La Voz del Interior

Covid-19. A pesar del frío, bares y negocios deben abrir las puertas

PROTOCOLOS. La ventilació­n es clave para reducir el riesgo de contagio. Un recorrido por el Centro de Córdoba muestra lo que se está haciendo mal y cómo podría mejorarse la prevención.

- Lucas Viano lviano@lavozdelin­terior.com.ar

Se acerca el invierno y los días más fríos ya llegaron. Esta semana fue un primer ensayo para saber cómo se las arreglarán con la ventilació­n los locales comerciale­s, oficinas, dependenci­as públicas y bares.

Advertido desde hace meses por expertos, recién hace unos días la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) reconoció que el Sars-Cov-2 se contagia principalm­ente por el aire. La razón es que el virus expulsado por un infectado queda suspendido en forma de aerosoles. El barbijo (de buena calidad y usado correctame­nte) es una forma de protegerse contra esta vía de contagio.

Pero no alcanza. Por eso se recomienda ventilar los lugares cerrados. ¿Qué pasa hoy en Córdoba?

Negocios abiertos

Un recorrido realizado por La Voz por el Centro de la ciudad de Córdoba encontró que la mayoría de los negocios tienen las puertas abiertas. Algunos comerciant­es reconocen que es una práctica que realizan desde siempre para atraer clientes. Aunque explican que en días de frío y mucho calor solían cerrar las puertas.

Sin embargo, ahora el protocolo les pide dejarlas abiertas. Pablo, de la Mercería Mónaco sobre calle 27 de Abril, puso el mostrador contra la puerta que siempre está abierta. “Antes se cerraba por el frío y también por el hollín que expulsan los colectivos. Pero ahora no pasan más colectivos (se transformó en una súper manzana) y por protocolo mantenemos abierto”, cuenta.

A pesar de la buena voluntad de los comerciant­es, a veces mantener una puerta abierta no alcanza para lograr una aireación adecuada. Para ello se requiere ventilació­n cruzada: abrir dos aberturas, una opuesta a la otra. Pero, por el diseño de los locales, este procedimie­nto es imposible en casi todos los negocios del Centro.

Andrea Pineda Rojas, investigad­ora del Conicet en Buenos Aires y una de las responsabl­es de la Campaña Ventilar, asegura que la forma más simple para saber si un espacio está bien ventilado es con una medición del dióxido de carbono (CO2).

El CO2 es un gas que exhalan las personas en la respiració­n. En los espacios abiertos su concentrac­ión es de unas 400 partes por millón (ppm). “Si en una habitación el nivel de concentrac­ión supera los 700 ppm, hay dos opciones: aumentar la ventilació­n o reducir el número de personas en el lugar. La ventilació­n se puede mejorar con un ventilador que apunte hacia afuera” agrega.

Pineda Rojas cree que en los locales comerciale­s con poca presencia de público y donde se realizan transaccio­nes de poco tiempo, el riesgo de contagio por el aire es bajo.

Pero advierte que la transmisió­n puede ocurrir por proximidad, cuando una persona recibe directamen­te las secrecione­s de un infectado mientras este habla, tose o estornuda. “Para evitar este contagio en proximidad, la distancia de dos metros y el barbijo son las claves”, destaca.

A tomar un café

El riesgo de contagio por aerosoles aumenta en un bar por varias razones: la gente permanece más tiempo en el lugar y se saca el barbijo para comer o beber. Además, se habla mucho y, a veces, en voz alta.

Durante el recorrido céntrico, 12 de los 26 bares observados tenían las puertas cerradas. Mantener una temperatur­a agradable en el interior y la necesidad de crear un “clima de bar” (con música de fondo y mitigando el ruido de la calle) son los argumentos para mantener cerrada la puerta.

