La formación de opinión y los relatos en la Argentina
En la mitología griega, las cosas más básicas tenían su respuesta en historias que proponían el porqué de las cuestiones de la naturaleza y de los tormentos más inexplicables del espíritu humano.
En épocas posteriores, una revolución como la inglesa tenía a gente como John Locke, que trataba de dar un marco de valores a una acción política llevada a cabo sin problemas por los revolucionarios. Para ello escribía un libro y establecía todo un sistema de valores que perduró años, y aún es base de parte del liberalismo a nivel mundial.
La visión del hombre y de la vida era relevante para el apoyo de los ciudadanos a los procesos políticos.
Estrategias para el instante
Si queremos trazar una línea paralela, en nuestro país existen entre los mayores cultores del lenguaje político los “Homeros” de lo que la agenda pública constantemente necesita proponer.
La política, la sociedad y los individuos hoy encuentran en su propia estructura social una pulseada con una fuerza centrípeta, entre los medios tradicionales de información –oficiales, independientes y opositores–, las redes sociales con contenido libre y contenido pago, el Gobierno, la oposición y las minorías, la Iglesia Católica y las comunidades religiosas, el marketing de las empresas y los militantes de las organizaciones sin fines de lucro.
Nunca en la historia del hombre las personas se sintieron tan vulnerables a los mitos y abrumadoras realidades sin constatación.
El grave problema de las estrategias comunicacionales en la actualidad es que están hechas para el instante. No tienen ningún sentido de finalidad ni están atadas a una construcción con sólidas bases constituidas por sistemas de valores.
Mensajes contradictorios
Una encuesta realizada por una consultora que se encuentra entre las cercanas al Gobierno afirma que el 70% de la población nacional estaría de acuerdo con la medida de declarar como servicio público a la telefonía fija y celular y a la televisión paga. El mensaje es contradictorio con el rechazo apabullante que tuvo la fallida expropiación de Vicentin. La aprobación era cercana al 20%.
Es que en la tierra del nuevo mapa caótico de la información, hasta es difícil definir qué “quiere la gente”. Y los políticos y medios de comunicación hace mucho tiempo que van detrás de los estudios de mercado y abandonaron el liderazgo validando legitimidad con clics y likes y sondeos flash.
Los neomaquiavelistas estarían desorientados en nuestra posmodernidad, donde el poder está tan desarticulado y líquido, donde las cuestiones no se explican de manera definitiva sino que quedan embarradas en la teoría del caos. Donde los interlocutores van desde Sergio Berni a Juan Grabois, de Sergio Massa a Edgardo de Petri.
Parte de no tener un plan –y comunicar la histórica maldición de presentarlo como un augurio del fracaso– permite mantener a la mayor cantidad de personas en la “nube” de las dicotomías irresueltas y en carecer de temas para separar a un gobierno de coalición que tiene
Los políticos y medios de comunicación hace mucho tiempo que van detrás de los estudios de mercado y abandonaron el liderazgo.
voceros inesperados.
Cuarentena sin fin
En nuestro país, la discusión por la economía se inició con la contraposición de los actores sobre las intencionalidades “inmorales” de aquellos que advierten sobre las causas de una cuarentena que “no tiene fin” pero que “no existe”.
Es evidente que la recuperación económica no se va a dar en la medida en que las personas no puedan transitar libremente y acceder a sus puestos de trabajo o a los lugares donde se dan las ocasiones de consumo.
El desafío para los analistas es entender y descifrar el complejo abanico comunicacional de la actualidad, desorientada, que puede ser la que a través de encuestas de opinión consolide un rumbo sin plan y sin políticas “explícitas”, o la que conduzca un proceso de recuperación del país a través de la vuelta a la normalidad con un esquema de valores determinados con un plan.