La Voz del Interior

Tras condenas a policías, la madre de la víctima pide penas altas

El adolescent­e de entonces 15 años fue sumergido en un río y los uniformado­s amenazaron con ejecutarlo con un arma. Ocurrió en Santa Rosa de Calamuchit­a. Una cabo y dos efectivos condenados.

- Carina Mongi

“Seguidamen­te, la imputada Chanquía, abusando de su función y con la intención de generar un daño en el cuerpo o salud, le propinó puntapiés en las costillas y estómago al joven, quedando el mismo tendido en el suelo. A continuaci­ón, el encartado Chavero incorpora a J. L. C. tomándolo de los cabellos y lo traslada hacia la orilla del río, obligándol­o a arrodillar­se y le mete la cabeza abajo del agua por unos 15 o 20 segundos, repitiendo la acción una vez más, mientras le manifestab­a: ‘Tenés sed, ya vas a poder respirar’, ‘dale, pendejo, ya te quedas sin aire’...”.

“Acto seguido, Gustavo Ariel Pereyra López, aprovechan­do la situación de indefensió­n, lo llevó nuevamente hacia la orilla del río, lo arrojó arriba de una planta y abusando de su función y con la intención de generar un daño en el cuerpo o salud golpeó con un puntapié la zona de las costillas derechas. Seguidamen­te Chavero, le manifestó a J. L. C.: ‘Vos no te vas…’, mientras le exhibía manipuland­o en su mano el arma reglamenta­ria, manifestán­dole ‘mirá lo que tengo acá’, gatillando dos veces hacia el suelo, sin que saliera ningún disparo”.

El expediente de la requisitor­ia a juicio que llevó adelante la fiscal de Río Tercero Paula Bruera, relata con crudeza los detalles de las torturas aplicadas por tres policías a un adolescent­e de 15 años en Santa Rosa de Calamuchit­a.

Un juicio con jurados populares los condenó penas de entre tres y cuatro años de prisión y de siete a ocho años de inhabilita­ción para ejercer funciones públicas.

“Más allá de que hace un año y medio que están presos (esto fue el 3 de noviembre de 2019 y tres días después los detuvieron), no me parece muy justa la sentencia”, subrayó Alejandra García (47), madre del joven golpeado.

A los tres agentes los condenaron por dos hechos diferentes: uno en perjuicio de un amigo de 15 años, y un segundo hecho en contra de su hijo, quien se llevó la peor parte.

La mujer aseguró estar conforme con el accionar judicial, pero esperaba una condena más severa, “de entre ocho y 10 años” de cárcel, especificó. Dijo que va a asesorarse si está en condicione­s de presentar un recurso de casación para que se revise la condena. Por no tener recursos para hacerlo, contó que no contrató un querellant­e particular, sino que utilizó los servicios de defensoría oficial del Estado.

Dos de los policías se ajustaron al juicio abreviado: reconocier­on los hechos y pidieron perdón. “Las disculpas no sirven, los dos le hicieron de todo, pero uno de ellos le gatilló dos veces y lo quiso ahogar”.

La mujer sostuvo que si los uniformado­s no hubieran tenido que relevar el cierre de otro bar, a las 5, a su hijo lo hubieran matado. “Estaba todo desfigurad­o”, recordó. Si bien lo amenazaron para que no hablara, y el chico les dijo que contaría que se había caído en el río, le confesó a su madre lo sucedido.

Subrayó que su hijo tenía 15 años cuando fue víctima de estos violentos actos y que aún no cumplió los 17. Dijo que todavía sienten las secuelas psicológic­as de lo sucedido. “Yo estuve casi tres meses sin poder trabajar y mi hijo todavía tiene miedo cuando sale a la calle, él no se va a olvidar de la noche a la mañana”. Alejandra aseguró que, más allá de la condena, este hecho marcó la vida de la familia.

La cabo primero Jacqueline del Valle Chanquía (32) recibió una pena de cuatro años de prisión y ocho años de inhabilita­ción, mientras que al cabo primero Miguel Eduardo “Lalo” Chavero Lalo (33) y al sargento ayudante Gustavo Ariel Pereyra López

(48), los condenaron a tres años y siete meses de prisión y siete años y dos meses de inhabilita­ción especial.

A los tres los sindicaron como coautores de privación Ilegítima de la libertad agravada por la utilizació­n de violencias en contra de un menor de

18 años por parte de un funcionari­o policial y vejaciones agravadas.

El fallo fue dispuesto por la Cámara del Crimen de Río Tercero que contó con jurados populares.

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