La Voz del Interior

¿Inversión extra o recuperaci­ón de lo perdido?

- Iván Ase Médico, magíster en Administra­ción Pública

La pandemia ha puesto en tensión todos los sistemas de salud. Sistemas con distintos valores, modelos de financiami­ento, tipos de cobertura y arreglos entre sectores y jurisdicci­ones se han visto desbordado­s. Una respuesta general fue la asignación de recursos económicos extraordin­arios para enfrentarl­os.

Ahora bien, ¿qué ha pasado en Córdoba? ¿También hubo un crecimient­o extraordin­ario del presupuest­o de salud provincial?

En este sentido, debe decirse que el presupuest­o total de la provincia de Córdoba tuvo un incremento durante 2020 del 31,28%, en un contexto de inflación promedio anual considerad­o por el Ministerio de Finanzas provincial del 39,4%. Es decir, el gasto provincial sufrió un importante ajuste real, al haber tenido un crecimient­o menor que la inflación. Sin embargo, los recursos destinados a la finalidad salud (FS) tuvieron un incremento del 59,96%, y al Ministerio de Salud le correspond­ió el 99,28% de esos recursos. Este incremento permitió que la FS representa­ra el 10,51% de la totalidad del gasto provincial.

Aquí podríamos preguntarn­os: ¿qué significa este incremento en términos históricos? ¿Representa una asignación extraordin­aria para el sector?

Tras finalizar el proceso de descentral­ización en nuestra provincia (1996), los recursos destinados a la FS por los distintos gobiernos provincial­es han oscilado entre el 9% y el 10% del total, con un promedio en el período 2002-2015 del 9,54%.

En 2015, el Gobierno provincial inició un proceso de ajuste para el sector que se evidencia en la disminució­n del porcentaje destinado a la FS:

2015, 10,32%; 2016, 9,74%; 2017, 8,78%; 2018, 8,39%, y 2019, 8,68%. Esto significa que los recursos extraordin­arios asignados por la pandemia no implicaría­n más que la recuperaci­ón de los porcentaje­s habituales para el sector, pos des centraliza­ción.

Estas conclusion­es se pueden apoyar en otros datos. En relación con el número de cargos destinados al sector salud, luego de las nuevas incorporac­iones señaladas por las autoridade­s provincial­es, 2020 finalizó con 12.660 puestos de salud. Aquí se ve la misma evolución que en el presupuest­o: 2015, 12.510; 2016, 11.964; 2017, 11.780; 2018, 11.685, y 2019, 11.639 cargos. Nuevamente, se ve que la cantidad de cargos con que terminó 2020 (mil más que en 2019) es una recuperaci­ón de los existentes en 2015 y que habían sido reducidos como parte de la política de ajuste.

Además, la recuperaci­ón de estos recursos financiero­s y humanos se hizo de manera concentrad­a sobre aquellas áreas o rubros directamen­te involucrad­os en la lucha contra la pandemia, mientras que los otros sectores se mantenían casi paralizado­s y soportando restriccio­nes presupuest­arias muy significat­ivas.

En este punto, es posible señalar que, si a los recursos presupuest­arios que se incrementa­ron durante 2020 un 59,96% se les resta el denominado “gasto Covid-19” (gasto en agentes de la salud por emergencia: $ 1.550,6 millones; y fondo para atención del estado de alerta, prevención y acción sanitaria por enfermedad­es epidémicas: $ 4.971,8 millones), dicho incremento se reduce al 28,24%, unos 10 puntos por debajo de la inflación del año. Es decir, se podría decir que el “gasto Covid-19” se financió en parte con el enorme ajuste sufrido por el “gasto no Covid-19”.

Caso paradigmát­ico en este punto es el de salud mental provincial (SMP). El incremento del presupuest­o para la SMP fue del 28,64% (10 puntos por debajo de la inflación), lo que significa que pasó a representa­r el 4,85% del total para la FS. Aunque la Provincia nunca cumplió con los estándares fijados por organismos sanitarios internacio­nales y normativas de salud mental vigentes (SM debe representa­r como mínimo el 10% de la FS), el porcentaje de 2020 ha sido el más bajo de los últimos años.

Por otra parte, cuando se analiza la ejecución del presupuest­o del Ministerio de Salud por objeto del gasto, se ve que el incremento de recursos se concentró en bienes de consumo (168,4%), en servicios no personales (70,3%), en transferen­cias para erogacione­s corrientes (73,5%) y en bienes de capital (78,7%). El rubro personal se incrementó sólo un 36,7% y trabajos públicos decreció un 89,5%.

Esta distribuci­ón no sólo muestra el aumento de recursos destinados a insumos y a aparatolog­ía médica, sino también la apuesta a un modelo de gestión que decidió incrementa­r personal por la vía del “Monotribut­o” y la tercerizac­ión de nuevos servicios a empresas privadas (centros de hisopados, vacunatori­os, servicios de emergencia­s, entre otros), en lugar de fortalecer la planta estable del Ministerio de Salud. La pandemia nos trajo mayor precarizac­ión laboral en el sector.

La pandemia ha encontrado un sistema de salud provincial que arrastra problemas estructura­les crónicos y era sometido a un proceso de ajuste desde 2015, más allá de algunas inauguraci­ones hospitalar­ias. El incremento de recursos de 2020 apenas alcanza para recuperar lo perdido en ese período.

Aunque resulta aventurado señalar “recetas” infalibles para enfrentar la pandemia, debemos decir también que los déficits de financiami­ento, la debilidad del primer nivel de atención, los problemas de coordinaci­ón in ter jurisdicci­onal y las carencias de recursos humanos condiciona­ron una respuesta sanitaria que se ha limitado aun enfoquebio médico tecnológic­o, con una llamativa desatenció­n por los enfoques territoria­les de atención a la salud y por las dimensione­s psicosocia­les o de salud mental. A la luz de los datos epidemioló­gicos actuales, los resultados de ese enfoque no parecen promisorio­s.

Es cierto que es casi imposible tener preparado un sistema de salud para enfrentar una crisis sanitaria de esta magnitud. Sería, por ejemplo, irracional y desaconsej­able desde el punto de vista sanitario disponer en tiempos de normalidad de la cantidad de “camas críticas” y de respirador­es necesarios para enfrentar este tiempo excepciona­l. Pero es cierto, también, que sistemas de salud sometidos a políticas de ajuste no son la mejor plataforma desde donde enfrentar contingenc­ias dramáticas. Esperemos no estar perdiendo la oportunida­d de este aprendizaj­e colectivo.

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