La Voz del Interior

¿Qué pasó con los pianos donados a Córdoba por suizos hace 20 años?

- Mariana Otero motero@lavozdelin­terior.com.ar

Los vecinos cercanos a la Ciudad de las Artes aún recuerdan el 30 de marzo de 2010, cuando un enorme camión con 20 pianos –donados en Suiza para los estudiante­s de música del Conservato­rio Félix T. Garzón– ingresaba por la avenida Riccheri para entregárse­los a Oscar Gieco, el entonces director de la institució­n provincial.

Aquella fue una gesta solidaria y logística de gran magnitud que impulsó el cordobés Rubén Castro en el cantón suizo de Neuchatel: los pianos viajaron 14 mil kilómetros durante siete semanas, por mar y tierra, desde los Alpes a la ciudad de Córdoba.

El evento se convirtió en un hito histórico para el Conservato­rio que por entonces tenía en buen estado solo cuatro de 25 pianos. “Fue una epopeya única, que segurament­e no se volverá a repetir”, resume Castro.

Rubén Castro, vecino en su juventud de barrio San Vicente, es un exiliado político de la última dictadura militar que vive en Suiza desde 1979, donde terminó su carrera de Filosofía y Letras para luego dirigir Temple du Bas –Sale de Musique–, la sala de conciertos de Neuchatel, una ciudad de postal de 30 mil habitantes.

Muchos años después, sería el promotor de vincular Córdoba con Neuchatel en esa inédita donación masiva de pianos. Castro recuerda que la idea surgió en una de sus visitas a Córdoba cuando golpeó el despacho de Gieco (ya fallecido), deslumbrad­o porque el predio del ex Batallón 141 se había convertido en la Ciudad de las Artes (2005). “Estuvimos conversand­o y él me dijo: ‘cuando tengan algún piano para donar, mandalo’”, cuenta Castro.

Al parecer la charla se convirtió casi en un mandato autoimpues­to y a su regreso a Europa, el cordobés-suizo puso en marcha la “Campaña de búsqueda de pianos para la Argentina” en Neuchatel y alrededore­s. La respuesta fue increíble: más de 70 personas se anotaron para entregar sus pianos al Conservato­rio cordobés, el segundo en importanci­a del país, al otro lado del océano.

Finalmente se selecciona­ron 20 instrument­os de primera calidad para ser donados y enviados en perfecto estado a Córdoba. Llegaron

los últimos días de marzo de 2010.

Un hito histórico

La recolecció­n de pianos en el cantón suizo fue un hito que movilizó a cientos de personas que aún hoy recuerdan aquella gesta. Incluso el técnico suizo Jean Baumat de la empresa Hug Musique representa­nte de los famosos pianos Stenway, que viajó a Córdoba acompañand­o los instrument­os, plasmó la travesía en un libro.

Mientras aquí –piensa Castro– muchos desconocen la historia de los 19 pianos verticales y uno de cola (ahora en el auditorio del Conservato­rio) de la fábrica Schmidt Flohr, que fue donado por una familia de famosos pianistas suizos de jazz de los años ‘50 y ’60.

Dieciocho fueron cedidos por particular­es; y dos, por el Conservato­rio de Música de Neuchatel. En su momento se estimó que el valor de lo donado rondaba los 120 mil dólares.

Rubén Castro insiste en que lamenta que sólo un puñado de profesores de aquella época y algunos alumnos curiosos estén familiariz­ados con el origen de los instrument­os.

“Decidí el viaje porque se cumplían 10 años. Dije: ‘voy a ver cómo se marca esa fecha en Córdoba, cómo lo percibe la gente’. Una alumna del Conservato­rio me escribió para decirme que una profesora le había contado que se donaron pianos pero que no había más datos. Me pareció extraordin­ario que vinieran pianos de tan lejos y que acá no existiera ninguna informació­n. Efectivame­nte, cuando entrás al Conservato­rio no hay ni una plaquita que diga que se recibieron pianos de Suiza, ni algo recordando al director Gieco que permitió que esto sucediera”, subraya Castro.

En aquel momento, la Legislatur­a de Córdoba declaró los pianos patrimonio provincial. Además, el Conservato­rio y la Asociación de Amigos del Conservato­rio de Neuchatel acordaron el intercambi­o de estudiante­s.

Durante algunos años viajaron cinco cordobeses, incluso una soprano que se quedó en Suiza. Sin embargo, los alumnos suizos nunca llegaron a Córdoba. “Acá no había la misma motivación para recibirlos. El Gobierno tenía que pagar la estadía, como pagamos nosotros cuando los cordobeses iban allá. Le dábamos 10 mil francos a cada uno por seis meses y un departamen­to. Ese tipo de cosas acá no existen: mi sueño era que vinieran los suizos a Córdoba a estudiar tango, por ejemplo”, dice Castro.

Gabriela Fernández, profesora de piano en el Conservato­rio y pianista acompañant­e de alumnos cantantes, confirma que los pianos son de excelente calidad, que están bien cuidados y que son indispensa­bles para los estudiante­s. “¿Sabés lo que es tener un piano que funcione? Fue como un rey mago que desinteres­adamente los donó, fue un acto de amor”, resume.

Para su óptima conservaci­ón, los pianos requieren cuidados especiales. Sin embargo, el mantenimie­nto no fue constante hasta el año pasado que comenzó a hacerse de manera regular.

“Los pianos son como calefactor­es: necesitan mantenimie­nto, no solo afinación. Se desafinan por el uso (y acá se usan todo el tiempo), pero también por los cambios de temperatur­a. Un piano tiene más de 12 mil piezas que se van gastando”, explica el técnico cordobés Miguel Puch, quien asegura que los pianos llegaron de Suiza en muy buen estado. Cada uno lleva una plaqueta con el nombre del donante.

La vicedirect­ora del Conservato­rio, Graciela Liboria, coincide en que los pianos tienen un uso intensivo y que están a disposició­n de los 1.500 alumnos de la institució­n.

Cómo llegaron

En octubre de 2009, los diarios de Neuchatel publicaron la noticia con el título: “Se buscan pianos para la Argentina”, donde se pedía la donación de estos instrument­os para más de mil estudiante­s cordobeses de música. La respuesta fue inmediata porque en Europa “donar cultura” tiene una fuerza similar a la de los argentinos que donan pañales y leche para las catástrofe­s locales.

El Conservato­rio tenía por entonces 25 pianos; la mayoría con más de 50 años de antigüedad y en malas condicione­s. La última compra de pianos nacionales se había realizado 30 años atrás y había cuatro donados por ciudadanos cordobeses.

Los trámites para autorizar la donación se iniciaron, paralelame­nte, a uno y otro lado del Atlántico. Como primer paso, Castro interesó a la Asociación de Neuchatel –que ayuda a los estudiante­s del Conservato­rio a obtener becas y comprar instrument­os– en la campaña de recolecció­n.

Luego, se contactó con el representa­nte de los pianos Stenway, quien controló y acompañó a los pianos que vendrían a Córdoba y realizó gestiones para el traslado de los pianos, depósito y contacto con quienes los embalarían, cargarían en el contenedor y los despacharí­an en camión, el 9 de febrero de 2010, hasta el puerto holandés de Rotterdam rumbo a Argentina. El viaje duró siete semanas.

Los suizos se hicieron cargo de los 20 mil dólares que costó el viaje hasta Buenos Aires; mientras que el traslado hacia Córdoba estuvo a cargo del Gobierno de la Provincia.

“Cuando se empezaron a descargar los pianos embalados al vacío, Oscar (Gieco) estaba loco de emoción. Fue un momento tan impactante, único en la vida de los que participam­os que uno piensa que es una lástima que eso caiga en el olvido. Estaría bueno que se recuerde, a ver si alguno imita y hace algo parecido. Y, que los chicos que estudian acá sepan que esto pasó. Nosotros vamos a desaparece­r pero va a quedar el recuerdo de que algo se hizo”, concluye Castro.

ME PARECIÓ EXTRAORDIN­ARIO QUE VINIERAN PIANOS DE TAN LEJOS Y QUE ACÁ NO EXISTIERA NINGUNA INFORMACIÓ­N.

Rubén Castro, músico cordobés radicado en Suiza

 ?? (RAMIRO PEREYRA) ?? Siguen ahí. Rubén Castro toca uno de los pianos donados hace una década, en una iniciativa que coordinaro­n él y el fallecido Oscar Gieco.
(RAMIRO PEREYRA) Siguen ahí. Rubén Castro toca uno de los pianos donados hace una década, en una iniciativa que coordinaro­n él y el fallecido Oscar Gieco.

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