Dos falsas ideas de riesgo sanitario
Los dos temas centrales de la edición de hoy muestran con crudeza la reaparición de dos riesgos que los argentinos habíamos elegido creer que estaban controlados.
La irrupción en Córdoba de un brote de la variante Delta de coronavirus es el hecho que más descarnadamente describe esta realidad: la enorme necesidad –personal, social, económica y política– de retomar una mínima normalidad se topa de frente con una amenaza potenciada y con una constatación elocuente: las medidas sanitarias para frenar la importación de esa cepa del virus no se aplicaron con eficacia.
Luego de largas semanas de estériles discusiones políticas sobre los controles migratorios y de supuesto control por parte del Estado sobre las personas que arriban del exterior, los cordobeses constatamos hoy con estupor que personas infectadas estaban atendiendo sus comercios como si estuvieran sanas. Cinco están detenidos por esa conducta, que además de ser irresponsable podría ser ilegal. Centenares están aislados y nadie sabe todavía cuál es el real alcance sanitario de esos incumplimientos.
Dedicamos a esa amenaza, a los desafíos sanitarios que supone y al avance del plan de vacunación –única noticia positiva en este contexto– el Primer plano de hoy.
El otro riesgo que está lejos de considerarse controlado se vincula a otra patología crónica que amenaza con agravarse: el incontenible deterioro de la moneda nacional y su principal síntoma: la febrícula del dólar.
Se trata de un cuadro complejo en el inicio de un proceso electoral que se extenderá por cuatro meses. La volatilidad del dólar informal es apenas un indicio del mar de fondo del mercado cambiario, que empezó a requerir intervenciones diarias del Banco Central, que en la última semana salió a vender reiteradamente para calmar esa suba del blue. Lo logró.
Lo que está lejos de parar es la incertidumbre: en julio subió 45 por ciento la cantidad de personas que compraron sus 200 dólares, la primera suba mensual desde que comenzó a regir el súper cepo de septiembre del año pasado. Ningún riesgo está controlado.
Nadie sabe todavía cuál es el real alcance sanitario de los incumplimientos que tienen en vilo a la sociedad cordobesa.