Los salarios corren de atrás a los precios
Según el Centro de Almaceneros, en la última década se acentuó la desventaja.
Concluir que la inflación en Argentina es muy alta desde hace varios años es tan obvio como calificar a Lionel Messi como el mejor jugador del mundo. No por eso, el informe del Departamento de Estadísticas y Tendencias del Centro de Almaceneros, Autoservicios y Comerciantes Minoristas de Córdoba, que relevó el alza de precios durante los últimos 10 años, tiene un impacto diferente.
Se trata de números que muestran con una crueldad lacerante la pérdida del poder adquisitivo de los argentinos. Hubo productos de la canasta básica que aumentaron hasta un tres mil por ciento entre abril de 2011 y el mismo mes de 2021.
Incluso, con gobiernos de signos políticos diametralmente opuestos, el país no ha logrado resolver su crónica inflación.
La entidad minorista analizó los precios de 19 productos que integran la canasta básica alimentaria en abril de cada año en la última década, y comparó la variación que tuvieron con la evolución del salario mínimo, vital y móvil (SMVM) y de la jubilación mínima.
El aumento promedio de los precios de los alimentos “esenciales” fue del 2.413 por ciento, pero hubo algunos con subidas estratosféricas: la batata subió un 3.483 por ciento (de 1,56 a 55,90 pesos); la carne vacuna, un 3.152 por ciento (de 25,71 a 836 pesos), y la yerba mate, un 3.102 por ciento (de 11,76 a 376,50 pesos ).
El salario mínimo, en cambio, se actualizó sólo 1.074 por ciento en el mismo período, pasando de 1.840 a
21.601 pesos. A la jubilación mínima le fue mejor, pero tampoco le alcanzó para alcanzar la espiral inflacionaria: se incrementó 1.575 por ciento, de
1.227,78 a 20.571 pesos.
“El número de la inflación es en sí mismo impactante porque 10 años no es tanto tiempo –sostuvo la gerenta del Centro de Almaceneros, Vanesa Ruiz–. Lo que pasa es que uno se acostumbra y prácticamente deja de percibirlo. Pero es lo que realmente lima la capacidad de poder adquisitivo de la gente”.
“La aceleración es voraz, está en un nivel muy alto. Los números de la canasta básica alimentaria son mayores que la inflación. A la par de que suben los precios, se van engrosando también cada vez más los números de pobreza e indigencia. Por eso vemos cómo quedaron de rezagados el salario vital y las jubilaciones”, agregó.
La comparación de la entidad cordobesa también se realizó valorizada en dólares, tanto con el tipo de cambio oficial como con el valor blue.
Aquí también se observa cómo hubo una brecha entre los precios y los ingresos: mientras los alimentos acompañaron la evolución del dólar, con un incremento del 3,3 por ciento en dólares “oficiales”, los ingresos quedaron rezagados: la jubilación se achicó 31,1 por ciento en la moneda estadounidense y el SMVM, un 51,7 por ciento.
“El estudio evidencia que en Argentina todos los alimentos de alta rotación –y no sólo los transables (commodities)– se mueven de manera sincronizada con el ritmo del dólar. Argentina vive continuamente bajo un efecto pass through, es decir, que cada suba del tipo de cambio impacta de manera directa en los precios al consumidor”, remarca el informe del Centro de Almaceneros.