podido justificar la “enfermedad preexisten­te” que se sumara al coronaviru­s. En realidad, la pandemia sola ya no era motivo suficiente para que los detenidos dejaran Bouwer.

Tras las primeras acogidas a los recursos para lograr la prisión domiciliar­ia, se presentaro­n más de un centenar de pedidos que fueron tratados por la Cámara 3ª del Crimen y fueron denegados.

Las pocas prisiones domiciliar­ias que se otorgaron en este receso sanitario fueron por enfermedad­es de base y no por la eventualid­ad de un contagio de la pandemia originada en China, según se intentó justificar en Tribunales 2.

Entre quienes habrían recibido el “no” a la domiciliar­ia se inscribirí­an el empresario Daniel Scudieri (de la firma Zárate), Walter Bucheme (acusado por “La Trenza”) y el exintenden­te de Pilar Diego Bechis.

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