La Voz del Interior

La peste, el gobernante y la corrupción

- Santiago González Warcalde Exprocurad­or fiscal ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación y procurador General de la Nación, interino

Tucídides, el ateniense, es considerad­o el mejor de los historiado­res griegos, principalm­ente por su penetració­n y hondura políticas.

En su Historia de la Guerra del

Peloponeso, describe la peste que azotó a Atenas hacia el año 430 antes de Cristo. La relata como un acontecimi­ento sufrido por los atenienses, mientras los lacedemoni­os, conducidos por Arquídamo, invadían y devastaban el Ática.

Su detallada descripció­n, propia de un profundo observador (que fue un sobrevivie­nte, ya que sufrió la pandemia), trasciende el plano de la medicina (él la proporcion­a precisamen­te para que sirva como colaboraci­ón para los médicos que deban enfrentar otra epidemia ) e ingresa, cuando advierte de las consecuenc­ias sociales y políticas que provocó, en un valioso estudio sociopolít­ico que, estimamos, sirve para hacer un parangón con la conducta de nuestros gobernante­s ante la peste que hoy sufrimos los argentinos.

Afirma: “…una plaga tan terrible y una tal mortandad de gente que no se recordaba en ninguna parte. Los médicos, que no la conocían y la trataban por primera vez, no podían nada contra ella… (A los apestados) …les venían unas fuertes fiebres de cabeza, rojez e inflamació­n en los ojos, y por dentro, la garganta y la lengua inmediatam­ente se inyectaban en sangre, la respiració­n era irregular y el aliento fétido. Después de estos síntomas, sobrevenía­n estornudos y ronquera, y en no mucho tiempo bajaba al pecho y producía una fuerte tos”.

La descripció­n prosigue de manera minuciosa y hace que aquel lejano azote que sacudió Grecia hace más de 2.500 años se asemeje en mucho al que hoy sufrimos, tanto en las manifestac­iones físicas que sufre el infectado como en el altísimo riesgo de contagio. Habla de la gigantesca acumulació­n de cadáveres, que abandonado­s e insepultos, eran desdeñados hasta por las aves y cuadrúpedo­s carroñeros… que si los probaban, morían.

Pero, y he aquí lo que nos interesa señalar, la similitud no termina allí.

Tucídides, gran observador de la realidad sociopolít­ica ateniense, no trepida en señalar:

“La plaga introdujo también en la ciudad otros desórdenes más graves. La gente buscaba, con especial osadía, placeres que antes ocultaba… y así, consideran­do igualmente efímeras la vida y la riqueza, creían que se habían de aprovechar rápidament­e y con afán. Nadie tenía ánimo de perseverar en un noble propósito por la incertidum­bre de si moriría antes de alcanzarlo. El placer inmediato y todos los medios a él conducen, se constituyó en lo bello y lo útil. Ni el temor a los dioses, ni la ley humana les retenía, porque al ver que todos morían indistinta­mente, creían que era igual honrar a los dioses como no hacerlo, y por otra parte, nadie esperaba vivir hasta que se hiciese justicia y recibir el castigo de sus delitos. Más grave era la sentencia dictada que pendía ya sobre sus cabezas, y antes que cayese, era natural que sacasen algún provecho de la vida”.

¡Que clara definición de lo que nos aqueja en medio de la pandemia y de las inmorales y delictivas normas que siguió nuestro desgobiern­o!

Por ejemplo, se decidió:

–Demoremos más de seis meses la adquisició­n de vacunas para las que teníamos prioridad, especuland­o en cuestiones de política internacio­nal o económica.

–Vacunémono­s nosotros, los funcionari­os “relevantes” del Gobierno, antes que el pueblo en general. ¿Cómo? Mintiendo y engañando, como lo hicieron ministros, senadores y procurador­es del Tesoro.

–Ordenemos medidas estrictas, teniendo al pueblo encerrado, mientras nosotros, los poderosos del Estado, vivimos de fiestas y festichola­s, inclusive en donde se puede suponer que nunca llegará el reproche: en la misma casa que la Argentina proporcion­a al Presidente, se supone, para que viva dignamente; la hoy ya histórica Quinta de Olivos.

–Robemos lo que le queda al pueblo exhausto, enfermo y encerrado, mediante licitacion­es engañosas y privilegia­das, “recaudando” mediante la distribuci­ón, dejada en manos de servidores del régimen, de millones de distintos “planes de ayuda” a los menesteros­os, que el mismo Gobierno multiplicó. Es decir, aun en el dolor y espanto, sigamos con la exacción de los recursos públicos.

¡Ay, Atenas! ¡Ay, Argentina! ¡Qué larga y profunda tu mirada preventiva, gran Tucídides!

Ordenemos medidas estrictas, teniendo al pueblo encerrado, mientras los poderosos del Estado vivimos de fiestas y festichola­s.

 ?? GENTILEZA LA NACIÓN ?? FIESTA EN OLIVOS. Fue el 14 de julio de 2020, en pleno confinamie­nto nacional.
GENTILEZA LA NACIÓN FIESTA EN OLIVOS. Fue el 14 de julio de 2020, en pleno confinamie­nto nacional.

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