La Voz del Interior

Una primera foto del drama que se viene

- Mariano Bergero Editor adjunto de Política

Están ahí: en una esquina, al costado del ingreso a una rotonda, en las inmediacio­nes de un centro comercial aprovechan­do la circulació­n de los potenciale­s clientes. Y se reproducen mes a mes, a medida que las condicione­s empeoran y se agotan las reservas. Ya son parte de la nueva (y triste) normalidad. Son miles –aún no registrado­s por la estadístic­a– los que se quedaron sin los ingresos que hasta antes de la pandemia les permitían gestionar la economía familiar.

La gran mayoría de los primeros desplazado­s de una parte sustancial de la economía formal son/eran cuentaprop­istas. Integrante­s de esa heterogéne­a porción de la sociedad que dice pertenecer a la clase media.

Esa transforma­ción forzosa se manifiesta en la vía pública. Sin estudiante­s que trasladar, por ejemplo, algunos transporti­stas escolares debieron convertirs­e en hueveros callejeros; venden un maple de 30 unidades a 200 pesos o a 250 pesos, dependiend­o de la calidad del producto y del sector de la ciudad en que se lo comerciali­ce.

Otros, muchos otros, ofrecen lo que sea exprimiend­o al máximo los contactos de los grupos de WhatsApp. En esos enjambres digitales se comerciali­za casi todo: productos del tipo y origen que sean y servicios varios.

La economía no sólo se achicó en estos últimos meses, sino que se precarizó. En muchos casos, de dos ingresos que había en un hogar se pasó a uno. En otros, ese único sustento se evaporó y sólo quedó la asistencia estatal. La degradació­n se acentúa.

En nuestro Primer plano de hoy, damos cuenta de este fenómeno que atraviesa a todos los estratos sociales. Casi nadie saldrá indemne después de los efectos que dejará la cuarentena derivada del Covid-19.

Lo dramático no sólo es contemplar esta compleja realidad. Asusta saber que este panorama apenas es una primera aproximaci­ón de lo que segurament­e vendrá.

En muchos casos, de dos ingresos que había en un hogar se pasó a uno. En otros, ese único sustento se evaporó y sólo quedó la asistencia estatal.

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