Fernando Tortosa “El tratamiento no puede ser igual para todos”
CORONAVIRUS. El médico argentino, consultor de la OPS, responde sobre las drogas más utilizadas hoy, las que se ensayan y las ya descartadas.
Aunque no existe un tratamiento universal para pacientes críticos con
Sars-Cov-2, hay drogas avaladas por la evidencia y otras que fueron descartadas.
Fernando Tortosa, integrante de la Comisión Nacional de Evaluación de Tecnologías de Salud (Conetec), cree que en Argentina falta una recomendación sobre qué terapéutica farmacológica puede utilizarse en cada persona.
Tortosa –quien además es consultor de la Organización Panamericana de la Salud (OPS– asegura que muchos profesionales de la salud no tienen acceso a la información o desconocen qué tipo de medicación es adecuada para cada paciente. Y propone la creación de unas guías a nivel nacional o la adaptación de recomendaciones mundiales existentes.
En una jornada de capacitación organizada por la Red Argentina de Periodismo Científico, el médico repasó los tratamientos para Covid19 que cuentan hoy con mayor sustento de evidencia. Además, qué drogas se están experimentando y cuáles fueron descartadas.
–¿Cómo se elige un tratamiento para un paciente crítico?
–No podemos recomendar abiertamente lo mismo para todos. En general, hay que tener en cuenta la eficacia y seguridad, pero también cada contexto y paciente. En algunos países, algunas medicaciones pueden tener barreras en el acceso. Y hay que analizar las recomendaciones que se realizan con revisiones sistemáticas vivas.
–¿Qué tratamientos se recomiendan en la actualidad?
–En cuanto a terapéutica farmacológica, hoy hay tres que cuentan con mayor sustrato de evidencia. Pero debo aclarar que no se puede recurrir a ellas en forma inapropiada porque puede suponer un riesgo para los pacientes. O no se puede proponer para todos, porque se va a pensar en beneficios que no existen.
–¿Cuáles son esas tres?
–Los corticoides han demostrado ser efectivos para reducir la mortalidad. Son económicos y se pueden utilizar en gran número de pacientes. Pero usados en forma inapropiada, pueden generar un riesgo para la persona. También demostró ser efectiva la tromboprofilaxis, aunque tuvimos pacientes internados que se han anticoagulado en forma excesiva, sometiéndolos a un riesgo innecesario. Por último, el Tocilizumab, un medicamento biológico que está autorizado en Argentina para enfermedades reumatológicas y que frena la cascada inflamatoria. Usado en pacientes graves, puede disminuir la mortalidad y el ingreso a la ventilación mecánica sin efectos adversos significativos. Pero la principal barrera es su alto costo. Después, hay otras terapéuticas que, en determinados contextos, pueden ser beneficiosas. Como la colchicina, que tiene un poco menos de evidencia pero podría ser efectiva en contextos determinados, como pacientes de alto riesgo con enfermedad leve. Pero aún tenemos dudas sobre su uso.
–¿Qué otras drogas se están probando?
–Un nuevo proyecto de la Organización Mundial de la Salud está analizando tres antiinflamatorios que se usan para otras enfermedades donde la inflamación provoca los mayores daños. Tal es el caso del infliximab que se usa en pacientes con enfermedades reumatológicas. O el artesunato que se utiliza contra la malaria. La tercera es Imatinib. Estas drogas se están probando. No significa que las tengamos que usar masivamente. Cuando haya certeza suficiente de evidencia, en un contexto determinado, puede proponerse su uso, siempre y cuando se vigilen efectos adversos. El proyecto de OMS cuenta con una buena metodología y permite reducir incertidumbres.
–¿Cuáles drogas no funcionan?
Al comienzo de la pandemia, hubo un uso irracional de antibióticos y un mal uso de corticoides. Esa variabilidad generó daño y efectos adversos. Pero también se promovieron medicaciones que no tenían ningún asidero en evidencia, como ivermectina, hidroxicloroquina o ibuprofeno inhalado. Varios ensayos clínicos se han retractado. El metaanálisis más grande que han querido usar como sustrato para la ivermectina estaba mal diseñado y utilizaba la certeza en forma inapropiada. Quisieron desarrollar una recomendación con un grupo que tenía un conflicto de interés increíble. Y lo peor es que se la sigue usando en algunos lugares.
–¿Por qué cada centro de salud aplica un tratamiento distinto?
–Argentina no tiene una guía rápida para abordar el Covid-19. La OMS y la OPS desarrollaron recomendaciones con revisiones sistemáticas en tiempo real, pero falta adaptarlas a nuestro contexto. Nosotros (desde la Conetec) elaboramos informes que sirven para tomar decisiones. Pueden también servir como lineamientos para desarrollar esas guías que hoy no existen. Pero, en general, los profesionales de la salud no adhieren a las recomendaciones de OPS y de OMS por varios motivos: no las conocen, no tienen acceso a los tratamientos recomendados o porque creen que necesitan un marco legal. Nuestro país precisa desarrollar una guía o adaptar alguna existente para que la comunidad médica pueda recomendar un tratamiento con un sustento en la evidencia, según cada paciente y acorde con nuestra realidad.
La Organización Mundial de la Salud está ensayando el uso de tres antiinflamatorios para pacientes críticos con Covid-19.