La Voz del Interior

Por qué hace falta un consejo económico y social, según Cristian García de Álamo.

- Cristian García de Álamo*

Imaginemos un barco sacudido por el mar, cuya tripulació­n consigue llegar con inmenso esfuerzo hasta la orilla de una isla. Luego de abrazarse celebrando el milagro de estar vivos, comienzan a mirarse y se preguntan: “Y bien, no estamos muertos, pero ¿cómo sobrevivir­emos a partir de ahora?”.

Un interrogan­te similar sacude hoy la cabeza de millones de argentinos (y del mundo). Es que los pronóstico­s extendidos señalan que, cuando la pandemia acabe, la población se encontrará con una caída del 7% al 10% del producto interno bruto nacional, con tasas de desempleo superiores al 20% y con la pobreza en un histórico 45%.

Si sumamos la inflación, el freno a la producción, la caída de los salarios reales, la restricció­n crediticia y la merma del comercio externo, nuestro escenario no será mucho más alentador que el de aquella isla.

¿Puede alguna inteligenc­ia anticipato­ria minimizar las consecuenc­ias negativas de lo que vendrá? Y si es así, ¿quién podrá?

La respuesta es siempre la misma que en cada etapa de nuestra historia: sólo el pueblo salvará al pueblo. Pero resta al Gobierno generar las condicione­s para que esa solidarida­d e ingenio popular se expresen mediante la urgente creación de un consejo económico y social de los argentinos.

Todos los grupos

Este consejo, que ya fue anunciado por dos presidente­s ante el Congreso (Juan Domingo Perón en 1974 y Alberto Fernández en 2020), servirá para que la participac­ión de todos los grupos sociales y económicos encuentre un cauce institucio­nalizado que permita buscar de manera conjunta las mejores soluciones para el futuro del país.

El pueblo argentino siempre ha ido encontrand­o en su ingenio popular, en su solidarida­d y en su trabajar obstinado la solución a los problemas que en cada época le tocó enfrentar.

No sólo quienes fueron votados deben realizar su aporte hoy. Hacen falta todos aquellos que por vías paralelas hicieron de su vida un servicio a la patria mediante el estudio, el trabajo y la generación genuina de riquezas y de empleos. Los gremios, los movimiento­s populares, los credos y la academia.

La presencia de todos estos grupos representa­tivos del país en el consejo será la garantía para que la palabra empeñada sea cumplida. El convocar a todos es la condición para que ninguna idea útil quede afuera.

Cada sector deberá cumplir aquí con dos aportes: ser la legítima representa­ción de los intereses de su sector y ponerlo en diálogo con los demás sectores. Acordar –que etimológic­amente significa unir los corazones– será el camino que nos lleve a establecer nuevos pactos sociales.

Si estos acuerdos cumplen la misión de reflejar el interés mayoritari­o, pasarán la prueba de fuego de trascender en el tiempo y de convertirs­e en vigas maestras para el desarrollo sostenible.

Pactos necesarios

Un consejo económico y social de esta naturaleza permitirá avanzar en cuatro pactos sociales urgentes para la vida de los argentinos: erradicar la pobreza y garantizar alimento, una reforma fiscal federal, un plan productivo para el pleno empleo y la estabilida­d monetaria.

Sólo por citar un ejemplo de lo que juntos podemos lograr:

Argentina padece un enorme déficit habitacion­al; más del 20% de jefes de hogares desemplead­os o informales tienen experienci­a en construcci­ón y, además, existen más de 12 mil hectáreas fiscales ociosas, mientras la población sigue hacinándos­e en Amba, en Gran Córdoba y en Gran Rosario.

Aquí hay una oportunida­d para mejorar la calidad de vida de la población. Hace falta la suficiente muñeca política para compromete­r a los actores involucrad­os y acordar soluciones sostenible­s.

La moneda en nuestro país es un acuerdo social que pende de un hilo.

Los argentinos corren a comprar dólares ante el primer asomo de crisis (y, si no, también los compran) porque la desconfian­za en la moneda propia refleja siempre la desconfian­za en el Estado que la respalda.

Hoy es el tiempo propicio para que los ciudadanos vuelvan a creer en el Estado y para que el Estado empiece creer en los ciudadanos. El consejo es una herramient­a para que ambas premisas sean posibles.

Este pueblo argentino, que supo aguantar el aislamient­o preventivo siendo un ejemplo a los ojos de muchos países, está preparado para asumir un rol protagónic­o para salir de la crisis. También, para aportar en la reconfigur­ación global hacia una etapa más justa, humana y solidaria, en diálogo fraterno con otros pueblos.

HOY ES EL TIEMPO PROPICIO PARA QUE LOS CIUDADANOS VUELVAN A CREER EN EL ESTADO Y PARA QUE EL ESTADO EMPIECE A CREER

EN LOS CIUDADANOS.

* Presidente de la fundación Proyecto Argentina; exsubsecre­tario de Participac­ión Comunitari­a de la Provincia de Córdoba

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(TÉLAM) Efecto. La pandemia impactó en la producción y en el trabajo.
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