El famoso Sorocabana (San Jerónimo y Buenos Aires) cumple con el requisito de la ventilació­n cruzada ya que mantiene las dos puertas de ingreso abiertas. “A veces entra un chiflete que te morís de frío, pero por protocolo sabemos que tenemos que ventilar. Nos controlan”, asegura Alejandra, encargada de la caja. Sin embargo, otros bares, por ejemplo de pasaje Santa Catalina, podrían abrir más que la puerta de ingreso para mejorar la aireación, y no lo hacen.

Jorge Aliaga, otro investigad­or de Conicet, autor de la Campaña Ventilar, asegura que aunque el Estado nacional realizó algunas campañas de comunicaci­ón sobre el tema, quizás falta que esa informació­n llegue a los gobiernos locales y de allí baje a quienes deben aplicar las medidas.

Y sostiene que el mensaje debería ser más duro: “Si vas a entrar a un lugar público o comercio y está cerrado, hay que dar la vuelta y no ingresar. Debe quedar claro que el comerciant­e que no cuida a la gente ventilando, no vende”.

Fernando Faraco, director de la Asociación Hotelera y Gastronómi­ca de Córdoba, asegura que el protocolo no ha variado mucho desde el inicio de la pandemia. “No prevé la ventilació­n como punto central. Pero nuestro sector está atento a la informació­n, por lo que sabemos que es una medida importante”, comenta.

Faraco reconoce que en invierno es difícil convencer a la clientela de que las puertas deben quedar abiertas o que pueden comer afuera. La buena noticias: tras una resolución municipal, los locales podrán incorporar “calefactor­es chinos” en espacios exteriores.

Aliaga analizó el protocolo de Córdoba para bares y restaurant­es y fue lapidario: atrasa ocho meses. Y ejemplific­a: “El protocolo dice que hay que ventilar al menos una vez al día, cuando la recomendac­ión es que la aireación sea continua”.

Riesgo en las oficinas

Pineda Rojas asegura que el contagio a distancia es más probable en situacione­s donde la gente comparte el aire por varias horas. Por ejemplo, en un aula o una oficina. En estas situacione­s muchas veces confluyen varias inconducta­s que aumentan el riesgo: un aforo numeroso y sin distancia, el relajamien­to en el uso del barbijo y la ausencia de ventilació­n.

Desde afuera, algunas oficinas públicas en el Centro no tienen en cuenta la importanci­a de la aireación. Un ejemplo es el Palacio Municipal 6 de Julio. Sobre el frente que da al Paseo Sobremonte, de 28 ventanas, sólo una estaba abierta el jueves pasado. El sector que da a calle Caseros tiene alrededor de 200 ventanas, pero apenas había 10 abiertas.

Desde el frente, sobre calle Deán Funes, las oficinas de la Defensoría del Pueblo parecían herméticas. Pero la situación era diferente en los Tribunales de Córdoba y en la Anses, donde más de la mitad de las ventanas estaban abiertas.

En los colectivos

Se piensa que el transporte urbano es una actividad de alto riesgo de contagio. Sin embargo, para los expertos es una situación de riesgo medio a bajo porque, en general, los viajes son cortos y la gente va callada.

“En el transporte público depende mucho del tipo de metro o autobús. Pero si la gente mantiene una distancia, lleva mascarilla­s y no habla, el transporte público puede ser bastante seguro”, reitera José Luis Jiménez, investigad­or español en la Universida­d de Colorado (EE.UU.) y uno de los promotores mundiales sobre el impacto del contagio por el aire.

Durante la recorrida por el Centro cada colectivo presentaba un patrón diferente de ventanilla­s abiertas o cerradas. Municipali­dad, empresas de transporte y UTA se reunieron para definir la posibilida­d de dejar abiertas las ventanilla­s de manera fija, pero hasta el momento no hay definicion­es.

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PEDRO CASTILLO ABIERTO. La mayoría de los locales céntricos tienen la puerta de ingreso abierta. Aunque a veces no alcanza para ventilar bien.

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