La alta inflación marca el escenario electoral
Los precios subieron el 3% en julio. En siete meses se llegó a 29,1%, que era lo previsto para todo el año por el Gobierno.
A la hora de elaborar el Presupuesto 2021, el ministro de Economía, Martín Guzmán, había pronosticado una inflación anual de 29 por ciento.
Pero la realidad superó ese porcentaje. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), en julio el índice de precios al consumidor (IPC) registró una suba del 3%, con lo que se llegó a 29,1% en los primeros siete meses.
El Gobierno nacional arriba así a las elecciones legislativas con un panorama económico difícil, marcado por la alta inflación y por el desempleo.
“La gente vota con el bolsillo” es un mito –algo relativo– que habla del comportamiento electoral del argentino. Lo cierto es que, rigurosamente cierto o no, esta premisa es tenida en cuenta por los políticos a la hora de plantear sus campañas. Los que están en el gobierno, de todos los colores políticos, buscan maquillar las variables económicas en el corto plazo, aunque generen distorsiones a futuro (de ahí el famoso fenómeno de los años pares e impares que atraviesa el país desde hace años).
Los opositores, bajo la misma lógica, también centran sus estrategias en criticar las debilidades en la economía (bajo responsabilidad de sus rivales) y en resaltar las consecuencias del cortoplacismo electoral.
Con estos conceptos en la mano, se puede decir que el contexto económico del país es hostil, aunque no escapa a la media de los últimos procesos electorales: muchas variables negativas para el Gobierno, como la alta inflación, y otras que, al menos si se analiza la “foto” de los últimos seis meses, parecen estar generando un marco algo más benigno.
El caso de la inflación es uno de los datos más complicados para las aspiraciones electorales del frente que lidera Alberto Fernández. Entre enero y julio ya acumula un 29,1% (3% el mes pasado, dijo ayer el Indec), lo mismo que el ministro de Economía, Martín Guzmán, había previsto para todo el año. Y si bien en los últimos meses se produjo una leve reducción, la evolución interanual ubica la suba de precios por encima del 51%.
La situación, respecto de la dinámica de la inflación en el semestre previo al inicio del proceso electoral, es similar a la que se produjo en los comicios de 2019 (cuando Mauricio Macri fue derrotado por Fernández) y mucho más compleja si se la compara con las dos elecciones previas, en
2015 (cuando Macri derrotó a Daniel Scioli) y en 2017 (cuando Cambiemos potenció su posición en el Congreso).
Para el doctor en economía Marcelo Delfino, todo indica que la inflación del año estará en “alrededor del
50%”. En la última conferencia organizada por Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (Iaef) sobre análisis y proyecciones económicas, el especialista en finanzas dijo que “no hay mucho margen para equivocarse en esto” y destacó que los motivos de la aceleración fueron “el aumento del consumo, una política monetaria expansiva y la falta de un plan” que aliente buenas expectativas.
Tanto la impresión de billetes como el reimpulso del consumo, con créditos a tasa subsidiada y planes largos para la compra de bienes, son políticas que, precisamente, apuntan a mejorar la economía doméstica de los electores, aun a costa de un rebrote de la inflación.
En el informe de agosto de Alpha
Estudio de Economía, que incluye una comparación de la situación actual con la realidad en las últimas tres elecciones, para bien de las posibilidades de la alianza gobernante, se advierte un leve repunte del empleo y del salario en la dinámica de los últimos seis meses. Estos dos datos son los que están mirando en el equipo de Guzmán para pensar en una buena performance electoral, siempre que se cumpla la premisa sobre el comportamiento electoral estrechamente ligado a la situación de la economía personal o familiar.
En ambos casos, tanto el empleo privado (4%) como el salario real
(2,3%) mejoran si se recorta el semestre previo al proceso electoral. En las elecciones de 2019, la realidad fue distinta. Es que, si bien el nivel de empleo era mayor, el ritmo de los seis meses anteriores era negativo (1,8%). Lo mismo pasaba con el salario, que en el mismo lapso de análisis había retrocedido (-2,1%).
Más allá de esto, lo cierto es que no es lineal la lógica economía-voto. Por ejemplo, en 2015, el salario y el empleo subían a un ritmo del 12,8% y del 2,7% –respectivamente– en los seis meses previos a la elección, pero el partido gobernante perdió.
Una variable importante es el dólar. Al proceso electoral actual, el Gobierno llega con un tipo de cambio avanzando al 20,4%. Ese ritmo está en línea con las legislativas de 2017
(21,5%), por encima de los comicios generales de 2015 (13,3%), pero muy por debajo de lo que ocurría en 2019
(67,8%), elección en la que perdió el gobierno de Macri.