La Voz del Interior

Acusados. Final abierto en el juicio por el doble crimen de Bialet Massé

JUSTICIA PROVINCIAL. Los dos principale­s testigos no fueron tan firmes a la hora de ratificar en la audiencia lo que habían declarado cuando identifica­ron a los tres imputados de matar al matrimonio.

- Francisco Panero fpanero@lavozdelin­terior.com.ar

Aquella norma de que lo que llegó al juicio como probabilid­ad en esa instancia debe convertirs­e en certeza está siendo exigida al extremo en las audiencias del debate por el doble crimen de Bialet Massé. Esto se hace más significat­ivo si se tiene en cuenta que hay jurados populares y que ese colectivo puede torcer el mejor de los criterios técnicos.

El juicio popular se desarrolla en la Cámara 9ª del Crimen de la ciudad donde se analizan los asesinatos de Walter Enrique Reist (52) y su esposa Elena Edith Gómez (51) en el final de la tarde del 6 de agosto de 2019. Ambos fueron sorprendid­os en la casa rural de barrio Suncho Huayco, donde recibieron disparos directos al rostro.

La investigac­ión de la fiscal de Cosquín Paula Kelm involucra a tres jóvenes de la zona, Franco Damián López (19), Claudio Maximilian­o “Pachu” Oliva (27) y Gustavo Damián Ezequiel “Burrín” Carraro (21), acusados de violación de domicilio, robo calificado y homicidio criminis causae.

La semana inicial del debate cerró con una sucesión alternada de “buenas y malas” para la acusación, dejando entrever un resultado incierto para el tramo final del juicio.

Se esperaban dos testimonio­s clave que eran la columna vertebral de la instrucció­n, porque ambos involucrab­an directamen­te a los tres jóvenes, pero en la sala de audiencias no fueron tan contundent­es.

El primero de ellos fue el del albañil Julio César Savid, quien en su momento declaró en la fiscalía que había visto a los tres acusados volver de la chacra donde el matrimonio criaba cerdos, poco después de consumarse el crimen.

Él había declarado –con sus nombres– haber visualizad­o a los tres, a quienes conocía, pero en este juicio argumentó que no los había identifica­do. En su defensa aseguró que le hicieron firmar una declaració­n, pero aseguró que él no sabe leer ni escribir.

No obstante, surgen dudas sobre esta nueva postura, teniendo en cuenta dos elementos: se supone que le leyeron la declaració­n antes de firmarla, el albañil manejaría la lectoescri­tura y trascendió que tendría un parentesco con la pareja de uno de los acusados.

El otro testimonio clave se produjo este viernes, al cierre de la semana. Alejandro Méndez era amigo y hasta compañero de algunas andanzas con los tres acusados, sin haber aceptado participar de ilícitos de los que ya nadie tiene dudas tras los primeros días de debate.

Él también habría individual­izado a Carraro, Oliva y López como quienes mataron a “el chanchero” y a su pareja. Así se lo contó en su momento a su hermana Ayelén, quien en este juicio ratificó esos dichos, los mismos que ella también relató en su momento a la fiscal de instrucció­n.

Ahora, Alejandro lució timorato, aseguró que él vio “tres sombras” y negó haber dado los nombres de cada uno de los amigos que él conocía bien. El testigo tiene dolencias neurológic­as, como el mal de Parkinson, y se excusó por tener muchas dificultad­es de memoria. Alcanzó a recordar que la madre de “Burrín” Carraro lo amenazó después de los crímenes. Nadie en la sala repreguntó sobre ese episodio.

En otro de los tramos de su declaració­n, recordó que el día de los crímenes estuvo reunido con sus tres amigos y que lo invitaron a participar de un robo. No supo o no pudo precisar a qué tipo de ilícito lo invitaban ni tampoco se le requiriero­n mayores detalles.

Entre otros hitos en su escasa memoria, el testigo recordó una conversaci­ón en la que los tres jóvenes le relataron que fueron a un robo (anterior al crimen) y forcejearo­n con una víctima hasta que usaron una botella para golpearlo y pudieron escapar. “Si no encontrába­mos esa botella, perdíamos nosotros”, aseguró que le dijeron.

Al final, se incorporó la declaració­n en fiscalía. Queda la incógnita si ese texto podría ser más valioso por “inmediato” frente a lo declarado en el debate, dos años después. No obstante, Méndez también dejó dudas sobre supuestas “presiones” en la fiscalía de Cosquín para involucrar a sus tres amigos.

Otros elementos

Cuando faltan otros testimonio­s y algunas pruebas técnicas hasta el cierre de recepción de prueba, hay otros elementos que alimentan el vaivén de evidencias y dudas en este debate.

La declaració­n de los comisionad­os Walter Moreno y Pablo Reta compromete a los acusados, pero existen algunas dudas.

Desde la defensa cuestionan la hipótesis de un robo seguido de muertes, a juzgar lo que muestra la escena del doble crimen. Reist tenía en una de sus manos un cigarrillo consumido y su esposa estaba con varios celulares, supuestame­nte tratando de avisar a la Policía. Ambos tenían disparos en sus rostros, ningún signo de resistenci­a y en la casa no había desorden ni faltante de dinero. Los defensores entienden que fueron directamen­te a matarlos y hasta sugieren un crimen por encargo.

A esta hipótesis alternativ­a no se ajustan estos autores, explican, por carecer de idoneidad para tal empresa delictiva.

Este cóctel de elementos de uno y otro calibre es el que deberá analizar el jurado popular a la hora de deliberar para determinar si los acusados son asesinos y deben cumplir prisión perpetua. Por lo visto, el final está abierto.

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JURADOS. El juicio se lleva adelante en la Sala 9ª del Crimen de Córdoba. La dura acusación ahora tiene que ser contrastad­a.
RAMIRO PEREYRA/ARCHIVO CON JURADOS. El juicio se lleva adelante en la Sala 9ª del Crimen de Córdoba. La dura acusación ahora tiene que ser contrastad­a.
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LA VOZ/ARCHIVO ESCENA. El doble asesinato se descubrió el 6 de agosto de 2019 en una vivienda rural ubicada en Suncho Huayco, Bialet Massé.

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