Las sierras lloran: murió una leyenda de las alturas
Apenas amanecía el domingo, cuando Marcos Domínguez se despedía. El último guardián de las Sierras Grandes, una leyenda en el techo de Córdoba, falleció los 105 años de edad.
Protagonista de varias notas en estas páginas, en la última vez –en agosto de 2019– reafirmó su deseo de morir ahí, en su humilde casa. Y así ocurrió.
Dos Marcos vivió y murió contando que su edad superaba en realidad a la que decía su documento. Una de sus anécdotas predilectas, que le sumaba condimento a su leyenda, era que se había anotado solo en el Registro Civil, cuando ya tenía varios años. Y que le contaron su edad desde aquella anotación.
Soñaba el día de su muerte, con un gran asado para sus numerosos amigos y familiares, y ser enterrado en una grieta en la base del cerro Negro, que se veía muy cerquita desde la ventana de su casa.
Finalmente, sus familiares decidieron su sepultura en el cementerio del lugar.
Su recuerdo permanecerá en cada serrano y montañista que lo conoció. En la última década, el cerro Negro se transformó en una meca también de excursionistas. Y allí, la visita no podía esquivar la casa y el alma de don Marcos, en la soledad de la belleza despojada de esas alturas.
El hombre se erigió en un símbolo de la dura y sencilla vida serrana. Lo recuerdan como un “criollo de ley”, un referente en una zona aislada de todo, sin médicos y sin servicios.
“Murió el último exponente de una raza”, deslizó ayer Oscar González, un serrano amigo de esas alturas, en su despedida.
Con el paso de los años, se fue convirtiendo en un verdadero personaje, alimentado con sus historias y su picardía para contarlas.
Cuando finalice la situación de pandemia, sus amigos planean construir una estatua en su homenaje en la base del cerro Champaquí.