Cada vez hay más víctimas de estafas digitales
CIBERDELITO. En Defensa del Consumidor crecen las denuncias de personas afectadas por delincuentes que acceden a sus cuentas y les roban dinero o sacan créditos a su nombre.
Un mail de una entidad bancaria que simula ser verdadero pero no lo es y le pide al usuario que “blanquee” sus claves. Una cuenta falsa de una compañía aérea en una red social (Instagram, Twitter o Facebook) que le ofrece una solución a un cliente y lo induce a revelar información financiera sensible que terminará en un fraude. Un llamado de teléfono desde un call center trucho que engaña a un cliente diciéndole que debe renovar la tarjeta de crédito.
Estas técnicas de la ingeniería social y otras tantas que inducen al engaño a través de dispositivos digitales crecieron en cantidades impensadas durante la cuarentena y mantienen su ritmo un año después.
El phishing, como se conoce a esta forma de estafas, es la técnica a la apelan los delincuentes para realizar fraudes virtuales y hacerse con las claves de las cuentas de home banking de usuarios desprevenidos, que por un reclamo, una consulta o una oferta sucumben ante la insistencia de los falsos teleoperadores.
Un informe preliminar de la Fiscalía de Cibercrimen de la ciudad de Córdoba que se conocerá en los próximos días y al que tuvo acceso La Voz revela un dato clave sobre este fenómeno.
Durante el primer cuatrimestre de 2021 esa oficina especializada recibió un 250 por ciento más de denuncias que en el mismo período de 2020, más del 90 por ciento corresponden a estafas digitales.
En algunos casos los estafadores sólo les quitan sus fondos a las víctimas, pero en otros sacan un crédito preaprobado y les genera un pasivo que muy grave de saldar. El usuario no sólo se queda sin sus ahorros sino que también contrae una deuda, que en muchos casos supera el millón de pesos, según fuentes judiciales.
A partir del aumento de este tipo de casos, la Dirección de Defensa al Consumidor de la Provincia le envió a los bancos que operan en Córdoba una convocatoria para una reunión para analizar este problema y ver si cumplen en informar a sus usuarios sobre las medidas preventivas para evitar fraudes.
“Queremos ver si las entidades están brindando la información suficiente a sus usuarios para que tengan la suficiente precaución y eviten este tipo de estafas de acuerdo a lo que establece el Banco Central”, dijo a este medio, Daniel Mousist, director del organismo oficial.
Cadena sin rastro
Todo empieza con un perfil falso en las redes sociales. Se crea una cuenta que utiliza el logo original de una firma y se le coloca el nombre con algún pequeño cambio que lo hace casi imperceptible: un guion bajo que acompaña la marca, un punto al final, el cambio de una A por un 4. Detalles que un usuario apurado no logra distinguir.
Una forma muy común para obtener las claves consiste en pedir el DNI y el banco con el que opera la persona. Con esos datos el estafador puede pedir un blanqueo de clave que llega al mail del usuario.
En ese punto el estafador le avisa a la persona que le va a llegar un correo electrónico para “validar” su reclamo o pedido. Inducido de que es un paso clave para solucionar su inconveniente, el usuario puede otorgarle esos números que precisamente habilitan al estafador a entrar a su cuenta de home banking, transferir el dinero, quitarle la clave y pedir un préstamo preaprobado.
El dinero digital deja huellas. Es sencillo trazar las estaciones por las que escala hasta que finalmente es extraído. En algunos casos pueden ser dos, tres o hasta cuatro secuencias. No obstante, una vez que el estafador activó el mecanismo, es muy difícil bloquearlo. El cliente, las entidades bancarias y el Poder Judicial no tienen la misma velocidad para revertir el proceso.
Hay un punto en el que el dinero sale del circuito digital, muchas veces en una cuenta recientemente creada por una persona que no suele ser la ideóloga y ejecutora de la operación, sino solamente un prestanombre. “Gane plata sólo con su cuenta”, son los avisos que ponen quienes buscan hacerse con el dinero de una estafa.
Esas “cuentas mulas” son las que utilizan los estafadores para retirar el dinero, dejarle una parte a quien presta el nombre y, finalmente, darse a la fuga, a veces sin dejar rastros.
Crecen las denuncias. En 14 días la Defensoría del Consumidor recibió una veintena de denuncias por este tipo de fraudes bancarios, cuando anteriormente receptaba entre cinco y seis por mes. Esta tendencia refleja lo que se detecta en la Fiscalía de Cibercrimen.