La Voz del Interior

La primera idea de los “guardianes” del patrimonio jesuítico

PIONEROS. Tres vecinos de Alta Gracia tuvieron, hace casi 30 años, un rol clave para iniciar el camino que culminó en la Unesco.

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A Mario Borio, a su esposa Lucille Barnes, y a Noemí Lozada de Solla, bien les cabría el título honorífico de “guardianes del patrimonio jesuítico”. Lo merecerían por haber gestado y trabajado por la idea que concluyó años después con la declaració­n del conjunto jesuítico como Patrimonio Cultural de la Humanidad por parte de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Lozada de Solla falleció en 2009. Hace 27 años, Borio se acercó al museo de Alta Gracia con un objetivo: imitar el sistema de construcci­ón jesuita para una casa propia. “Iba permanente­mente a tomar medidas y proporcion­es al museo y fue justamente allí que se me ocurrió lo del Patrimonio de la Humanidad. Todos los empleados del museo sabían que yo iba para ‘machetear’, pero no pretendía copiar el diseño, sino su sistema de construcci­ón”, cuenta ahora a La Voz.

Durante aquellas visitas conoció a Noemí Lozada de Solla, entonces directora del museo nacional. A “Mimí” la antecedían sus logros en cuanto a la conservaci­ón de ese bien cultural. Ella había crecido en la casa principal de la que fue una vez estancia jesuítica. Más adelante, promovió la expropiaci­ón del sitio por parte del Estado nacional para que se convierta en museo nacional: lo logró en 1968.

Esos tres altragraci­enses trabajaron juntos en la idea pionera de gestionar la declaració­n de Patrimonio de la Humanidad.

Noemí asumió entonces la presidenci­a de la Comisión del Proyecto Camino de las Estancias.

“Nuestra participac­ión fue desde la idea hasta el día en que enviamos el proyecto a Francia. Fueron presentado­s 36 kilos de papel impreso”, recuerda Borio sobre su actividad y la de su esposa Lucille.

“Nos llevó un año de trabajo, que terminamos en la Secretaría de Cultura de la Nación. Allí, hice tanto de gerente como de cadete, desde buscar cosas para imprimir hasta sacar fotocopias. Todo lo que faltara para poder llegar a tiempo”, precisa el hombre.

Su esposa Lucille, traductora, se hizo cargo de la traducción al inglés del largo material, junto con dos personas más.

Tras finalizar la presentaci­ón original,

Conflicto y susto. Años atrás, una reforma en la iglesia jesuítica de Alta Gracia terminó en causa judicial, por no respetar los lineamient­os de Unesco. En la estancia de Jesús María un incendio quemó un techo de un sector secundario del complejo.

continuaro­n otros trabajos que se completaro­n con la participac­ión del Gobierno de Córdoba, a través de la doctora en Historia Josefina Piana, entonces directora de Patrimonio.

Aunque no fueron a Australia a recibir la distinción en la ceremonia oficial, a Borio y Barnes les quedó la tranquilid­ad de haber hecho todo para un logro del que, hoy, disfrutan tanto los cordobeses como miles de visitantes.

El logro de haber ayudado a salvar un retazo clave de historia.

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LA VOZ JESÚS MARÍA. El museo y las instalacio­nes en general mejoraron desde que forma parte del Patrimonio de la Humanidad. Aunque siguen pendientes otras acciones.
 ?? LA VOZ ?? ALTA GRACIA. La capilla integrada al museo jesuítico, frente a la plaza principal.
LA VOZ ALTA GRACIA. La capilla integrada al museo jesuítico, frente a la plaza principal.
 ?? LA VOZ ?? TESTIGOS. Mario Borio, del primer grupo que impulsó la gestión ante la Unesco.
LA VOZ TESTIGOS. Mario Borio, del primer grupo que impulsó la gestión ante la Unesco.

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