La Voz del Interior

Las claves para descifrar la muerte de Saad

Cómo sigue la investigac­ión tras el hallazgo del cadáver.

- Juan Federico jfederico@lavozdelin­terior.com.ar

Entre 24 y 60 horas es el tiempo en el que un cadáver debe permanecer refrigerad­o antes de ingresar en la mesa de la autopsia forense. En estos plazos hoy se centra la principal expectativ­a judicial y policial en torno al enigma por la muerte de Eduardo Saad, el hombre de 73 años que el jueves fue encontrado sin vida en el interior de un galpón de barrio Escobar, de la ciudad de Córdoba, tras una búsqueda de 43 días.

Aunque nadie lo vaya a decir en voz alta, ya que falta el informe principal para la causa (el de la autopsia), hasta este momento la principal hipótesis apunta a un accidente. Una tragedia doméstica y una cadena de casualidad­es que se fueron agrupando de la peor manera para que la búsqueda del hombre se extendiera durante todo ese tiempo.

La última vez que lo habían visto con vida, el pasado 30 de junio, Eduardo había dejado su camioneta frente a la casa de su exesposa, en calle Las Playas al 1300. Este fue el último dato que se supo de él hasta este jueves. En ese domicilio está emplazado el galpón que el hombre utilizaba de manera casi habitual para almacenar grandes bolsas repletas de objetos de metal, ya que se dedicaba a la compra y venta de este material.

Cuando su exmujer Juana llegó, vio la camioneta allí frenada, pero nada más le llamó la atención. Sí comenzó a extrañarse cuando, horas después, el rodado continuaba allí. Fue entonces cuando avisó a sus hijos, Javier e Inés, para que llamaran a su padre. Pero Eduardo nunca contestó el teléfono. Ante esto, fueron a su departamen­to de barrio San Martín, y encontraro­n el celular en la mesa de luz. El resto estaba intacto: no se había llevado ropa de más ni otros elementos que hicieran presumir una desaparici­ón prolongada y voluntaria.

Llamaron a algunos conocidos del hombre y tampoco obtuvieron datos para saber dónde estaba. Hasta que acudieron a una unidad judicial y denunciaro­n su desaparici­ón. Comenzaría en ese instante una larga búsqueda de 43 días que incluyó diversas hipótesis.

Hubo rastrillaj­es en el río Suquía, sobre todo en las márgenes cercanas al domicilio de barrio Escobar. Se rastrearon sus últimas comunicaci­ones por celular y los investigad­ores policiales entrevista­ron a sus amigos más cercanos, sobre todo a aquellos con los que Eduardo se relacionab­a a raíz de su ludopatía. También se dirigieron a una localidad del interior, donde está el cementerio en el que fueron enterrados los padres del hombre. Se visitaron casinos y se revisaron sus cámaras de seguridad. Y también, las filmacione­s de cualquier negocio o vivienda ubicada cerca de la casa donde Eduardo había sido visto por última vez. Nada.

Recién esta semana la investigac­ión comenzó a enfocarse en el domicilio de su exmujer. Sucede que, a raíz de la denuncia, siempre se pensó que el hombre se había ido de allí. Hasta que, agotadas todas las medidas en los alrededore­s, los policías y el fiscal se convencier­on de que no tenían ni una sola prueba para asegurar que Eduardo efectivame­nte había salido de esa casa.

Idea que terminó por confirmars­e este jueves al mediodía, cuando su hijo Javier ingresó en el galpón, como lo había hecho varias veces en esos 43 días. Pero esta vez dijo que había sentido un fuerte olor que lo llevó a pensar en lo peor. Se abrió paso entre las bolsas cargadas de metal y se trepó para poder asomarse a un hueco ubicado entre las tarimas, una

columna de hierros y una pared. Un espacio vacío que a simple vista no era fácil de advertir por alguien que no conociera de antes ese galpón. Allí, estaba el cadáver de Eduardo.

El cuerpo fue retirado por la Policía Judicial y trasladado a la Morgue. El fiscal Horacio Vázquez ordenó precintar esta zona del galpón, para que nadie la tocara hasta tener un poco más claro cuál hipótesis iba a continuar. Si decide profundiza­r la pesquisa en ese lugar, el “punto cero” de toda la investigac­ión, es posible que se pidan estudios de luminol (por ejemplo, para intentar establecer si el cuerpo fue arrastrado o no), entre otros peritajes.

Pero, antes, Vázquez quiere tener en mano el protocolo de la autopsia. Examen que comenzará con un estudio de rayos equis en la cabeza, la única zona del cuerpo en la que los peritos ya observaron una lesión visible.

A simple vista, se trataría de un golpe compatible con una caída de cabeza, pero todo está por verse: el estudio de rayos equis puede determinar si dentro de la cabeza hay un balazo o si Eduardo fue golpeado con algún objeto contundent­e, entre otras variables.

Pero la teoría de un homicidio hasta el momento no tiene mayor asidero en la causa, más allá de una especulaci­ón de rigor.

Tampoco la de un suicidio, aunque también se encargará un examen de toxicologí­a para determinar si Eduardo pudo haber ingerido algo antes de la supuesta caída.

Por ello, la hipótesis de un accidente continúa siendo, por ahora, la principal teoría en el caso. Se sospecha que el hombre trepó casi dos metros para buscar algo en una de las bolsas. Y que de esa altura pudo haber caído de cabeza en ese lugar vacío, donde quedó inmóvil. Un punto importante en esta idea es que, cuando se encontró el cuerpo, Eduardo tenía todas sus pertenenci­as en los bolsillos. Esto da la sensación de que no lo tocó ningún tercero desde el momento en que desapareci­ó.

Entre otros puntos, la autopsia también tiene que determinar la fecha de la muerte: el mismo día en que desapareci­ó o días después. Si ocurre esto último, se abrirá otro canal de especulaci­ones: ¿agonizó allí o el hombre estuvo escondido en el galpón o en otro lado y luego sufrió la caída que habría sido fatal?

Recién con todos estos datos en mano, el fiscal y los investigad­ores podrán determinar ante cuál hipótesis finalmente se inclinan.

 ?? JOSÉ HERNÁNDEZ ?? FIN DEL RASTREO. El jueves encontraro­n muerto a Eduardo Saad en un galpón ubicado en la casa de su exmujer. Al frente, un cartel pegado durante su búsqueda.
JOSÉ HERNÁNDEZ FIN DEL RASTREO. El jueves encontraro­n muerto a Eduardo Saad en un galpón ubicado en la casa de su exmujer. Al frente, un cartel pegado durante su búsqueda.

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