Manos Abiertas celebra sus 20 años de trabajo
VOLUNTARIADO. La institución, creada en 2001, acompaña y cuida a personas que atraviesan situaciones de dolor, abandono, soledad, exclusión e incertidumbre. Su rol en la actual pandemia.
En Manos Abiertas, una institución jesuita que lleva dos décadas en Córdoba, se llama “patroncito” a una persona que recibe cuidados paliativos. La Casa de la Bondad, fundada en mayo de 2001, es su “antesala al cielo” y la “trinchera fecunda de servicio” para voluntarios, como lo definió su fundador, el padre Ángel Rossi.
El servicio al prójimo se cristaliza a través de múltiples obras de ayuda y protección para, entre otras cosas, mejorar la calidad de vida de las personas, en esta institución que cumple este año dos décadas de vida.
A través del servicio de voluntarios, “acompañamos y cuidamos a niños, jóvenes, familias y adultos mayores que atraviesan situaciones de dolor, abandono, soledad, exclusión e incertidumbre”, resaltan.
Los cumpleaños traen consigo los balances y el ejercicio de la memoria histórica: 800 voluntarios y 5.200 donantes colaboran en el funcionamiento y crecimiento de la institución, y han acompañado a más de 7.145 beneficiarios, quienes lograron mejorar su calidad de vida.
“Los aniversarios son una buena ocasión para agradecer lo mucho recibido, para recordar cuántas cosas hemos sido capaces de descubrir, para mejorar nuestro modo de amar y servir, y para arrepentirnos, si fuera necesario, de no haber estado a la altura de lo que se esperaba de nosotros”, manifiesta Rossi.
En el marco de los desafíos que trajo la pandemia, Natalia Muiño, responsable de desarrollo institucional de Manos Abiertas, señala que “durante 2020 se limitó la presencialidad de los voluntarios en las obras, para cuidarlos a ellos y a los beneficiarios, por lo que se duplicó el esfuerzo del personal de la salud y del personal remunerado”.