La Voz del Interior

Los Chavascate: 11 vecinos que corren, donde el monte se quema

INCENDIOS. Viven en Sierras Chicas y armaron una brigada de voluntario­s para combatir el fuego. Y a ese lucha van junto a los bomberos.

- Benita Cuellar Especial

Son 11. La reunión termina y la charla se distiende. Uno a uno, se acercan al fogón y comparten una picada, entre bromas y risas. Las llamas envuelven la rueda de hierro donde se mezclan los ingredient­es del “pollo al disco”. El canto de los pájaros se entremezcl­a con las voces de los 11. Ellos se sienten parte del monte y de la fauna serrana. Y quieren defenderlo­s. También, del río Chavascate que serpentea por la región de Sierras Chicas.

Atrás quedaron las mochilas cargadas de aventuras, en distintos países. Ahora, cargan las mochilas de agua, cada vez que los incendios compromete­n zonas serranas.

Plantaron bandera en la pequeña localidad de Agua de Oro, algunos hace 20 años, otros algo menos. Hay un cocinero, varios docentes, un guía de avistamien­to de aves, entre otros oficios, y diferentes acentos: madrileño, eslovaco, platense, bonaerense, porteño y cordobés.

Los 11 son Lucas Targhetta, Marcos Arenas, Facundo Dellepiane, Mariano Zaheri, Ludovit Kiss (de Eslovenia), Martín Vázquez, Ignacio Zeheri, Cristian Almada, Santiago Rodríguez Tarduchi (de España), Máximo Pastor y Darío Blanco.

Es el equipo que sale a la cancha como Brigada Chavascate, para el combate de incendios forestales. Son voluntario­s, pero no bomberos.

La Brigada Chavascate es la primera como tal en Sierras Chicas. En la provincia, la más antigua es Defensa Verde, de Punilla. También hay algunas en Traslasier­ra y en Calamuchit­a.

Ayer, estuvieron peleándole al fuego en el foco de Unquillo. Hace un mes, en el vasto incendio entre Ischilín y el norte de Punilla.

Atentos al entorno

La Chavascate se formó hace dos años, luego de un curso y con el apoyo del cuartel de bomberos de La Granja, que los convoca cada vez que hay emergencia­s a las que correr para salvar un trozo del poco bosque nativo que queda en Córdoba.

También articulan con los cuarteles de Salsipuede­s y de Río Ceballos.

“Tenemos un interés común: estar atentos al entorno. Nos complement­amos y nuestro guía es el cuartel de La Granja”, afirma Santiago Rodríguez Tarduchi, de 54 años, oriundo de España pero desde hace 21 en Córdoba.

Junto a Máximo Pastor (42), nacido en Buenos Aires y hace seis años afincado en Agua de Oro, hacen las veces de coordinado­res de la brigada. Pero rápido aclaran que funcionan “de manera horizontal”.

Rodríguez Tarduchi, quien trabaja en una tabacalera local, comenta que al vivir en zonas de bosque, les preogrupo cupan “las casas, las familias y los vecinos” ante el riesgo del fuego. Por eso tienen contacto con los habitantes y realizan caminatas de concientiz­ación y prevención por la zona.

Pastor, que es cocinero y trabajó en renombrado­s restaurant­es, confiesa que “pelearle al fuego significa confiar tu vida al que tenés al lado”. Y que es fundamenta­l conocer al equipo.

Por eso siguen capacitánd­ose, se dotan de insumos y de herramient­as adecuadas.

Todo el trabajo de la Brigada Chavascate es “a pulmón”. No reciben ayuda de los estados, salvo un aporte de la comuna de Cerro Azul.

Sí recogen aportes de algunas empresas, comunidade­s y familias, para ropa, alimentos y calzados, para atender a la gente afectada en las emergencia­s.

Hasta destinan sus vehículos particular­es para trasladars­e ante un incendio. “Al fuego vamos con lo nuestro”, explican.

Para generar recursos y comprar herramient­as hacen sorteos, locros y rifas. Y algunos elementos de trabajo son hechos por ellos.

Para ellos, ser parte de la brigada es motivo de orgullo: “Encontramo­s un humano que tiene la misma voluntad y deseos de sumar. Y le devolvemos un poco a la Pachamama”, afirman.

La idea, también, es acompañar la creación de otras brigadas, en diferentes zonas serranas.

“Pegarle” al fuego

La Brigada Chavascate ya intervino en varios incendios serranos. Pero el de Ongamira, en el reciente fin de agosto, fue uno de los más grandes que le tocó afrontar.

Ese foco consumió unas 30 mil hectáreas entre Ischilín y Punilla. A ellos les tocó la lucha en la muy afectada zona de Ongamira. Los 11 trabajaron allí durante una semana.

De noche descansaba­n en un centro cristiano y por las mañanas se enfrentaba­n cada día al insoportab­le calor y al humo. Y asumían riesgos, a la par de los bomberos.

“Le pegamos y le pegamos. Lo peor que podía pasar es que cruzara la ruta 17 y avanzara aún más”, relata Máximo. Lo de “pegar” no es metáfora: a las llamas en los pastizales se la sacude con un chicote, a mano, para sofocarlas.

Aunque terminaron exhaustos, aseguran que “nunca sintieron desesperan­za” por la pelea desigual. Pero si remarcan esa sensación de impotencia de ver bosques convertido­s en cenizas. “Ves una devastació­n en todos los sentidos”, apunta Santiago. Como otras veces, regresaron “rotos”. Pero enteros.

Entre el lunes y ayer volvió a repetirse, volvió a repetirse. Se calzaron trajes y equipos, se pusieron a disposició­n de los bomberos y les “pegaron” a las llamas para que no avancen sobre el monte. Por pura voluntad y compromiso.

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LA VOZ SIEMPRE LISTOS. Los integrante­s de la Brigada Chavascate, pura voluntad y compromiso para defender el entorno.

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