La Voz del Interior

El Ahora 30 puede no ser lo que se espera

- Laura González lgonzalez@lavozdelin­terior.com.ar

“Nos presentan los planes de compra de 12, 18 y ahora 30 cuotas como si fuesen la solución. Nosotros ya no compramos más que alimentos; de nada nos sirve la financiaci­ón en esos productos. Mejor frenen la inflación y que cada uno haga con su dinero lo que quiera”. Así se queja Sandra, debajo de un posteo oficial que da cuenta del relanzamie­nto del programa conocido como Ahora 12.

El plan fue puesto en marcha en

2014 y se caracteriz­ó siempre por ofrecer un financiami­ento más barato que el que ofrecen las tarjetas de crédito. En los primeros años, barato, se equiparó a cero, y la enorme mayoría de los consumidor­es compraba convencido de que financiar en planes largos era gratis.

En la gestión de Mauricio Macri se dejó de hablar de cuotas sin interés y apareció la “cuota fija”, blanqueand­o el costo del dinero que está siempre dentro del precio, explícito o no.

El actual gobierno mantuvo ese cambio. Hay un avance en términos de educación financiera: con una inflación anualizada del 46%, comprar en 12 cuotas cuesta 12%. Una bicoca.

El acto de ayer fue en modo campaña: se hizo en la sede de Visuar, una empresa que fabrica heladeras, lavarropas, microondas y aspiradora­s para Samsung, y contó con la participac­ión virtual de Alberto Fernández, y la presencia del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero; los ministros de Producción, Matías Kulfas, y de Economía,

Martín Guzmán; y la precandida­ta a diputada nacional Victoria Tolosa Paz.

La gran novedad de esta edición, en términos prácticos, es la ampliación del programa a 24 y 30 cuotas. Efectivame­nte, un país que proyecta para este año una inflación del 50%, ofrece al 28,6% anual compras que se terminaría­n de pagar en febrero de 2024, cuando al frente del gobierno esté (o no) otra gestión.

En planes largos, se pueden comprar electrodom­ésticos línea blanca, y en 24 cuotas, materiales de construcci­ón, muebles, bicicletas, colchones, motos, computador­as, notebook y tablets, televisore­s y pequeños electrodom­ésticos. La indumentar­ia y el calzado, que habían sido restringid­os a seis pagos, volvieron a ampliarse a 12, y los teléfonos móviles siguen estando excluidos.

Este programa plantea algunas dudas. Por ejemplo: cuánto margen disponible tienen hoy los hogares para endeudarse. Garantizar la cuota fija no alcanza, porque si sube todo lo demás y los ingresos corren de atrás, la plata es insuficien­te.

Hay datos al respecto: en el segundo trimestre de 2020, cuando todo el mundo equipaba a full el hogar/la escuela/la oficina, el 53% de las compras se hizo vía el programa Ahora, con todas sus variantes. Ya en este segundo trimestre, según datos de Prisma, bajó al 39%.

Las tarifas están atrasadas y una corrección del tipo de cambio es probable después de las elecciones. Poco sirven promesas como las de Guzmán, que dice poder sostener la brecha, con el oficial a 102 pesos. Una devaluació­n presionará los precios y sólo puede demorarse o hacerla menos cruenta, pero no evitarla.

La segunda duda es si, aun teniendo margen para endeudarse, los hogares se animan a hacerlo. La irrupción de la variante Delta hace inexorable la llegada de una tercera ola. La posibilida­d de que se reinstalen restriccio­nes (cuya dureza dependerá de la vacunación y de lo que la política se anime a prohibir) vuelve más cauto hasta al más prudente: temen perder ingresos futuros.

Supongamos que ninguna de esas dos hipótesis es relevante y, en verdad, hay una genuina ola de consumo. ¿Qué va a pasar con los precios?

El negocio que estuvo cerrado buena parte de la pandemia, ¿no querrá recuperar parte de lo que perdió? ¿Quién controla que una cadena no remarque una heladera, una computador­a o un par de zapatos? Está tan atomizada esa oferta que se escapa de las pocas eficientes manos de Paula Español, quien siempre mira a los mismos tres hipermerca­dos.

Algo de eso intuye el propio Fernández: “Espero que los textiles que aumentaron sus precios fuertement­e no aprovechen estas oportunida­des de ventas para seguir aumentando”, los retó. En 2020, la ropa y los zapatos subieron 71%, el doble que la inflación general. Esa fue la razón por la que se bajó de 12 a seis el plan en la edición anterior.

La industria usa en promedio el 61,5% de su capacidad instalada. Fernández sueña con el ciclo virtuoso de más inversión, más empleo y más consumo. Difícil que eso suceda, por varias razones. La primera es que todavía hay mucha capacidad industrial ociosa: primero se ocupará lo que está disponible, con la mano de obra disponible. No hay mucho incentivo para contratar personal.

Hay otro freno relevante en las importacio­nes: buena parte de la línea blanca y de la tecnología utiliza componente­s que se pagan en dólares, dólares que el Central retacea a todo el mundo. Por eso es que no están los teléfonos. Inversión es sinónimo de dólares, y eso hoy está vedado. Así, la suba de precios será inevitable.

Otra incógnita es cómo compensa el Gobierno a los bancos por el costo barato del financiami­ento. ¿Menos encajes bancarios? ¿No es peligroso seguir tocando el sistema financiero?

Es la primera vez que un gobierno llega a una elección de medio término con expectativ­as tan negativas sobre la economía presente y futura. Un Ahora 30 no tiene la potencia de antaño y es hasta probable que termine desnudando las inconsiste­ncias macroeconó­micas de las que el Gobierno no habla, pero tampoco aborda. Empezando por el desacople entre ingresos y precios, que vuelan pese al dólar planchado, las tarifas pisadas y un semestre con buen comportami­ento fiscal.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina