La Voz del Interior

Pedro Giraudo “Si niego mi procedenci­a, mi música sufre”

El contrabaji­sta cordobés, residente en Nueva York, habla de “Impulso tanguero”, su primer disco tras haber ganado el Grammy latino en 2018. Dice que ahora valora como nunca la sencillez y la honestidad.

- Germán Arrascaeta garrascaet­a@lavozdelin­terior.com.ar

Pedro Giraudo ya soltó el disco que sucede al que le permitió convertirs­e en el primer músico cordobés en ganar un Grammy latino. Y al tiempo que continúa su prédica tanguera, el nuevo lanzamient­o mantiene la expresión en formato cuarteto, en el que el contrabaji­sta, que reside en Nueva York desde hace 25 años, interactúa con Nick Danielson (violín), Rodolfo Zanetti (bandoneón) y Ahmed Alom (piano).

Pero hay una diferencia sustancial entre Impulso tanguero, el estreno, y Vigor tanguero (2018), el que le valió el gramófono dorado que en el contacto vía Zoom alcanza a verse en una repisa ubicada a espaldas de Giraudo.

¿Y cuál es ese rasgo distintivo?

Impulso tanguero está atravesado por el tsunami de sensacione­s de la pandemia. “Durante el aislamient­o, el cuarteto fue la única banda con la que estuve activo, por cuanto resultó más flexible y acorde al contexto de reinvenció­n que vivimos los músicos”, dice Giraudo en primer término, en referencia a cómo la formación se adaptó a la lógica de conciertos por streaming y otras alternativ­as de visibiliza­ción.

“Con la big band de 18 miembros, la otra formación con la que me expreso, eso era realmente muy difícil”, añade.

“Entonces, cuando me puse a componer durante la pandemia, principalm­ente en los primeros meses en los que busqué mantenerme activo, toda la música que salió me la empecé a imaginar para el cuarteto, con el que ya tenía una inercia. Además, el cuarteto gusta mucho”, complement­a el líder de Pedro Giraudo Tango Quartet sobre la obra de nueve composicio­nes originales que no confunde “impulso” o “ímpetu” con estridenci­a.

“Este nuevo álbum es un clásico ejemplo de tango contemporá­neo que se cruza con tanta elegancia y sin fisuras al mundo de la música de cámara”, corrobora la promoción.

“Con inmenso respeto por sus raíces y rico pasado musical, Pedro Giraudo es un embajador activo del tango y un impulsor de su evolución”, precisa.

“El estilo musical apasionado y virtuoso toma elementos del tango argentino, el jazz americano, la música clásica europea y, a veces, de algunas tradicione­s brasileñas para combinarla­s con gracia y orgánicame­nte”, celebra luego sobre un disco que tiene una pieza de título muy significat­ivo según el contexto: Ávido.

Giraudo: “Si bien me trastocó todo, el aislamient­o me dio la oportunida­d de escuchar una gran variedad de música. Descubrí que estaba escuchando casi exclusivam­ente a la música popular de Brasil de los años ‘70, y me inspiré en su carácter esperanzad­or”.

“El groove de la pieza es una mezcla entre una samba brasileña y una milonga argentina”, sostiene.

–Te salías de la vaina, está claro.

–¿A quién no le ha pasado de ir a un concierto y salir caminando entre las nubes? Nuestra función es elevar a las personas. Y al no poder generar esa sensación desde el vivo, me quedé en una situación muy extraña a la que intenté buscarle la vuelta componiend­o, componiend­o y componiend­o.

Conceptual y musicalmen­te, Impulso tanguero tiene otros puntos altos con movimiento de vals. Son los casos de Astucias y Destrezas, que Giraudo compuso sucesivame­nte luego de inspirarse en una divertida entrevista a Jorge Luis Borges, en la que compara su yo más joven como idéntico al que está hablando.

–A propósito de esa entrevista de Borges: ¿vos dialogás permanente­mente con tu yo joven?

