La Voz del Interior

Barcelona y Messi, destinos inciertos

- Gustavo Farías gfarias@lavozdelin­terior.com.ar

En la jerga futbolera, suele decirse que tal jugador “se casó con el club” para graficar el vínculo estrecho entre ese deportista y la institució­n a la que representa. Está por demás claro que, en épocas de superprofe­sionalismo y de transaccio­nes millonaria­s, esa realidad no abunda. Difícil es encontrar un jugador de permanenci­a prolongada en un club. Aquí, en China y también en Europa.

Por eso, mientras más se extienda el idilio, las referencia­s hacia un jugador no tendrán el agregado de su club, tal como sucede normalment­e. Suena ridículo escuchar frases como “Maradona del Napoli”, “Pelé del Santos” o “Messi del Barcelona”. Es que estos elegidos son tan grandes que hasta se permiten desafiar, de algún modo, esa máxima que reza “los hombres pasan, las institucio­nes quedan”. En casos como estos, el orden de los factores se utiliza a la inversa en abierta infracción a la lógica. Así, quien agrega el apellido de casado es la institució­n, porque usted sí escuchará hablar del “Napoli de Maradona”, “el Santos de Pelé” o “el Barcelona de Messi”.

No hay dudas de que la anunciada salida del capitán de la selección argentina del club catalán dinamitará las acciones de la institució­n. Messi es hasta aquí una suerte de Rey Midas capaz de convertir en oro todo aquello que toca. Barcelona edificó en torno a él los mejores éxitos de sus 122 años y ahora tendrá el desafío de disimular su ausencia, algo que, por ejemplo, nunca pudieron volver a construir de manera similar el Santos ni el Napoli tras la partida de sus jugadores franquicia, como les llaman en la NBA a aquellos jugadores a los que terminan colgándole­s la camiseta a modo de homenaje.

Pero la furia del impacto y las secuelas derivadas del “divorcio” no son cuestiones unilateral­es. ¿Podrá conservar Messi, a los 34 años, esa imponencia que le adosaba la camiseta blaugrana del Barcelona? ¿O acaso sentirá que, después de trepar tantos escalones en una carrera cargada de vértigo, llegó la hora de empezar a desandar el camino inverso de la escalera?

Los ejemplos no lo ayudan: tanto Pelé como Maradona no fueron los mismos tras dejar sus clubes. El brasileño se marchó al Cosmos, de Estados Unidos, y Diego pasó por el Sevilla, por Newell’s y por Boca con mucho ruido y pocas nueces. Flashes a montones y magia en cuentagota­s. Nada más. Eso sí, el negocio en torno a ellos nunca se detuvo y sigue rindiendo buenos dividendos.

Messi es una suerte de Rey Midas capaz de convertir en oro lo que toca. Barcelona edificó en torno a él los mejores éxitos de sus 122 años.

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AP DIEGO MARADONA. En Napoli, su paso marcó un antes y un después.
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AP LIONEL MESSI. El Barcelona nunca volverá a ser el mismo sin el rosarino.
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