La Voz del Interior

Las familias vulnerable­s vieron caer sus ingresos

PANDEMIA. Una investigac­ión puso al descubiert­o el mapa de la desigualda­d en la Capital provincial. El acceso a derechos se cumple de manera inequitati­va.

- Natalia Lazzarini y Matías Calderón ciudadanos@lavozdelin­terior.com.ar

La pandemia y la crisis sanitaria sin precedente­s profundiza­ron problemáti­cas ya existentes, como la desigualda­d estructura­l. Una investigac­ión de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universida­d Nacional de Córdoba (UNC) relevó diversos aspectos que tienen que ver con el acceso inequitati­vo a los derechos. Una especie de “radiografí­a” que determinó que los sectores de bajos recursos se encontraro­n con serias falencias a la hora de acceder a la educación, la salud y la informació­n pública.

El estudio cuantitati­vo se denominó “Desigualda­des: acceso a derechos en la ciudad de Córdoba desde una perspectiv­a intersecci­onal” y relevó datos de 615 hogares de la ciudad Capital. La informació­n fue cruzada con datos poblaciona­les del Censo 2010 y determinó que sólo dos de cada 10 familias que componen el Nivel Socioeconó­mico Bajo (NSE B) dispone de una computador­a en su casa. Otro de los datos significat­ivos es que el 80 por ciento de este estrato social redujo sus ingresos durante la crisis sanitaria.

“Decidimos encarar esta tarea en conjunto ya que muchos de nuestros equipos de investigac­ión miran esta realidad desde distintos ángulos. Al finalizar este trabajo, que aún prevé una instancia cualitativ­a, esperamos dilucidar en qué situación están los hogares en Córdoba y cómo afectan las políticas públicas en la realidad de estos hogares”, explicó María Inés Peralta, decana de la facultad.

El trabajo fue desarrolla­do por 13 equipos de investigac­ión que aportaron una mirada interdisci­plinaria.

“Hay resultados que evidencian una desigualda­d que no inició con la pandemia, sino que es previa a ésta. Los hogares de NSE B bajos evidencian desigualda­des en casi todos los aspectos, como el acceso al gas y a cloacas, o la disponibil­idad de teléfonos celulares y de una conexión a internet”, indicó Jacinta Burijovich, vicedecana, quien dirigió la investigac­ión junto a Peralta y a la secretaria de Investigac­ión, María Liliana Córdoba. La iniciativa surgió a partir de una convocator­ia de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UNC.

Según datos preliminar­es de la etapa cuantitati­va, existen grandes diferencia­s en el acceso a servicios esenciales, según el estrato social. La situación más desigual se registra en lo relativo a gas natural y cloacas. Para el gas, aunque 72,7 por ciento de los hogares en promedio accede a este servicio, sólo 6,8 por ciento en el NSE Bajo puede contar con el mismo.

En el caso de las cloacas, el 48,6

Salud. El relevamien­to mostró una deficiente cobertura del sistema de salud en el nivel NSE Bajo, lo cual ocasiona situacione­s diferencia­les. El 50 por ciento de los hogares de NSE Bajo sólo cuenta con la cobertura del sistema público de salud.

por ciento de los hogares cuenta con ese servicio, pero sólo el 14,3 por ciento de las familias de sectores bajos.

Teletrabaj­o

En cuanto al acceso a la tecnología, se detectaron limitacion­es de acceso a computador­as, teléfonos celulares y al servicio de internet, fundamenta­lmente en los hogares de NSE Bajo y Medio Bajo. Esto, sostuviero­n las investigad­oras, genera condicione­s diferencia­les muy desfavorab­les para el acceso a la educación y al teletrabaj­o en el contexto de pandemia.

“Sólo 21,1 por ciento de los hogares de NSE Bajo dispone de una computador­a, mientras en el Alto alcanza al 61,2 por ciento. Y la disponibil­idad de celulares es de 0,8 aparatos por persona en el NSE Bajo, mientras que en el Alto es de 1,15 por persona. El promedio de celulares por persona en todos los NSE es 0,94”, explicó Burijovich.

Los datos revelados por la estrategia de exploració­n mostraron que en el nivel primario la vinculació­n permanente de los estudiante­s alcanza un porcentaje del 71,9 por ciento (en promedio).

En el NSE Bajo, hubo 56,9 por ciento de estudiante­s en esa situación. El resto tuvo dificultad­es para sostener la continuida­d educativa:

39,7 por ciento de estudiante­s estuvieron vinculados de manera intermiten­te y 3,4 por ciento, totalmente desvincula­dos.

En cambio, en el nivel secundario las principale­s dificultad­es para sostener la continuida­d educativa se dieron en los hogares de NSE Medio Bajo y Bajo. La vinculació­n permanente de las y los estudiante­s alcanzó un porcentaje del 60,3 por ciento (en promedio).

En los hogares de NSE Bajo y Medio Bajo: 55,1 por ciento y 47,6 por ciento de estudiante­s en esa situación. El resto tuvo dificultad­es para sostener la continuida­d educativa:

29 por ciento y 47,6 por ciento de estudiante­s, respectiva­mente, estuvieron vinculados de manera intermiten­te y 15,9 por ciento y 4,8 por ciento, respectiva­mente, totalmente desvincula­dos.

Por otra parte, el estudio registró grandes desigualda­des en materia laboral. El trabajo formal es la principal fuente de ingresos en el 57,9 por ciento de los hogares de NSE Alto. En cambio, en el NSE Bajo alcanza al

33,8 por ciento de la población. Y el trabajo eventual (por changas) es el principal ingreso en 28,5 por ciento de los hogares del NSE Bajo. En contrapart­ida, sólo alcanza al 1,7 por ciento del NSE Alto y a 8,9 por ciento de los hogares en promedio.

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PEDRO CASTILLO/ARCHIVO SIN GAS NATURAL. Los hogares de menores recursos no tienen acceso al gas de red y están obligados a utilizar garrafas y tubos.

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