La Voz del Interior

Palmira Aramburu: tiene 104 años y escribió dos libros en pandemia

HISTORIAS. Lejos de deprimirse por el confinamie­nto, decidió publicar sus poemas y textos románticos. “Sólo piensa en el amor y en que el país salga adelante”, cuenta su nieto, Leonardo Bigi.

- Joaquín Aguirre jaguirre@lavozdelin­terior.com.ar

Palmira Aramburu festejó sus 104 años por partida doble. Unos días antes de celebrar con su familia, publicó su segundo libro de poemas y cuentos románticos. El año pasado había editado el primero. En plena pandemia, mientras a muchos los vence el desgano y la incertidum­bre, ella se muestra vital y recarga energías recitando sus textos.

Sus familiares cuentan orgullosos la vida de “Palmi”, una mujer “coqueta” y sumamente interesada por la realidad social, política y cultural del país y quien hasta hace algunos años solía acudir a salones a bailar tango.

Según sus familiares, su padre fue “un vasco trabajador” y su madre era oriunda de Traslasier­ra. Ella se crió en el campo junto a 12 hermanos. Su infancia transcurri­ó entre caballos y sierras. Hizo la primaria en la Escuela Olmos.

Se casó con Enrique Diebel, un ingeniero que trabajó en la fábrica de aviones, con el que tuvo dos hijos. Enviudó en 1982 y tiempo después conoció a Antonio, con quien rearmó su pareja. Ambos solían divertirse en distintas tanguerías. Al día de hoy, Palmira escucha tangos cada día.

Hasta hace cuatro años vivió en la calle Sargento Cabral, en San Vicente. “Vivió sola hasta los 97 o 98 años, siempre valiéndose por sí misma. Cada día iba a la plaza San Vicente a tomar algo sola. Cuando falleció su última pareja, ella se fue a vivir con sus hijos y a partir de ahí prácticame­nte no salió más a la calle. Mantiene contacto telefónico casi a diario con una amiga”, cuenta su nieta, Valeria Bigi, para quien su abuela “es una referente de espíritu de vida, de la alegría de vivir”.

Le gusta pintarse y ”verse bien”, consigna su nieta. También hace – dentro de sus posibilida­des– ejercicio físico.

“Fue ama de casa y también se dedicó a vender artesanías en las mejores boutiques. Trabajó el cuero y el bronce”, sostiene Leonardo, uno de sus cinco nietos, quien en 2009 fue elegido Cordobés del Año por La Voz.

La felicidad y el amor

“Es una mujer con mucho espíritu. Siempre piensa en la felicidad, en el amor, en enamorarse –agrega Bigi–. Siempre se muestra preocupada por la situación del país. Quiere que salga adelante”.

Cuentan sus familiares que a pesar de los años transcurri­dos, Palmira tiene buena memoria. “Siempre pregunta cómo estamos. No se olvida detalle de ninguno”, agrega Valeria.

La escritura es una de las actividade­s que la mantiene con energía. Al tener disminuido­s la visión y el oído, Palmira dicta sus textos a familiares o bien a un programa en la computador­a que traduce su voz a texto.

Además de escribir y bailar, Palmira ama el teatro. Hasta hace un tiempo despuntaba el gusto en el Centro Cultural San Vicente.

Poema

Días atrás cumplió 104 años y lo celebró recitando uno de sus poemas a pura emoción.

Era una hermosa noche de verano la luna iluminaba el patio del arrabal

y no faltó que un payador le cantara a la luna

el payador hizo sonar su guitarra con sus versos

“Luna, ¿qué poder tiene tu luz que ilumina y descubre a los besos escondidos tras las sombras de la noche?” y los grillos le cantaron al amor.

Su hija, Bati Diebel, es una reconocida actriz y directora en el teatro La Cochera.

Palmira ya recibió las dos dosis de la vacuna anti-Covid. Aunque se cuida al máximo del virus, a ella le preocupan dos cosas: cantar y ser feliz.

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LA VOZ FESTEJO LITERARIO. Días atrás, Palmira celebró su cumpleaños número 104 y recitó uno de sus tantos poemas.
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TRES GENERACION­ES. Junto a su hija, Bati Diebel, y su nieta, Valeria.

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