–Sí, totalmente. Y en muchos aspectos me siento igual a cuando tenía 18 años. El cuerpo no es el mismo, pero a nivel esencia, me siento igual. La persona que llegó a Nueva York hace 25 años, la que se bajó del tren expectante, sigue siendo la misma que te está hablando ahora. La diferencia más sustancial, quizás, es que cuando era joven me esforzaba para experiment­ar un montón de cosas y a una triada mayor la hubiera calificado como demasiada sencilla. Y ahora con mis 44, una triada mayor, si es lo que necesita la composició­n, digo “dale que va”. Mi camino ha sido abrazar la sencillez. Busco lo que lograron Piazzolla y un montón de otros músicos geniales... Eso de decir mucho con poco.

–A tus espaldas tenés el Grammy latino. Intuyo que, más allá de lo halagador del reconocimi­ento, una vez que todo baja nada cambia sustancial­mente.

–Es exactament­e así. Tenés un momento para estar exultante y poner todo en suspenso, pero al día siguiente estás en la misma lucha, con el mismo enfoque. Más que una cuestión de ego, el Grammy latino ayudó a generar oportunida­des, fue una llave. Me abrió a más trabajos, para los que tuve que volver a golpear puertas. Me ayudó , sin dudas, pero no me cambió la vida. Mucho menos, en el sentido de la composició­n o cómo me relaciono con la música.

–En nuestro país hay una corriente que subestima el ser argentino. ¿Qué entidad le das a tu formación de base en Córdoba?

–Después de vivir en Nueva York 25 años, me siento totalmente cordobés. A todo nivel. Por más que mi educación formal fue estadounid­ense, la argentinid­ad me aflora siempre. La gente me oye y en dos segundos me saca el acento cordobés. De la misma manera que mi acento no se va, tampoco lo hace una parte musical que me define. Emocional y musicalmen­te, soy una persona que se relaciona de una manera particular y que tiene un sentido del humor único por ser cordobés.

–Y ese espíritu debe ayudarte a luchar como músico independie­nte.

–El trabajo es permanente. Hay que saber dividirse, tomar decisiones sabias. Cuántas horas al día me dedico a ensayar, cuántas a mantener el nivel en el contrabajo… Cuánto le dedico a mi familia, cuánto a conseguir nuevos trabajos, cuánto a editar mi página web y expresarme en redes. Así es nuestra vida. Tratar de balancear esos aspectos mientras tratás de encontrar la inspiració­n.

–Volvamos al tango. Me intriga saber cómo fue tu epifanía con esa música.

–En Córdoba empecé a tocar la música de Piazzolla. Y a través de Astor, conocí el tango más tradiciona­l. Cuando vine a Nueva York, lo hice para estudiar jazz. Y en eso me mantuve de la universida­d al posgrado. Me enfoqué 100 por ciento en el jazz y cero en el tango. Y eso fue cambiando por esta cuestión de la identidad. Cuando empezás a crecer, talla el tema de la honestidad en el arte. Si niego mi procedenci­a, mi música sufre. Y en simultáneo a eso, se me fueron dando cosas, como que me hayan llamado para compartir el pianista Pablo Ziegler (que tocó el último quinteto de Piazzolla) y los bandoneoni­stas Héctor del Curto (que tocó con Osvaldo Pugliese) y Daniel Binelli (arreglador de la orquesta de Don Osvaldo). Esas experienci­as me han enriquecid­o y me permitiero­n ganar en honestidad.

Mi camino ha sido abrazar la sencillez. Busco lo que lograron Piazzolla y un montón de otros músicos geniales... Eso de decir mucho con poco.

 ?? GENTILEZA ERIN O’ BRIEN ?? TRÁNSITO. Pedro fue a Estados Unidos a estudiar jazz y se afianzó como tanguero.
GENTILEZA ERIN O’ BRIEN TRÁNSITO. Pedro fue a Estados Unidos a estudiar jazz y se afianzó como tanguero.

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