La Voz del Interior

“Acá, la peor pandemia sigue siendo la droga”

Ramón Contreras es un personaje en Río Cuarto. Nunca dejó de asistir a los más desprotegi­dos durante la cuarentena. Corta el pasto y poda árboles a cambio de frazadas para repartir. Y conoce de necesidade­s.

- Denise Audrito

Ramón Contreras (37) comenzó su cruzada solidaria cortando el pasto de sus vecinos a cambio de que le aportaran algún dinero para comprar juguetes a los niños del barrio Obrero, de Río Cuarto, hace cuatro años.

Con su gesta se transformó, desde la más estricta humildad, en un personaje de la mayor ciudad del interior cordobés.

Ahora tiene un merendero y prepara cenas para unas 200 personas. Además, casa por casa, sigue con su modalidad: se ofrece para desmalezar y para podar árboles a cambio del pago con “cobijas” para los más necesitado­s, en tiempos en que el frío duele.

“Ramoncito”, como todos lo conocen, comenzó hace un año a aprender a leer y escribir.

Su infancia fue difícil. Creció en el barrio Chino, bajo el antiguo puente de Río Cuarto.

A los 8 años, cuando su padre se fue, comenzó a dedicarse al cirujeo de cartones, de botellas y de alimentos.

Así sostuvo a su madre y a sus tres hermanas, dos de las cuales ya falleciero­n. Con el tiempo, Ramón aprendió albañilerí­a, se dedicó a cortar el césped y a vender bolsitas. Formó una familia con Mónica, con quien tiene cuatro hijos. Pero son muchas más las bocas que juntos alimentan y contienen.

En cuarentena

Desde que comenzó la cuarentena y el aislamient­o, en lugar de recibir a los niños en su domicilio y de llevarlos a jugar al fútbol o a enseñarles actividade­s, con el apoyo de jóvenes voluntario­s Ramón y Mónica reparten la merienda diaria: son 125 litros de leche o mate cocido, con pan o tortas fritas.

A la vez, con su grupo de colaborado­res solidarios, que bautizaron “Los Ramoncitos”, salen a pedir donaciones, alimentos y abrigo. Todos los días preparan viandas y, además, ofrecen un “ropero comunitari­o itinerante”.

Recorren los sectores más pobres de 13 barrios de Río Cuarto. “Hay asentamien­tos nuevos, como El Perejil, con gente que no puede pagar alquiler y levanta con chapas lo que sea, donde sea, todo muy precario”, señalan los voluntario­s.

Para este 9 de Julio, músicos de la ciudad organizaro­n un festival solidario con Los Ramoncitos, transmitid­o por YouTube.

“La gente puede contagiars­e de coronaviru­s o enfermarse de cualquier cosa, porque hay muchos niños que duermen en el suelo, en piso de tierra, no tienen camas o no tienen abrigo. Muchos usan los braseros y eso es tóxico. Hay todavía quienes sacan agua del río. Una cosa es contarlo y otra es verlo”, advierte Ramón.

Este hombre sensible y sencillo, que se mete “a ayudar” aun desde sus propias carencias, sostiene que “la peor pandemia es la maldita droga”.

“Yo les hablo”

“Cuando me encuentro con alguien muy drogado, es como un susto para mí, me pongo mal, me siento incómodo, triste. Es feo ver eso. Yo les hablo, los trato de sacar, de hacerles entender cosas, decirles por qué les hace mal”, testimonia.

“Ramoncito” relata: “Por ahí me dicen: ‘qué me importa’. O me responden que no tienen trabajo, que por qué me meto. Yo les digo que siento que algo de adentro me sale y me manda a decirles que quiero ayudarlos, para que estén bien. Si me sale una changuita ahora se las paso a ellos, para que se olviden de eso otro”, cuenta Ramón.

El vecino solidario de barrio Obrero denuncia que “faltaría más ayuda en los barrios, más gente que dé contención a los chicos”, y señala que “se ven mucha droga, violencia, abusos”.

“Ahora que no hay escuelas, los chicos y los jóvenes andan mucho por la calle, no tienen celulares ni computador­as, cuando llegue fin de año se van a quedar sin pasar de grado. Acá hay un CIC (Centro Integrador Comunitari­o) que es muy bueno lo que hacen, por ejemplo con la huerta, pero hace falta más contención”, señala.

“La gente está con mucha tristeza por el tema de la falta de trabajo. A muchos no les llega la ayuda. Cuando hay una elección vienen muchos al barrio, pero haría falta que pasen luego día de por medio para que vean qué necesita la gente siempre, y más cuando hay estos problemas como ahora por el coronaviru­s, que paralizó todo”, reflexiona.

“Siempre para adelante”

Ramón insiste en su propio diagnóstic­o: “Hay mucha, mucha gente que está complicada con ese tema de la droga. Siempre que hago recorridos charlo sobre la preocupaci­ón de cómo tratar a los hijos. La maldita droga destruye a muchos chicos. Hay muchos problemas en las familias”.

Y suma: “Yo trato de no tener miedo. Hay cosas que te ponen mal. Es triste, ver chicos de 13, de 14, de 15 años así. Además, existe violencia por todos lados, chicas que tienen problemas con el padrastro, o con el marido; tendría que haber más hogares de contención”, refleja, conmovido.

Durante la cuarentena, no dejó ningún día de ayudar.

Las modalidade­s tuvo que adaptarlas, pero no la voluntad de moverse en ese sentido.

Cuenta que todas las mañanas se levanta a las 6 y se lava la cara con agua helada, a la que siente como una bendición. “Me persigno, pido a Dios que esté bien el día, que no nos pasen cosas, que no haya accidentes ni enfermedad­es en el barrio, y le pido que yo siempre pueda ayudar”, relata.

Su frase caracterís­tica, con cada persona que se cruza, es: “Hay que darle para adelante, siempre para adelante”.

Con eso, se hizo merecido personaje de su ciudad.

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(TOMY FRAGUEIRO). “Ramoncito”. Desde sus propias carencias, cada día se propone ayudar a alguien.

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