La Voz del Interior

El brillo de Messi en la tiniebla medieval de Qatar

- Claudio Fantini Periodista y politólogo

Occidente suele deslumbrar­se fácilmente, por razones ideológica­s o bien por frivolidad. Dictadores brutales podían cometer exterminio­s, pero deslumbrab­an a la izquierda si, como Mao Zedong, enarbolaba­n banderas rojas; y a las derechas, si eran exitosos en el desarrollo capitalist­a, como el dictador surcoreano Chun Doo-hwan.

Por frivolidad, buena parte de Occidente confunde opulencia con modernidad al pasear deslumbrad­a por la Disneyland­ia del turismo internacio­nal creada por un tirano cruel denunciado por sus hijas y sus esposas, o al aplaudir a la monarquía absolutist­a que levantó como un trofeo al rey del fútbol llevado de España a París, como la casa borbónica había llevado a Enrique IV en el siglo XVI.

Oscuridad y modernidad

Lucir un gran equipo francés y una estrella mundial de fútbol alcanza para que no importe que, en la sociedad del Estado superempre­sa deportiva, la sharía (ley religiosa) gravite sobre la jurisprude­ncia haciendo, por ejemplo, que la mujer tenga la mitad de los derechos que el hombre.

Y el Mundial de Fútbol 2022, que organiza Qatar, segurament­e será tan deslumbran­te como para confundir grandes estadios con modernidad, en un país con un sistema de poder que en Occidente cayó entre los siglos XVII y XVIII con la “revolución gloriosa” y con la Revolución francesa.

La particular­idad de Dubái y de Qatar es que deslumbran con pantallas de modernidad que ocultan realidades medievales.

En Qatar impera una monarquía absolutist­a que, como en los demás estados de la península arábiga, hace que el país sea, en los hechos, una propiedad de la familia real.

Que se sepa, el emir catarí no tiene en su vida privada episodios truculento­s como su colega de Dubái. Lo que tienen en común es que ambos concibiero­n ideas originales para reemplazar los ingresos que dentro de poco tiempo dejará de dar el petróleo.

El oscuro Mohamed bin Rashid al Maktum, monarca de Dubái, fue denunciado por la princesa Latifa, su propia hija, de tenerla aprisionad­a. Y Haya Bin Hussein, una de sus esposas, huyó del país y, en Gran Bretaña, le ganó un juicio al poderoso monarca.

Muchos lo acusan de maltratar y torturar a las mujeres de su familia, pero sólo la princesa Haya pudo vencerlo en un estrado judicial, porque es hija del fallecido rey Hussein de Jordania y hermana del actual monarca hachemita, Abdulla II.

A pesar de las denuncias que pesan sobre el primer ministro de Emiratos Árabes Unidos, en Occidente se habla más de Dubái, emirato sobre el que Rashid al Maktum también impera como monarca absoluto.

Ocurre que el emir tuvo una novedosa idea para resolver dos problemas: el cercano agotamient­o de sus yacimiento­s y su imagen internacio­nal.

De lo que habla el mundo es de la ciudad de los rascacielo­s infinitos, los hoteles siete estrellas y las islas con forma de palmera construida­s en las aguas del Golfo Pérsico. Dubái es la pantalla de modernidad que oculta la oscura imagen del emir, las brutalidad­es como la explotació­n de trabajador­es extranjero­s y leyes como la que aplica pena de muerte a los homosexual­es.

En tanto, a la pantalla catarí la inició el padre del actual emir. Hamad bin Jalifa al Zani impulsó la cadena Al Jazeera, además de proyectar al mundo la marca Qatar colocando esa palabra en la camiseta del Barcelona.

La pantalla deportiva

La misma política acaba de convertir a Lionel Messi en estrella del Paris Saint-Germain, club que compró años atrás la empresa que está convirtien­do a Qatar en una marca rutilante en el deporte mundial.

El pequeño país peninsular empezó a avanzar hacia las luminarias del deporte cuando Tamim bin Hamad al Zani, por entonces príncipe heredero, creo con su amigo Nasser al Khelaïfi la empresa que poco después compró al PSG: Qatar Sport Investment­s. Una compañía que si bien tiene accionista­s privados, pertenece también a la familia real. En rigor, todo, de un modo u otro, pertenece a la familia real.

Imponiendo la marca Qatar y haciendo negocios exitosos, además de una visibilida­d internacio­nal que lo empodera en la región, logró más ingresos que los que dejaba la recolecció­n de perlas. Eso le ayudó a resistir el bloqueo impuesto por Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Baréin, además de Egipto, para obligarlo a romper relaciones con Irán.

Su abuelo, Jalifa al Zani, había logrado en 1971 el fin del protectora­do británico. Hamad derrocó a su padre con un golpe palaciego en 1995, iniciando el proceso que, tras abdicar en 2013, prosiguió su hijo Tamim.

A rutilantes torneos internacio­nales en diversas disciplina­s, incluida la realizació­n del próximo campeonato Mundial de Fútbol, se suma Messi, última gran adquisició­n de un reino absolutist­a con rasgos medievales y oscurantis­tas, pero que, como la Dubai del cruel Muhamed Bin Rashid al Maktum, ha logrado que su nombre brillara con imagen de modernidad ante un mundo fácil de encandilar.

Qatar es un reino absolutist­a que logró que su nombre brillara con imagen de modernidad ante un mundo fácil de encandilar.

 ?? AP ?? LIONEL MESSI. Su arribo al Paris SaintGerma­in fue la noticia de la semana.
AP LIONEL MESSI. Su arribo al Paris SaintGerma­in fue la noticia de la semana.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina