El “streaming”, un aliado vital en la contingencia
En medio del parate total generado por el avance del coronavirus, la industria cultural permanece en estado de shock por una crisis que no vio venir y que siente en primera persona, casi como ningún otro rubro asociado a la economía. La revista Billboard, una de las grandes marcas periodísticas del mundo de la música, publicó un informe en el que da cuenta de la magnitud de la situación en el negocio de los conciertos en vivo.
Según el artículo, muchos promotores y productores intermedios serán los primeros mártires de esta imposibilidad total de realizar eventos, además de todo aquel personal que ya se encuentra parado desde hace algunas semanas, luego de que se empezaron a cancelar eventos masivamente.
Las grandes productoras tienen la espalda para paliar algunos meses de incertidumbre, pero son los agentes más pequeños los que corren alto riesgo de desaparecer, concentrando aun más una industria ya controlada en buena parte por unos cuantos magnates.
En ese sentido, el streaming apareció de la noche a la mañana como una opción de salvataje para músicos que estaban por dar un concierto y debieron posponerlo indefinidamente. Luego se convirtió en una opción para productoras y marcas que generaron ciclos propios para afrontar la cuarentena. Ahora bien, ¿es una herramienta que puede servir para pensar más allá de la contingencia?
Plataformas de transmisión en vivo como Twitch pueden llegar a convertirse en canales de conexión directa con fans acostumbrados a “donar” fondos para que esos agentes continúen sus transmisiones. ¿Es factible trasladar esa lógica al mundo del espectáculo y cada una de sus aristas?
“Vamos a buscar sponsors que quieran bancar en distintos niveles la movida y la plataforma”, explica Tomás Pendini, de la ticketera on line Alpogo.com. Junto con la productora MUSURE, acaban de lanzar desde Córdoba la plataforma de transmisión HomeMusic, donde el contenido se transmite gratuitamente, pero el público puedo donar a los artistas a través del sistema Mercado Pago.
“También entendemos que dentro de cada una de las plataformas –como Twitch, por ejemplo– hay maneras de monetización que también podrían ser exploradas. Pero la verdad es que al ser todo tan incipiente uno también va buscando la forma mientras hace”, reflexiona Pendini.
“El tema del streaming es la falta absoluta de monetización. Vos podés hacerlo en tu casa, pero, ¿a quién se los vas a cobrar y por qué?”, analiza a su turno Hernán Casciari. El escritor, rápido de reflejos, ideó un espectáculo de narración de cuentos por YouTube. El acceso era pago, pero incluía un cupón para pedir delivery de comida. “PedidosYa, en vez de auspiciarme a mí, lo que hace es gastar ese presupuesto en darle nueve dólares en un cupón a las personas que me ven esa noche. Entonces, la entrada te sale 800 pesos, pero en realidad estás teniendo 600 pesos para cenar, y eso me parece que lo hace muy atractivo, como producto, como servicio, y desde ese lugar se puede monetizar sin ningún problema”, comenta el escritor.
Más allá del caso puntual de Casciari –que le saca el jugo a su propio capital simbólico y a la comunidad on line que supo construir–, la mayor incertidumbre descansa en los eslabones más finos de la cadena.
El streaming puede generar ingresos a través de donaciones y de transmisiones pagas, pero no parece poder dar respuesta para reemplazar a estructuras de producción en las que trabajaban decenas o cientos de personas.
Probablemente sea un punto de inflexión para las transmisiones on line de todo tipo y dé lugar a manifestaciones novedosas. Sin embargo, no será la herramienta que salvará a la producción cultural. Eso, en todo caso, será potestad de quienes logren sobrevivir a los próximos meses de incertidumbre.