La Voz del Interior

A mayor inflación, mayor pobreza

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La canasta alimentari­a fue en junio de 2021 57,6 por ciento más cara que en ese mismo mes del año anterior. En los últimos 12 meses, los alimentos aumentaron más que la inflación, que orilló el 50 por ciento.

Si estos datos se aplican a grupos familiares de distintos niveles socioeconó­micos, se advierte lo que tantas veces se ha dicho: los sectores más vulnerable­s, al destinar una proporción mayor de sus ingresos al consumo de alimentos, padecen más la inflación.

De hecho, en junio una familia tipo, compuesta por dos adultos y dos niños de entre 6 y 8 años, precisó un ingreso de alrededor de 66 mil pesos para no ser pobre.

Es una vara muy alta, cada vez más difícil de sortear para mucha gente. La modificaci­ón del consumo de alimentos en los barrios populares lo demuestra.

Los comerciant­es coinciden: cada vez hay menos efectivo y mucho uso de la tarjeta Alimentar; menos compra de lácteos, pero un significat­ivo aumento de la venta de infusiones; se vende menos carne de vaca y más menudos de pollo o alitas.

El Centro de Almacenero­s de Córdoba les puso cifras concretas a esos cambios: la venta de menudos de pollo creció un 50 por ciento en los últimos 12 meses, y las infusiones y las papas tuvieron aumentos similares.

Por el contrario, la venta de queso, manteca, dulces, carne de vaca y pescado cayó un 40 por ciento en el mismo período.

En otras palabras, como la plata no alcanza para comprar lo que habitualme­nte se compraba, hay que cambiar los planes, aunque eso vaya en contra de la calidad de los alimentos que ahora se ingieren o, para decirlo de otro modo, aunque se sepa de antemano que no se nutrirá de manera equivalent­e a los comensales.

El comerciant­e también debió modificar su conducta.

En los barrios, no son pocos quienes estaban acostumbra­dos a fiarle cierto nivel de consumo a su clientela. Hay muchos buenos vecinos que no cuentan con un ingreso regular porque no tienen un empleo con esas caracterís­ticas. Entonces compran al fiado y pagan cuando les entra dinero.

Pero si cada vez hay menos trabajo y las cosas aumentan semana tras semana, se hace muy complejo para el comerciant­e sostenerle­s el crédito a esos clientes.

A esa escena, el Centro de Almacenero­s también le ha puesto cifras: el fiado alcanzó al 37 por ciento de las ventas; la mora de los compradore­s llegó a un preocupant­e 45 por ciento, y la incobrabil­idad ya ronda un alarmante 13 por ciento.

En consecuenc­ia, hay familias que sufren la inflación de los alimentos en un doble sentido.

Por un lado, les deteriora su alimentaci­ón cotidiana. Por el otro, les restringe las opciones que tenían hasta aquí para hacer una buena compra.

Los problemas económicos tienen un impacto social directo: a mayor inflación, mayor pobreza; y a mayor pobreza, mayores déficits nutriciona­les y sanitarios. ¿Por qué no lo podemos entender?

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