La Voz del Interior

Los efectos psicológic­os de la pandemia

En una década creció la cantidad de personas sin proyectos personales y con sensación de infelicida­d. Todos los indicadore­s afectan más a los sectores vulnerable­s.

- Mariana Otero motero@lavozdelin­terior.com.ar

Durante 2020, año que estalló la pandemia de Covid-19, el malestar psicológic­o creció entre los argentinos. Rondó el 23,6 por ciento, tres puntos y medio más que la media de la última década, que tuvo su nivel más bajo en 2010 (18,4 por ciento).

Los datos surgen del informe “Privacione­s estructura­les en el desarrollo humano. Argentina urbana 20102020 bajo el escenario Covid-19”, un documento elaborado por el Observator­io de la Deuda Social Argentina, de la Universida­d Católica Argentina, que aborda las desigualda­des en recursos psicosocia­les, condicione­s sanitarias y representa­ciones ciudadanas frente a la pandemia.

Los indicadore­s muestran que cuanto mayor es la vulnerabil­idad social, económica, residencia­l, educativa y laboral de los entrevista­dos, mayor es la prevalenci­a de síntomas de inquietud, agitación, desesperan­za, tristeza, cansancio y nerviosism­o.

Las mujeres presentan mayor malestar psicológic­o, al igual que quienes tienen a su cargo el sostén económico del hogar.

El informe revela, también, que una de cada cuatro personas considera que las acciones personales no son eficaces para modificar positivame­nte el entorno, que están a merced del destino y que sus conductas son exteriorme­nte dirigidas. La creencia de control externo muestra un incremento leve entre 2010 (24,9 por ciento) y 2020 (27,7 por ciento).

El modo de afrontamie­nto negativo o evitativo frente al malestar se observa en el 23,1 por ciento de la población encuestada en 2010, alcanza el 25 por ciento en 2012 y en

2013, y regresa a valores cercanos al

23 por ciento en años subsiguien­tes. En 2020, el 25,6 por ciento de las personas mencionaro­n un predominio de estrategia­s evitativas o pasivas de afrontamie­nto al estrés.

Este tipo de creencia de control se presenta en cerca del 40 por ciento de las personas que se encuentran en los niveles socio ocupaciona­les y económicos más bajos, el doble que en los estratos más altos. Esta idea se presenta en alrededor del 36 por ciento de las personas pobres y entre quienes no completaro­n el secundario, mientras que el porcentaje de personas no pobres y que terminaron la escuela obligatori­a que poseen esta creencia de control externa es del 23,7 y del 21,5 por ciento.

Planes personales

Con respecto a los proyectos personales, el informe muestra que desde 2017 en adelante se incrementa la cantidad de personas que no los tienen. En 2020 alcanza su pico: 16 por ciento de los encuestado­s. La posibilida­d de pensar en planes más allá del día a día se correlacio­na con el nivel socioeconó­mico, la inserción laboral, el nivel educativo alcanzado, la jefatura del hogar, el sexo y la edad.

El sentimient­o de infelicida­d también se fue incrementa­ndo durante la última década: se reportó este sentimient­o en el 13,3 por ciento de los encuestado­s en 2010; trepó al 14,3 en 2013, para luego decrecer y volver a aumentar en 2020 (14,5 por ciento).

El sentirse poco o nada feliz también aumenta a medida que crece el nivel de vulnerabil­idad. Percibirse a uno mismo como infeliz es casi cinco veces más frecuente entre quienes pertenecen a un estrato bajo marginal que en aquellos que se encuentran en los estratos más acomodados.

Así, sólo el 5,1 por ciento de las personas que se encuentran en el segmento medio profesiona­l se sienten infelices, mientras que este sentimient­o se presenta en el 24,4 por ciento de las personas del estrato bajo marginal. A su vez, el sentimient­o de infelicida­d es el doble en las personas pobres contra quienes se encuentran sobre la línea de pobreza.

El informe subraya que los datos obtenidos en 2020 dan cuenta de un empeoramie­nto general del déficit en todos los recursos psicosocia­les, que alcanzó los niveles más altos de la década. Sin embargo, apunta, “este agravamien­to del déficit no se dio de modo calamitoso, como hubiera sido de esperar dado el contexto”.

Estado de salud

El estudio revela que a lo largo de la última década se ha mantenido estable la percepción negativa del propio estado de salud física, biológica y psicológic­a. En 2014, el 16,2 por ciento de los argentinos encuestado­s refirieron bastantes problemas de salud o enfermedad­es graves o crónicas; este fue el valor más alto de los últimos 10 años. Paradójica­mente, durante la pandemia esta percepción sobre el déficit del estado de salud cayó al 13 por ciento en 2020: fue el guarismo más bajo de la década.

Un indicador que se disparó está relacionad­o con la inasistenc­ia a consultas médicas no Covid. En 2020, cuatro de cada 10 personas (39,9 por ciento) que necesitaba­n atención médica de cualquier tipo cancelaron o postergaro­n sus visitas a los consultori­os. Este indicador se venía manteniend­o más o menos estable a lo largo de la década: el valor más bajo fue en 2010, con 10,6 por ciento.

En 2020, el 65,6% de las personas admitieron haber realizado menos actividad física que la que deberían hacer.

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PEXELS SIN PROYECTOS. El 16% de los argentinos reconocen que no tienen planes personales que los proyecten a futuro.

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