Contención social y económica
Tanto en Argentina como en otros países, el sector cooperativo cumple un papel primordial para responder a la crisis originada por el Covid-19. A nivel nacional, remarcamos el rol de la Red de Municipios Cooperativos, que atiende junto con el Estado las necesidades de cada localidad.
A raíz de la crisis económica originada por la pandemia, miles de emprendimientos debieron cerrar sus puertas, con la consecuente pérdida de puestos laborales que afectó a millones de asalariados y sumergió a gran cantidad de personas en la pobreza. En el país llega al 42% de la población: 19,4 millones de personas.
Para revertir esta situación, es necesario poner en práctica un espíritu solidario, ya que nadie se salva solo. En ese sentido, el cooperativismo tiene un papel fundamental.
Este sector fue el año pasado, y lo sigue siendo, ejemplo de cómo las sociedades pueden salir de las crisis.
En nuestro país, un claro ejemplo de esto es la Red de Municipios Cooperativos, que impulsa la Confederación Cooperativa de la República Argentina (Cooperar), y de la cual ya forman parte casi 40 localidades de todo el país.
Esta iniciativa busca impulsar el desarrollo local con base en dos características: la democracia y el arraigo territorial. Para las cooperativas es, además, una oportunidad de afianzar la práctica de su séptimo principio: el compromiso con la comunidad.
La incorporación a la Red suele ser acompañada por cooperativas de trabajo, de servicios públicos o de vivienda que se desempeñan en cada ciudad, y también por grandes organizaciones expandidas en varias provincias, como el Banco Credicoop y la Cooperativa Obrera. Las federaciones de los diferentes rubros, asociadas de Cooperar, son las encargadas de acompañar el trabajo de aquellas en las diferentes localidades.
La Red cuenta con cuatro compromisos esenciales: 1) desarrollo local sostenible; 2) educación cooperativa;
3) compre cooperativo y local; 4) salud y medioambiente.
Desde 2019, comenzaron a desarrollarse rondas de negocios con la participación de cooperativas y de distintas áreas de los municipios, con la idea de generar un circuito de compras que potenciara la producción local y autogestionada.
Más allá de la importancia para la contención social y económica, desde el punto de vista sanitario vale destacar que varias cooperativas se dedicaron a confeccionar elementos básicos para la prevención y la atención, tales como barbijos, mascarillas, delantales y kits de detección, sin contar las especializadas en salud.
En el mundo hay casos interesantes. Por ejemplo, en Mokolo, Camerún, la Asociación de Cooperativas de Salud comenzó una rápida distribución de mascarillas y de jabones, y desarrolló una campaña para informar al público sobre los cuidados ante la expansión del virus.
En Colombia, las empresas de salud del Grupo Coomeva asistieron a
66.807 personas con diagnóstico positivo y realizaron el seguimiento a 244 mil.
Sin duda, los desafíos pendientes deben encararse con una perspectiva de desarrollo local y de economía solidaria.
Para revertir esta crisis es necesario poner en práctica un espíritu solidario: nadie se salva solo. El cooperativismo es fundamental en eso.