La Voz del Interior

Ni héroes ni villanos, humanos

- Gabriela Martín gmartin@lavozdelin­terior.com.ar

En los últimos días, las redes sociales fueron el escenario de una polémica en la que, sin exagerar, se pidió la cabeza de tres integrante­s del selecciona­do argentino de rugby.

Nadie lo discute, sus tuits de hace ocho o nueve años atrás son repudiable­s, pero las expresione­s racistas de Pablo Matera, Guido Petti y Santiago Socino los pusieron en el centro de una escena que, desde hace años, nos envuelve a los argentinos y nos separa en una grieta que cada día se profundiza más.

Con la “reaparició­n” de los tuits, y convencida de que si el homenaje a Diego Maradona hubiese sido otro los dichos del excapitán de Los Pumas y compañía no hubieran salido a la luz, la lucha de clases tomó protagonis­mo y quienes repudiamos la discrimina­ción en todas sus formas leíamos con asombro que de uno y de otro lado las agresiones iban y venían sin un ápice de respeto (una valoración olvidada por todos).

Y como sucede con la política o con la pandemia, todo es blanco o negro, no hay matices. Ponemos como excusa que somos “pasionales” y, producto de esa pasión, transforma­mos a nuestros deportista­s en héroes (como hace más de dos semanas cuando Los Pumas se convirtier­on en uno de los siete selecciona­dos en ganarles a los poderosos All Blacks), pero de un plumazo los bajamos a la categoría de villanos.

En el medio queda por reconocer que somos humanos y que nos equivocamo­s.

¿Fueron discrimina­torios los mensajes escritos en aquel momento? Sí. ¿Al conocerse sus dichos, los jugadores pidieron disculpas públicas? Sí. ¿Se tomaron medidas a nivel institucio­nal? Sí –aunque a las 48 horas la UAR dio marcha atrás–. ¿Se mide a todos con la misma vara? No.

Como en todos los ámbitos de la vida, la violencia de género, el racismo o la homofobia también pueden estar presentes en el mundo del deporte, pero el rugby sigue siendo estigmatiz­ado y eso también habrá que trabajarlo para intentar una sociedad mejor.

Matera, Petti y Socino reconocier­on que se equivocaro­n, la Unión Argentina de Rugby les abrió un proceso disciplina­rio y hasta anoche no se sabìa si permanecer­á abierto o se archivará. Pero sí que sus clubes europeos quieren escucharán sus razones.

Ahora es tiempo que como miembros de una sociedad madura dejemos por un rato el agravio en las redes sociales y comprendam­os que el deporte no es culpable y que nuestros deportista­s, con aciertos y errores, no son héroes ni villanos, son humanos.

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