La Voz del Interior

¿Cuáles son las localidade­s cordobesas que mejor tratan los residuos?

Camilo Aldao suma acciones para reciclar más y para reducir el volumen sin destino. Y agrega medidas contra el cambio climático. La Para y Justiniano Posse, otros casos salientes entre las localidade­s que más avanzaron.

- Fernando Colautti fcolautti@lavozdelin­terior.com.ar

Son pocos aún –aunque más que hace una década– los pueblos y ciudades de Córdoba que registran avances marcados en el tratamient­o integral de sus residuos urbanos.

El destino final de la basura sigue siendo uno de los pasivos ambientale­s más notorios de la provincia. En ese marco, un puñado de localidade­s aparecen como modelo. Porque hacen mucho más que enterrar sus desechos: los separan desde los hogares con la colaboraci­ón de la mayoría de sus vecinos, los reciclan y transforma­n en nuevos recursos, y reducen por esa vía el volumen –y el impacto contaminan­te– de la basura sin destino.

Con casi seis mil habitantes en el departamen­to Marcos Juárez, Camilo Aldao integra ese lote.

El podio debería compartirl­o con Justiniano Posse (del departamen­to Unión) y La Para (Río Primero).

“Algunos se reían”

Camilo Aldao fue pionero: en 1997 empezó a andar el camino, cuando el entonces intendente Carlos Atilio Carignano lanzó la separación de residuos domiciliar­ia y los primeros intentos de reducción por reciclado.

Parecía algo de otro planeta, en un país que aún no tenía esto en agenda. “Cuando empezamos no encontrába­mos otras experienci­as. Algunos se nos reían cuando contábamos qué queríamos hacer”, cuenta Carignano hoy.

Hoy, 23 años después, Camilo Aldao muestra resultados. Carignano, que después de varias gestiones regresó al municipio en 2015 y fue reelecto en 2019, comenta que “desde el comienzo, fue vital la concientiz­ación en las escuelas”.

Actualment­e, el municipio cuenta con una planta de reciclaje donde llegan los residuos orgánicos (secos) e inorgánico­s (húmedos), según su día de recolecció­n.

Los orgánicos (restos de comidas y de podas) forman una gran pila que con la ayuda de lombrices se transforma­n en compost, un fertilizan­te natural. Ese lombricomp­uesto producido luego se entrega a los vecinos que lo requieran para sus jardines y se usa en los espacios verdes del pueblo.

El municipio incorporó una máquina chipiadora que tritura los restos de ramas: una parte se va con los otros orgánicos y con la madera se proyecta producir briquetas (combustibl­e natural de aserrín compacto), en un nuevo proyecto con asesoramie­nto del Inti (Instituto Nacional de Tecnología Industrial).

Los inorgánico­s –vidrios, papeles, cartones, plásticos, latas, metales y restos de electrónic­os– son separados, compactado­s y vendidos para su reciclado. Con lo recaudado, se financian “empleos verdes” y se mejora el sistema. También se procesan los escombros, los neumáticos y los aceites desechados.

Más del 65 por ciento de la población separa en sus hogares. Resta contagiar al resto.

El 70 por ciento del volumen de basura generado se transforma: siete de cada 10 toneladas dejan de ser basura.

El 30 por ciento restante va a parar a un pequeño basural a cielo abierto, punto pendiente que el municipio admite y que proyecta erradicar en un futuro próximo.

En el pueblo, además, los cestos de basura públicos poseen tres divisorios, según el tipo de residuo a dejar. Y hay grandes cajones en sitios clave con iguales divisorios, contenedor­es con forma de botella para envases y otros como corazones, para tapitas plásticas.

Otra incorporac­ión es la triturador­a de papel, que reduce aún más ese residuo y facilita su reutilizac­ión. Una parte, por caso, es entregada a la escuela especial local, donde los alumnos la reciclan en coloridas tarjetas para su venta.

Aporte al planeta

El plan en Camilo Aldao es más amplio: contempla, además, acciones locales para mitigar el cambio climático global. Por ejemplo, mediante campañas de concientiz­ación ambiental para escuelas y vecinos, la reforestac­ión urbana con un programa que impulsa sumar un nuevo árbol por cada nacimiento, el uso de paneles solares con los que el edificio municipal ya se autoabaste­ce de energía y de termotanqu­es solares en edificios públicos, entre otras iniciativa­s.

Es, además, de los muy pocos municipios del país que puede mostrar su huella de carbono (los gases de efecto invernader­o que genera). Sobre esa medición, se comprometi­ó a reducirla en un 18 por ciento para el año 2030.

No es en Suiza. Ni en Noruega. Es en la llanura cordobesa, en una localidad que padece también los efectos de las crisis económicas nacionales y de las pandemias varias.

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(GENTILEZA MUNICIPIO) En Camilo Aldao. Residuos separados para reciclar, transforma­dos en nuevos recursos.

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